20
May

Hace un mes el ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schäuble, afirmó que la zona euro soportaría sin grandes problemas la salida de Grecia del euro, ya que el sistema es hoy mucho más resistente que hace dos años, cuando estalló la crisis de la deuda. Grecia se encuentra ahora mismo en una situación delicada. En el post anterior a este Gayle nos decía que los acontecimientos ocurridos en las últimas semanas y la respuesta de los mercados financieros han incrementado la probabilidad de que  Grecia se salga de la zona euro. Grecia es un país que está en su quinto año de recesión, ingobernable, con una deuda que puede ser que nunca pague, a pesar de sus recortes y rescates, y que puede verse forzado a emitir nuevamente su propia moneda. Muchos piensan, además, que Grecia es un peligro para la eurozona y un foco de contagio que conviene aislar de los demás países periféricos.

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¿Cuáles son los costes de que se vaya Grecia?

La Unión de Bancos Suizos (UBS) estima en un informe -«La ruptura del euro: consecuencias»- que, para un país de la eurozona como Grecia, el coste de abandonar la moneda única sería devastador y podría alcanzar el 50% de su PIB. Este coste se debería a los altos tipos de interés de la financiación de la economía, incluyendo al gobierno y al sector privado, ya que nadie querría prestarle dinero a ese país a tipos razonables. Como consecuencia de la incapacidad de pagar las deudas nominadas en euros, la nueva moneda sufriría depreciaciones inmensas y el rescate de su sector bancario resultaría costosísimo. En definitiva, a corto plazo, suspensión de pagos del Estado, default empresarial, colapso del sistema bancario y dificultades de crecimiento.

Pero el coste sería igualmente elevado para los países que se mantuvieran en el euro, porque tendrían que hacer el rescate de sus bancos que tuviesen grandes volúmenes de deuda griega. Es decir, los países periféricos de la eurozona sufrirían las consecuencias de la desconfianza de los mercados que pueden pensar si se va uno se pueden ir otros (“efecto dominó”) y esto se traduciría en fuertes incrementos de las primas de riesgo.

De acuerdo con el análisis de la UBS, si fuese Alemania la que decidiese abandonar el barco del euro, el país germano también pagaría un alto precio, estimado entre el 20% y el 25% en el primer año, como resultado de la suspensión de pagos de numerosas empresas, la necesidad de recapitalizar el sistema bancario y la apreciación de su moneda con el consiguiente colapso de sus exportaciones.

¿Es posible la salida de Grecia del euro?

Pues bien a pesar de las dificultades, problemas e incertidumbres que supodría la salida de un país del euro, sin embargo, muchos ciudadanos europeos están frustrados por el comportamiento de Grecia y no les importaría que se fuera del euro.

Sin embago, como señalamos más arriba, esta salida de Grecia podría producir una gran incertidumbre sobre una posible reacción en cadena hacia otros países que generaría una enorme volatilidad en los irracionales mercados de capitales. Por eso la salida de Grecia debería ser ordenada, con una hoja de ruta clara y con “cortafuegos” bien definidos por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI (la “troika”) que eviten el contagio a otros países.

Problemas con la deuda y con los depósitos

Se trata de evitar que la salida de Grecia del euro generase una situación de desconfianza y contagio hacia otros países periféricos como España, Italia y Portugal que, a diferencia de Grecia, están haciendo sus deberes. Insisto, se necesitaría, por tanto, una intervención contundente del Banco Central Europeo que impida que la prima de riesgo, por ejemplo del bono español a 10 años superase los 300 puntos básicos. El Banco Central Europeo (BCE) tendría que aportar liquidez adicional para comprar deuda pública si se confirmara que Grecia finalmente abandona la zona euro, para evitar la volatilidad y el contagio a otras economías. Parte de ese “cortafuegos” sería que el BCE suministrase liquidez a la banca para hacer frente a una potencial fuga de depósitos.

España

Europa que oscila entre la indecisión y la falta de flexibilidad, ha prolongado la agonía de Grecia y que ahora amenaza también las esperanzas de recuperación en países como España. Por eso en estos momentos lo primordial para España es su pertenencia al euro y para ello se deben seguir haciendo las reformas, explicar bien (pedagogía e información) las reformas que ya están hechas y las que se van hacer y los resultados que van a tener estas refromas en términos de recuperación económica. Porque no se debe olvidar que el camino del crecimiento pasa por la austeridad fiscal.

¿Que política económica?

Respuestas tardías, insuficientes e ineficaces por parte de líderes de la eurozona han convertido la crisis griega, que representa menos del 2,5% del PIB de la Eurozona, en una tormenta en los mercados financieros que puede acabar no sólo con España y el resto de la periferia, sino también con el sistema financiero mundial. La salida desordenada de un pequeño país del euro, abriría una grieta en la estructura de la zona del euro que contagiaría a los demás miembros. El resultado podría ser una crisis bancaria y financiera de enormes dimensiones y una recesión mundial.

Conviene insistir que el problema no es España, el problema que hay que resolver es que los líderes de la eurozona encuentren cuanto antes un plan decisivo y factible para que ai sale Grecia salven al euro de su desaparición. Los eurobonos y políticas fiscales comunes que estaban descartados por ahora, deberían replantarse. De hecho el Parlamento Europeo podría aprobar en junio o julio un fondo europeo de emisiones para estados miembros, parcial y temporal, como alternativa a los eurobonos. Y a medio plazo hace falta una política fiscal común que garantice la deuda pública eurozónica y la supervivencia del euro.

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