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Pensemos por un momento en el ejemplo de las grandes crisis financieras de países emergentes que marcaron la década de 1990. Dos grandes países que combinaron suspensión de pagos con devaluaciones, Rusia en 1998 y Argentina a finales de 2001- principios de 2002. Hay que tener en cuenta que el vínculo del rublo de Rusia con el régimen de convertibilidad de Argentina, (1) había sido considerado como uno de los principales logros entre los dos países en términos de estabilización macroeconómica (especialmente porque permitía una reducción de la inflación). Como resultado de ello, las autoridades han considerado durante mucho tiempo la posibilidad de la devaluación incluso como una aberración. Economy Weblog

Un argumento clave para mantener el cambio del rublo antes de 1998 era que la devaluación no beneficiaría a Rusia, ya que éste es sobre todo un país exportador de hidrocarburos. La demanda de materias primas es rígida en lo que concierne a  los tipos de cambio; y los precios se determinan fuera de Rusia en los mercados internacionales, por lo que se pensaba que la devaluación sólo tendría un efecto marginal en las exportaciones (2). Pero esta línea de razonamiento no tenía en cuenta el otro componente de la cuenta corriente: las importaciones. 

Junto con la devaluación del peso y el rublo – 40% y 60% respectivamente – en base a nuestros propósitos de la tasa de cambio real en un período de un año para Argentina y dos años para Rusia (3), se produjo un marcado descenso de las importaciones de bienes y servicios, con un descenso del 60% en Argentina y 30% en Rusia.

Esta devaluación dio lugar a la sustitución de la producción nacional por importaciones de productos extranjeros con precios cada vez menos competitivos.

En Rusia, el cambio nominal del rublo había causado una apreciación real del rublo ruso dando como resultado un efecto de expulsión, que prácticamente acabó con el consumo de productos nacionales (que por otra parte no eran muy competentes en términos de calidad), es decir, la demanda del consumidor cambió de forma masiva a los productos importados. Después de agosto de 1998, los productos alimenticios rusos reaparecieron en las tiendas con precios razonables.

Argentina y Rusia posteriormente experimentaron un fuerte crecimiento debido a los efectos de la devaluación: los dos países se beneficiaron de la subida de precios -en aceite en el caso de Rusia y la soja para Argentina – lo que hizo posible mantener el impulso derivado de la devaluación.

Queda patente por tanto, que la devaluación, de ninguna manera puede resolver los problemas de carácter más estructural (sectores de bajo valor añadido), que han limitado el potencial económico de Grecia. Es mas, en última instancia, incluso tienen importantes consecuencias negativas. Además de hacer prácticamente imposible saldar la deuda en moneda extranjera, la retirada de la Eurozona daría lugar al aumento de la inflación importada, la fuga de depósitos bancarios, y por tanto, a quiebras bancarias y  suspensión de la financiación desde el extranjero.

(1) El régimen de convertibilidad (CB) es un sistema bajo el cual el tipo de cambio desde una moneda de referencia es un tipo de cambio fijo y cuya base monetaria sólo varía en proporción a las entradas y salidas de capital. No hay otras posibilidades para la creación de dinero por el CB que a través de intervenciones mecánicas por el régimen de convertibilidad en el mercado de divisas para defender la paridad en la reacción a las entradas y salidas de capital. Bajo tal sistema, el CB sustituye al banco central.
(2) La misma línea de razonamiento se siguió para  Argentina, en cuyas exportaciones predominan tradicionalmente los productos agrícolas (50% de las ventas en el extranjero en 2000).
(3) Del máximo al mínimo, el peso se depreció un 73% frente al dólar desde diciembre de 2001 hasta octubre de 2002 y el rublo se depreció un 74% frente al dólar desde agosto de 1998 hasta agosto de 1999.

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