Una vez más, como en tantas ocasiones en las últimas décadas, y en medio de un panorama económico poco alentador, el turismo parece venir al rescate de nuestra maltrecha economía. Según las informaciones con que contamos referidas a las recientes vacaciones de Semana Santa, la ocupación hotelera incluso ha superado unas previsiones que ya eran de por sí optimistas, situándose en el 85%, esto es, 10 puntos por encima de los registros del año pasado. La reducción de precios ha contribuído a la buena marcha del sector. En el cuadro se puede observar como el índice de precios hoteleros se redujo un en marzo un 1% lo que en al actual contexto de repunte del IPC (ver cuadro) supone un esfuerzo del sector para no perder clientes.
Los datos apuntan también un importante repunte en el número de visitantes extranjeros que llegaron a nuestro país en la primera parte del año en curso. Aquí podemos hablar de dos factores importantes. Por una parte, nos hemos beneficiado de los problemas que se viven en diversos países del Mediterráneo, con las revueltas en Túnez o Egipto por ejemplo, que han hecho cambiar de planes a muchos turistas a favor de nuestro país. De otro lado, tenemos un importante tirón en la demanda del sector turístico propiciado por la recuperación económica que ya es evidente en Reino Unido o, sobre todo, Alemania, tradicionales orígenes de los visitantes que llenan nuestras costas y playas. Esto, por cierto, contrasta con la debilidad que aún aqueja a la demanda por parte de los españoles, sumidos como estamos en un estancamiento económico preocupante.
La recuperación del turismo tendrá efectos benéficos, sin duda. Y el más relevante será su efecto expansivo sobre el empleo, al tratarse de un sector necesitado de mano de obra en mayor intensidad que otros. Sin embargo, tampoco podemos confiar sólo en este sector. Entiendo que se trata de una industria importantísima para España, no sólo en el pasado y ahora, sino también en el futuro, pues contamos con recursos que nos convierten en un destino atractivo para millones de visitantes. Pero necesitamos algo más si pretendemos modernizar nuestra economía e instalarnos en una senda de crecimiento más estable y sostenida. Desafortunadamente, es poca la capacidad de tracción que para ello tiene el turismo –necesitado también de cierta modernización para asentar su competitividad-. En ese sentido, no podemos olvidar, por ejemplo, el carácter estacional de la actividad del sector, su alto nivel de empleo temporal o su concentración en determinadas regiones.
En fin, alegrémonos de estas buenas noticias, pero pongámonos manos a la obra con las reformas aún pendientes, porque de otro modo perderemos un tiempo precioso.
Comentarios