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    [post_date] => 2012-10-05 08:30:14
    [post_date_gmt] => 2012-10-05 06:30:14
    [post_content] => En estos momentos el principal interés de los inversores en el BCE tiene que ver con el horizonte de aplicación de su nuevo programa de intervención condicionada en los mercados de deuda pública.

El banco emisor celebró ayer en Eslovenia una reunión de política monetaria sin historia, pues los tipos de referencia se mantienen sin cambios y no ha habido nuevos anuncios no convencionales, pero varias de las preguntas dirigidas a Draghi han versado sobre la posible petición de España de un rescate que activaría el mecanismo de intervención del BCE. Dada la centralidad de la cuestión, conviene preguntarse si a España le interesa pedir esa ayuda, si le conviene hacerlo pronto y qué consecuencias tendrá.

¿Le interesa a España pedir el rescate?

La razón más clara por la que a España puede interesarle algo así es que se trata del requisito necesario para que el BCE pueda comprar deuda española y garantizar unos costes de financiación más bajos. Estos costes ya se han reducido por la sola amenaza de intervención del BCE, pero la petición puede interesar porque aún pueden caer más si se da el paso y porque, de no hacerlo, podrían volver a repuntar. Sólo la activación del programa pondrá de manifiesto qué niveles de prima de riesgo considera el banco central compatibles con la preservación del euro, pero hay razones para pensar que se trata de niveles significativamente inferiores a los actuales.

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Foto: Conversación muy divertida entre el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi (izquierda con cara de poker), y el ministro de Economía español, Luis De Guindos (a punto de dormirse) sobre si España debe o no pedir el rescate.

También puede valorarse que la existencia de un rescate refuerza la probabilidad de que se apliquen sin desviaciones los ajustes y reformas que en nuestro entorno europeo se consideran adecuados para España. Aunque no se comparta ese diagnóstico de nuestros vecinos, la pertenencia al euro hace imposible una salida de la crisis por vías no consensuadas.

Razones para no pedir el rescate

Sin embargo, también hay razones para no pedirlo. La más clara es sin duda del coste político interno y externo de hacerlo. Además, puede considerarse que la petición de ayuda “estigmatiza” en cierta medida al país a ojos de los inversores y también que le resta flexibilidad política para reaccionar ante cambios en las circunstancias económicas.

¿Conviene pedir el rescate cuanto antes?

Las ventajas de esperar para pedir el rescate son claras: darle una oportunidad a la posibilidad de que no sea necesario (que la prima de riesgo no suba) y tener tiempo para negociar las condiciones más favorables posibles (Alemania parece ahora tener menos interés y ello debilita la posición negociadora de España). Además, el Gobierno puede tener interés en dejar atrás antes las elecciones en Galicia y País Vasco. Además, el rescate que con mayor probabilidad se solicitaría, la línea condicional ampliada de crédito, tiene sólo una duración de un año (ampliable hasta dos), de manera que tiene sentido no apresurarse a pedirla mientras no sea necesario.

Pero también lo son las ventajas de no esperar: aprovechar el reciente anuncio de los Presupuestos del Estado de 2013 y del Plan Nacional de Reformas para negociar un rescate ventajoso antes de que la presión del mercado y quizás noticias adversas sobre la economía o sobre las perspectivas de cumplir objetivos fiscales debiliten la posición negociadora del Gobierno. En la medida en que no pedirlo nunca no parece en estos momentos una opción realista —ni siquiera no pedirlo hasta el año que viene—, pedirlo pronto parece lo más inteligente.

Y es que, si el rescate se solicita pronto, resulta más probable que las condiciones exigidas no vayan sustancialmente más allá de las medidas ya comprometidas por el Gobierno y que simplemente se establezcan mecanismos europeos adicionales para el control de su aplicación y para afrontar posibles desviaciones. En cambio, el retraso en la petición eleva progresivamente el riesgo de que el rescate tenga que pedirse en un contexto de mayor dificultad (aún) financiera y económica y de que, en consecuencia, lleve aparejados nuevos ajustes y reformas.
    [post_title] => España: pedir el rescate o no pedirlo, esa es la cuestión.
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Oct
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El banco emisor celebró ayer en Eslovenia una reunión de política monetaria sin historia, pues los tipos de referencia se mantienen sin cambios y no ha habido nuevos anuncios no convencionales, pero varias de las preguntas dirigidas a Draghi han versado sobre la posible petición de España de un rescate que activaría el mecanismo de intervención del BCE. Dada la centralidad de la cuestión, conviene preguntarse si a España le interesa pedir esa ayuda, si le conviene hacerlo pronto y qué consecuencias tendrá.

¿Le interesa a España pedir el rescate?

La razón más clara por la que a España puede interesarle algo así es que se trata del requisito necesario para que el BCE pueda comprar deuda española y garantizar unos costes de financiación más bajos. Estos costes ya se han reducido por la sola amenaza de intervención del BCE, pero la petición puede interesar porque aún pueden caer más si se da el paso y porque, de no hacerlo, podrían volver a repuntar. Sólo la activación del programa pondrá de manifiesto qué niveles de prima de riesgo considera el banco central compatibles con la preservación del euro, pero hay razones para pensar que se trata de niveles significativamente inferiores a los actuales.

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Foto: Conversación muy divertida entre el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi (izquierda con cara de poker), y el ministro de Economía español, Luis De Guindos (a punto de dormirse) sobre si España debe o no pedir el rescate.

