La economía japonesa, como bien sabrán los lectores, lleva más de veinte años inmersa en una crisis, que arranca a finales de los años 80 y de la que todavía no se han recuperado. Esa crisis se inició con el estallido de una burbuja inmobiliaria y probablemente el hecho de que nosotros hayamos padecido una burbuja similar en nuestro país ha debido parecerle suficiente similitud a nuestro presidente del Gobierno para establecer una comparación entre ambas economías, afirmando ayer en Tokio que para España la economía japonesa es un «referente».
Leemos en los periódicos que Zapatero tituló ayer su intervención como «España y Japón, dos historias de éxito económico». Supongo que alguna explicación habrá, pero desde luego el ejemplo de Japón en las últimas dos décadas es un caso de estudio a nivel mundial sobre lo que no se debe hacer en economía. Y me imagino que Zapatero no se estaría refiriendo al éxito de la economía española en los últimos años en los que el paro se ha situado en cifras de record histórico…
Precisamente hoy hemos conocido un nuevo episodio de esta historia de «éxito»: el paro registrado en agosto ha aumentado en 61.083 personas, continuando con la senda alcista que sólo se vio interrumpida temporalmente por los descensos estacionales debidos a la actividad turística. Ahora que llega el otoño volvemos a comprobar que el avance del desempleo no ha llegado a su fin. De hecho, incluso una vez desestacionalizado el dato de agosto -un mes que suele caracterizarse por incrementos del desempleo- vemos un aumento sustancial del paro, de más de 12.000 personas. Además, el incremento registrado en agosto supera ampliamente el incremento promedio en un mes de agosto en la última década, que ascendió a 47.272 personas. En materia de afiliación a la Seguridad Social también hemos tenido hoy un mal dato, con una caída de 131.000 afiliados en agosto.
En definitiva, unos malos datos de paro y afiliación en agosto que contribuyen a afianzar este modelo de éxito basado en ausencia de reformas estructurales y de medidas equivocadas. Esperemos que no nos esperen veinte años de estancamiento, como a a Japón, aunque si se trata de un «ejemplo a seguir» a juicio de nuestro presidente, que Dios nos pille confesados…
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