De acuerdo con el Diccionario de Economía provisto por este blog, el “efecto expulsión” (crowding-out), se define como el “Crecimiento del gasto público que hace que disminuya la inversión privada. Algunos autores también lo definen como la disminución que experimenta la inversión privada como consecuencia del endeudamiento público.” También en este blog, diferentes contribuciones han apuntado a la posibilidad de que este fenómeno se esté manifestando en España. Así, Rafael Pampillón, nos decía que el “déficit no solo contribuirá a generar mayores tensiones inflacionistas si no que también habrá que financiarlo a través de deuda pública lo que aumentará el riesgo país y encarecerá la financiación del sector privado. En una situación, como la que atravesamos, de fuerte de restricción crediticia demandar fondos prestables a los mercados financieros no es buena idea ya que genera un efecto expulsión (crowding out); es decir, el sector público expulsa al sector privado de la economía.” Más adelante, José Ramón Díez aconsejaba “no perder de vista que se debe cortar la deriva actual de las finanzas públicas, pues de lo contrario el coste del servicio de la deuda y el efecto crowding-out (expulsión de la inversión privada) pueden ser dos lastres demasiado pesados para la próxima recuperación.” Por último, más recientemente Valentín Bote concluía que “los datos apuntan a que sí que podemos estar viviendo un fenómeno de crowding out financiero en España.”
El pasado mes de diciembre, el vicepresidente del BCE, Vitor Constancio, alertaba sobre las dificultades para refinanciar el billón de deuda bancaria que vence en los dos próximos años en un contexto marcado por el posible efecto crowding-out que ejercen unas finanzas públicas ampliamente deficitarias. La semana pasada el Santander y el BBVA reabrieron después de tres meses los mercados financieros para la banca española, pero a un elevado precio.
¿Podemos hablar de crowding-out en España?
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