En el 2011 se cumplieron 25 años de la entrada de España en la Unión Europea. Un dato muy importante quedo enterrado ante la avalancha de datos negativos de la economía del país: El superávit comercial con los socios europeos por primera vez en dos décadas y media.
Un año después se mantiene un superávit de casi 8.000 Millones de Euros con la Unión Europea y de más de 5.000 Millones con los países del Euro. Se ha logrado una tasa de cobertura de las importaciones de un 86%, porcentaje que refleja el gran esfuerzo realizado por las empresas en la apertura a mercados internacionales, desde el inicio de la crisis. Las exportaciones netas serían positivas si no fuese por la factura energética del país.
Las ventas a destinos extracomunitarios han aumentado el 11,5%, sobre todo por el dinamismo de las ventas a África, con un incremento del 27% y donde el principal destinatario ha sido Marruecos. También destacan las exportaciones dirigidas a Asia (18,5%), América Latina (16,2%) y Oriente Medio (16,4%).
Todo esto no se ha conseguido con la devaluación de la moneda sino con el aumento de la productividad y de la competitividad de los productos y servicios exportados.
¿Cuáles son los retos que restan ante esta positiva evolución? Por un lado una revisión de la política energética del país, ya que España se ha convertido en líder mundial de algunas energías alternativas como la solar, pero sin reparar en el coste real para el sector productivo. Por otro aumentar la base de empresas exportadoras. En los primeros nueve meses del 2012, 96.000 firmas vendieron fueran de la península. Esto supone un incremento del 7,8% respecto al 2011 pero es a todas luces, sensiblemente inferior al porcentaje de firmas que lo hacen en Francia, Reino Unido o Alemania.
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