La tragedia griega es un género teatral originario de la Antigua Grecia. Desde la Edad Media es un término que es sinónimo de una obra de estilo trágico, cuyo argumento suele girar a la caída de un personaje importante. Un ejemplo podía ser la batalla de las Termópilas (480 años a.c.) en la que el Rey Leonidas I frenó junto a 300 espartanos y otros 5.000 soldados griegos a un ejercito persa de 200.000 soldados (el número de los contendientes varia de forma importante según las fuentes).
Hace dos días un farmacéutico griego de 77 años se quitó la vida en la plaza Sintagma de Atenas para protestar por los recortes en su pensión. 2011 fue el cuarto año consecutivo de recesión en el país heleno y el 2012 no parece que esté suponiendo un cambio radical.
Grecia es un país de poco más de 11 millones de habitantes con una tasa de paro superior al 16%, debido entre otros motivos por un ajuste fiscal continuado. Las arduas negociaciones entre las autoridades monetarias del país y los prestamistas europeos para conseguir reducir el ratio de deuda del sector público al 120% en el ¡2020! no han cristalizado ya que la medida de rigor presupuestario con una tensión social sin precedentes está siendo muy difícil de implementar. Ya en octubre del año pasado el primer ministro tuvo que dimitir, debido al descontento social, para permitir la formación de un gobierno de unidad nacional.
¿Qué podemos aprender de Grecia?
Hasta el 2007 el crecimiento se basaba en una mezcla peligrosa de alto endeudamiento privado y un sector público desproporcionado, que ya tenía serios problemas de financiación debido al bajo ratio (para estándares europeos) de pago de impuestos. A esto se unían unas exportaciones con bajo valor tecnológico, principalmente productos hortofrutícolas y químicos y un ambiente no muy ágil para los negocios debido a una corrupción muy extendida. Así como la batalla de las Termópilas duro 3 días, la económica que libra el país en la actualidad se prevé larga.
Grecia debe seguir trabajando en aquello para lo que es un líder mundial, como es el sector naval o el turismo, para que dentro de un lustro se recuerde el objetivo previsible de mejora económica como las historias del Rey Leonidas I y no como las tragedias realistas de Eurípides.
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