Este post recoge parcialmente un artículo publicado ayer en El País por César Molinas. El autor señala que “el impuesto sobre el patrimonio se suspendió en 2008 tras una comida en La Moncloa en el que Zapatero reunió a algunos de los principales empresarios del país. El presidente del Gobierno preguntó a sus invitados, uno a uno, si pagaban dicho impuesto y, uno a uno, le respondieron que no (esta anécdota me la relató uno de los asistentes). En uno de sus característicos prontos, Zapatero decidió suspender el impuesto sobre el patrimonio por su falta de equidad, puesto que los más ricos del país no lo pagaban. Y no es que hicieran fraude: no lo pagaban.
El patrimonio es un conjunto de rentas acumuladas en el tiempo que, cuando se generaron, pagaron los impuestos correspondientes. Gravar el patrimonio es volver a gravar esas rentas, algo que la ortodoxia tributaria considera rechazable porque desincentiva el ahorro. La razón técnica es que los más ricos no son personas físicas, sino jurídicas, con lo que eluden con facilidad los impuestos cuyo sujeto pasivo son las personas físicas.
Este fue el impuesto que se suspendió en 2008, por su falta de equidad, y el que el Gobierno ha decidido restaurar en 2011.
¿Significa esta restauración que los comensales del banquete de Zapatero van a comenzar a pagar el impuesto sobre el patrimonio? ¡Por supuesto que no, faltaría más!
Rubalcaba y Blanco mienten
Dice el catecismo que mentir es decir lo contrario de lo que se piensa o cree, con intención de engañar. ¿Mienten Rubalcaba y Blanco cuando dicen que “el PP intenta ahorrar esfuerzos a los patrimonios más grandes”, o que “no es justo recortar la educación sin pedir un esfuerzo a los que más tienen”? Si se les supone un cociente de inteligencia superior a la temperatura ambiente, y creo que eso hay que hacerlo, hay que concluir que sí. Mienten bellacamente. Yo no sé qué extraña ofuscación ha llevado al PSOE a diseñar su campaña electoral alrededor de una mentira tan palmaria.
Cuando Rubalcaba y Blanco dicen que hay que reinstaurar el impuesto sobre el patrimonio (menos de 1.000 millones de euros anuales) para no tener que recortar la educación o la sanidad, ¿por qué no proponen, para cuadrar el déficit y como alternativa al impuesto, cerrar instituciones inútiles que solo sirven para dar de comer a políticos y a sus enchufados? Ejemplos: las televisiones públicas (1.300 millones de euros), las Diputaciones (5.000 millones de euros) y -¿por qué no?- el Senado.
Alrededor de 160.000 personas, según cálculos de no se sabe quién del Gobierno, pagarán el impuesto restaurado. No son, ni de lejos, los más ricos”.
Puedes leer el artículo completo.
Fuente: Cesar Molinas. “Como albinos en Tanzania“. El país.20 de septiembre de 2011.
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