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La expropiación de YPF a la empresa Repsol por parte del gobierno argentino no es un hecho aislado. Actuaciones, similares a la actual expropiación a Repsol han dado a los gobiernos argentinos, desde hace 60 años, altos niveles de popularidad. Efectivamente, una buena parte del éxito de los gobernantes argentinos reside en aplicar políticas populistas (peronistas) consistentes en no pagar las deudas, expropiar empresas privadas y perjudicar, con un elevado nivel de intervencionismo, el buen funcionamiento de la economía de mercado.

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Los argentinos procuran no pagar sus deudas

Por ejemplo, el Club de París, un foro multilateral que intenta solucionar, a través de concursos de acreedores los problemas de impago de deuda pública de un país, se creó en 1956 precisamente para solucionar un problema de deuda argentina. Desde entonces los impagos de deuda pública se han venido produciendo con relativa frecuencia. El último fue el que urdió el Presidente Nestor Kirchner, en 2005 para imponer unilateralmente a los acreedores (sin ningún tipo de negociación y sin acudir al Club de París), unas condiciones leoninas. Un default  que significó para la Argentina un ahorro de 70.000 millones de dólares de los 100.000 millones que se debían ¡Se hizo una quita del 70% de la deuda!

Argentina tiene malas instituciones

Esta forma de actuar de los políticos argentinos es grave, porque desde hace treinta años los economistas nos hemos dado cuenta de que las instituciones son el factor fundamental que determina la pobreza o la riqueza de los países. De ahí que cada vez más la ciencia económica esté incorporando a su acervo científico un mejor entendimiento del papel que juegan las instituciones en el desarrollo de las economías. Los sistemas políticos democráticos, los mercados de libre competencia, el cumplimiento de los contratos, una buena definición de los derechos de propiedad, la independencia del poder judicial, los patrones de ocupación de tierras, la independencia del banco central, la transparencia y, por tanto, baja corrupción de gobiernos y empresas, la existencia de organismos reguladores creíbles e independientes son así factores clave del éxito económico de los países

Desgraciadamente Argentina no tiene buenas instituciones: es un país corrupto (según Transparencia Internacional), con demasiadas trabas administrativas y de tiempo para crear empresas (según World Economic Forum), con inseguridad jurídica (según el Banco Mundial), falta de libertad ecoinómica excesivo intervencionismo (Heritage Foundation) y con elevada inflación(la segunda de América después de la de Venezuela). Y donde el gobierno privilegia a los empresarios y gobernadores de provincia amigos, mientras amenaza a otros generando un clima de miedo e intolerancia, ataca la libertad de expresión (reciente persecución al diario El Clarín), incumple los contratos con las empresas extranjeras, congela ilegalmente las tarifas de los servicios públicos, confisca las pensiones privadas nacionalizándolas y perpetra otro sinfín de ataques a los derechos de propiedad.

¿Como un país rico se vuelve pobre?

Este ambiente demagógico y populista supone desgraciadamente un retroceso en el desarrollo económico del país. Argentina ha elegido una vez más de forma consciente perder (o dejar pasar) el tren de la Historia. Argentina sigue en elcamino del populismo.

Un país que a principios del siglo XX fue la tercera economía del mundo, una isla de civilización y modernidad, que atrajo por sus perspectivas de futuro a muchos europeos se ha venido degradando hasta convertirse en una sombra de lo que fue. No hay palabras para describir la decadencia de Argentina, una sociedad que elige el suicidio como país al legitimar una expropiación que pone de manifiesto la falta total de seguridad jurídica. Muchos argentinos lloran, pasan  vergüenza y se preocupan por que saben que la política de su Gobierno, como la reciente expropiación de YPF, amenaza y devalúa sus bienes y empresas. Y porque además estas políticas no solo ahuyentan la inversión nacional y extranjera (tan necesaria para suministrar tecnología) sino que convierten al país en un coto de corrupción e ineficiencia donde los que gobiernan son percibidos como un grupo que está en el poder para apropiarse de rentas públicas que no están destinadas para su disfrute personal.

Conclusión

Quizá dentro de 50 años los historiadores podrán explicar cómo un país civilizado y desarrollado hasta la década de los años 40 del siglo XX como Argentina llegó hasta esta situación. Mientras tanto debemos esperar que nuevas generaciones de políticos argentinos cambien esta situación antes de que sea demasiado tarde.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. «Llora por ti Argentina». El Mundo. Suplemento Mercados, página 4. Domingo, 22 de abril de 2012.

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