También puede valorarse que la existencia de un rescate refuerza la probabilidad de que se apliquen sin desviaciones los ajustes y reformas que en nuestro entorno europeo se consideran adecuados para España. Aunque no se comparta ese diagnóstico de nuestros vecinos, la pertenencia al euro hace imposible una salida de la crisis por vías no consensuadas.

Razones para no pedir el rescate

Sin embargo, también hay razones para no pedirlo. La más clara es sin duda del coste político interno y externo de hacerlo. Además, puede considerarse que la petición de ayuda “estigmatiza” en cierta medida al país a ojos de los inversores y también que le resta flexibilidad política para reaccionar ante cambios en las circunstancias económicas.

¿Conviene pedir el rescate cuanto antes?

Las ventajas de esperar para pedir el rescate son claras: darle una oportunidad a la posibilidad de que no sea necesario (que la prima de riesgo no suba) y tener tiempo para negociar las condiciones más favorables posibles (Alemania parece ahora tener menos interés y ello debilita la posición negociadora de España). Además, el Gobierno puede tener interés en dejar atrás antes las elecciones en Galicia y País Vasco. Además, el rescate que con mayor probabilidad se solicitaría, la línea condicional ampliada de crédito, tiene sólo una duración de un año (ampliable hasta dos), de manera que tiene sentido no apresurarse a pedirla mientras no sea necesario.

Pero también lo son las ventajas de no esperar: aprovechar el reciente anuncio de los Presupuestos del Estado de 2013 y del Plan Nacional de Reformas para negociar un rescate ventajoso antes de que la presión del mercado y quizás noticias adversas sobre la economía o sobre las perspectivas de cumplir objetivos fiscales debiliten la posición negociadora del Gobierno. En la medida en que no pedirlo nunca no parece en estos momentos una opción realista —ni siquiera no pedirlo hasta el año que viene—, pedirlo pronto parece lo más inteligente.

Y es que, si el rescate se solicita pronto, resulta más probable que las condiciones exigidas no vayan sustancialmente más allá de las medidas ya comprometidas por el Gobierno y que simplemente se establezcan mecanismos europeos adicionales para el control de su aplicación y para afrontar posibles desviaciones. En cambio, el retraso en la petición eleva progresivamente el riesgo de que el rescate tenga que pedirse en un contexto de mayor dificultad (aún) financiera y económica y de que, en consecuencia, lleve aparejados nuevos ajustes y reformas.
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¿Le interesa a España pedir el rescate?

La razón más clara por la que a España puede interesarle algo así es que se trata del requisito necesario para que el BCE pueda comprar deuda española y garantizar unos costes de financiación más bajos. Estos costes ya se han reducido por la sola amenaza de intervención del BCE, pero la petición puede interesar porque aún pueden caer más si se da el paso y porque, de no hacerlo, podrían volver a repuntar. Sólo la activación del programa pondrá de manifiesto qué niveles de prima de riesgo considera el banco central compatibles con la preservación del euro, pero hay razones para pensar que se trata de niveles significativamente inferiores a los actuales.

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Foto: Conversación muy divertida entre el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi (izquierda con cara de poker), y el ministro de Economía español, Luis De Guindos (a punto de dormirse) sobre si España debe o no pedir el rescate.

También puede valorarse que la existencia de un rescate refuerza la probabilidad de que se apliquen sin desviaciones los ajustes y reformas que en nuestro entorno europeo se consideran adecuados para España. Aunque no se comparta ese diagnóstico de nuestros vecinos, la pertenencia al euro hace imposible una salida de la crisis por vías no consensuadas.

Razones para no pedir el rescate

Sin embargo, también hay razones para no pedirlo. La más clara es sin duda del coste político interno y externo de hacerlo. Además, puede considerarse que la petición de ayuda “estigmatiza” en cierta medida al país a ojos de los inversores y también que le resta flexibilidad política para reaccionar ante cambios en las circunstancias económicas.

¿Conviene pedir el rescate cuanto antes?

Las ventajas de esperar para pedir el rescate son claras: darle una oportunidad a la posibilidad de que no sea necesario (que la prima de riesgo no suba) y tener tiempo para negociar las condiciones más favorables posibles (Alemania parece ahora tener menos interés y ello debilita la posición negociadora de España). Además, el Gobierno puede tener interés en dejar atrás antes las elecciones en Galicia y País Vasco. Además, el rescate que con mayor probabilidad se solicitaría, la línea condicional ampliada de crédito, tiene sólo una duración de un año (ampliable hasta dos), de manera que tiene sentido no apresurarse a pedirla mientras no sea necesario.

Pero también lo son las ventajas de no esperar: aprovechar el reciente anuncio de los Presupuestos del Estado de 2013 y del Plan Nacional de Reformas para negociar un rescate ventajoso antes de que la presión del mercado y quizás noticias adversas sobre la economía o sobre las perspectivas de cumplir objetivos fiscales debiliten la posición negociadora del Gobierno. En la medida en que no pedirlo nunca no parece en estos momentos una opción realista —ni siquiera no pedirlo hasta el año que viene—, pedirlo pronto parece lo más inteligente.

Y es que, si el rescate se solicita pronto, resulta más probable que las condiciones exigidas no vayan sustancialmente más allá de las medidas ya comprometidas por el Gobierno y que simplemente se establezcan mecanismos europeos adicionales para el control de su aplicación y para afrontar posibles desviaciones. En cambio, el retraso en la petición eleva progresivamente el riesgo de que el rescate tenga que pedirse en un contexto de mayor dificultad (aún) financiera y económica y de que, en consecuencia, lleve aparejados nuevos ajustes y reformas.

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