La semana pasada The Economist informó que Venezuela era el país del mundo con las hamburguesas más caras, al cambio en dólares. El 31 de enero de 2013 el precio de un Big-Mac era en Venezuela más del doble que en EEUU. Por tanto, la decisión del Gobierno de Venezuela de devaluar el bolívar va en la buena dirección. Acosado por la especulación que sufría el bolívar el ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, devaluó este viernes, 8 de febrero, por la noche el bolívar un 32% dejándolo en 6,3 bolívares/dólar frente a su anterior tipo de cambio de 4,3 bolívares/dólar. El objetivo de la devaluación es evitar que siga la especulación, recuperar las reservas de divisas, aumentar las exportaciones, el crecimiento y la recaudación fiscal.
Además, aliviará las malas condiciones económicas que sufre la empresa pública Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Aunque no solucionará todos sus problemas. Necesitará mucho más que dinero para sacar la producción de crudo del país del extenso letargo en el que está sumida. Pdvsa aporta 9 de cada 10 dólares que entran a la economía venezolana por exportaciones y es, por tanto, la primera perjudicada cuando el tipo de cambio queda controlado y apreciado.
No tiene ningún sentido que, según el Índice Big-Mac, Venezuela tuviese hasta ahora el tipo de cambio más apreciado del Mundo y por ello era necesario el depreciarlo.
Cuadro: Apreciación (+) o Depreciación (-) de las monedas según el Índice Big-Mac.
El mercado de divisas es un mercado perfecto
La teoría económica lleva siglos estudiando los mecanismos que contribuyen a entender el funcionamiento de los mercados y la eficiencia de los mismos. Los mercados de divisas suelen ser mercados perfectos, es decir, mercados libres y competitivos en el que las fuerzas del mercado (oferentes y demandantes de divisas) actúan libremente. En ellos hay transparencia y muchos oferentes y demandantes de divisas y un precio único (la cotización) que cambia con los cambios en la oferta y la demanda de dólares.
Las fuerzas del mercado son como las mareas. Si un gobierno ataca las fuerzas del mercado se ataca a sí mismo. Además, mantener tipos de cambio paralelos, como en Venezuela, genera mercados negros y, por tanto, injusticia. En el siglo XXI, casi todos los países han adoptado sistemas flotantes (o flexibles) de tipo de cambio. En Venezuela el tipo de cambio de mercado es de 18 bolívares/dólar. Devaluando Venezuela va en la buena dirección, es decir, se aproxima al mercado.
En el mercado de divisas si aumenta la demanda de dólares, que es lo que está ocurriendo desde hace tiempo en Venezuela, las fuerzas del mercado por sí solas harían que el bolívar se depreciase ya que a este tipo de cambio la cantidad de dólares demandada supera a la cantidad ofrecida (hay una escasez de divisas). De ahí que parezca necesario que el gobierno venezolano cierre todavía más la brecha entre el tipo de cambio oficial y fijo (hoy situado en 6,3 bolívares/dólar) y el tipo de cambio de mercado (paralelo) que es flotante (18 bolívares dólar).
Esta semana, que hoy empieza, hay que estar atentos a la evolución del mercado negro para ver si los venezolanos comprarán dólares al tipo oficial o los seguirán obteniendo en el mercado negro. Si la diferencia se mantuviese esta solo se podría reducir devaluando todavía más el tipo de cambio oficial o dejando flotar la moneda. De esta forma desaparecería el mercado negro (paralelo).
¿Cuál es el problema de devaluar?
¿Porque la devaluación del bolívar va a generar presiones inflacionistas?
La devaluación de una moneda, en este caso el bolívar, con respecto a otra/s genera presiones inflacionistas básicamente por:
1) Los precios en bolívares de los bienes importados tanto de consumo como de inversión aumentarán (inflación). Venezuela soporta una inflación de más del 20% la más alta del continente americano. La devaluación provocará mayor inflación. De ahí que, para evitar la inflación, todo proceso devaluatorio deba ir acompañado de una política monetaria restrictiva.
2) Los precios, en moneda local (bolívares), de los servicios provenientes del exterior aumentarán (más inflación).
3) Los costes de producción de aquellas empresas cuyas materias primas son importadas aumentarán; entonces si las empresas quieren mantener su margen trasladarán ese aumento a los costes y vía precios al comprador final (más inflación).
4) Los gastos financieros de aquellas empresas que tengan créditos en moneda extranjera se incrementarán; este incremento en los costes financieros se trasladará vía precio al consumidor, si es que la empresa quiere mantener su margen (más inflación).
5) Teniendo en cuenta que la devaluación incentiva las exportaciones, el incremento en éstas, generará un mayor nivel de divisas y, por tanto el banco central deberá comprar una parte emitiendo a cambio bolívares (base monetaria) lo que por el efecto multiplicador aumentará la cantidad de dinero y, por tanto, la inflación.
6) Además un aumento de las exportaciones (aumento de la demanda agregada) generará un esfuerzo mayor sobre el aparato productivo (oferta agregada) lo que también tenderá a tensionar los precios (más inflación).
Perjudicados por la devaluación
Esta devaluación, como todas la devaluaciones, va a tener fuertes efectos redistributivos, perjudicando a los venezolanos que tienen deudas en dólares, reales, euros, etc. que tendrán que convertir ahora más bolívares que antes de la devaluación para pagar esas deudas y beneficiando a los acreedores en dólares que ahora recibirán más bolívares por cada dólar que habían prestado. En el caso particular de la deuda pública venezolana, mucha de ella nominada en moneda extranjera, la devaluación tendrá un impacto muy negativo sobre el déficit fiscal –aumenta la carga de intereses expresado en moneda doméstica– y sobre las futuras necesidades de financiación. En este sentido, la devaluación va a crear más dificultades al Gobierno para hacerse con las divisas necesarias para pagar los servicios de la deuda pública en dólares.
Por otro lado, como vimos que la devaluación va a generar inflación, perjudica fundamentalmente a los perceptores de ingresos fijos, que suelen ser los más débiles (por ejemplo rentistas y jubilados).
Quizá sean las pequeñas y medianas empresas quienes estarán en la situación más comprometida con deudas en dólares y flujos de ingresos (ventas) vinculados básicamente al mercado doméstico (bolívares). Para las familias que mantienen deudas en moneda extranjera, la devaluación aumentará la relación deuda/ingresos provocando recomposiciones en la estructura de gastos del hogar con un efecto negativo sobre el consumo. En términos generales, la devaluación para las familias y pequeñas empresas puede generar un “efecto pobreza”.
A pesar de todos estos problemas parece que los beneficios de esta devaluación van a superar a los costes. Pero lo más acertado sería romper con el sistema de tipo de cambio fijo y controlado y adoptar un sistema flotante. Tener tipos de cambio fijo es tanto como aceptar el fracaso de otras medidas de política económica para controlar la inflación lo que transmite poca credibilidad a los inversores. De ahí que en el mundo ha habido una clara tendencia a abandonar los regímenes de cambio fijo para adoptar tipos flotantes.
Sin embargo, es necesario considerar que los males de la economía venezolana no proceden solo de un bolívar que, sin duda, estaba sobrevalorado sino y sobre todo por no haber acometido reformas fiscales en profundidad y no haber combatido la ineficacia y corrupción de la clase política. Por tanto la solución a los problemas económicos de Venezuela deben pasar no solo por la devaluación sino también por la reforma fiscal y la aparición de un conjunto de políticos y funcionarios que se comprometan a gobernar el país sin robar un bolívar.
¿La devaluación del bolívar ha sido suficiente o se ha quedado corta?
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