Hace unos días leí un artículo de Moises Naim en el diario El País que recomendaba la lectura del libro Poor Economics, escrito por Abhijit Banerjee y Esther Duflo, dos profesores del MIT. Excelente reseña. El libro está basado en experimentos, encuestas y testimonios reales sobre como viven las personas más pobres del planeta, explicando sus patrones de consumo y sus comportamientos económicos. Esta investigación en la que se basa el libro se actualiza continuamente a través de una web: http://pooreconomics.com/.
Me gustaría destacar dos cuestiones muy relevantes sobre esta investigación: una de forma y otra de contenido. Con respecto a la forma, la idea de tener una web pública en la que se van mostrando los avances de la investigación, que permite la colaboración de otras instituciones/personas y en la que el acceso a la información es tan sencillo, hace que la difusión de este conocimiento se haga de manera rápida, sencilla y eficiente. La web no solo da acceso a las conclusiones de los autores de forma sencilla, sino que además, ofrece acceso a muchos de los datos conseguidos por los autores, en forma de gráficos y tablas. No se cual será el número de visitas a esta web, pero estoy segura de que el efecto multiplicados conseguido por el caracter abierto de la informacion es muchisimo mayor que el conseguido por cualquier otra investigación recogida en un libro o en un artículo de una revista.
Con respecto al fondo, la investigación ofrece puntos de vista totalmente novedosos sobre los patrones de gasto de los más pobres, poniendo de manifiesto que 865 millones de personas en el mundo viven con menos de un dólar al día y que es necesario conocer sus necesidades reales y formas de vivir para poder implementar políticas anti-pobreza adecuadas que generen auténtico crecimiento. Sin embargo, esta pobreza no es falta de comida, sino que a esto se le añaden otro factores dependiendo del entorno del país en el que vivan: hay zonas sin acceso a sanidad, donde millones de personas mueren por ello; muchísimos niños que no tienen acceso a la educación, ni puede que lo tengan a lo largo de sus vidas… Por lo tanto, estas familias, no dedican todo su dinero a comida, si no que destinan parte de sus ingresos a otras cuestiones aparentemente “menos importantes”. Tal y como termina Naime, esto significa que estas poblaciones están siendo racionales y tomando decisiones segun la informacion que disponen, que posiblemente no sea toda, ni siquiera toda la necesaria.
Es el momento de repensar todas estas cuestiones…
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