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Jun

Cuando hace doce meses se discutía el perfil de la incipiente recuperación, algunos analistas utilizaban la W como escenario más probable, anticipando una recaída de la actividad en el medio plazo, una vez que la política económica extremadamente expansiva se fuera normalizando; teniendo en cuenta  que el consumo e inversión privada tendrían dificultades para tomar el relevo de los estímulos públicos, por la elevada deuda acumulada en la etapa expansiva. Y esa probabilidad de un “double-dip” y, por tanto, las dudas sobre la solidez de la recuperación es el tema estrella en el debate económico de las últimas semanas.

Las razones de este aumento del pesimismo están bastante claras:

1) El coste de las políticas expansivas de demanda ha sido superior al esperado y los mercados están muy preocupados por la solvencia de algunos países ante el fuerte deterioro de las finanzas públicas. Esto está obligando a poner en marcha programas de ajuste fiscal, que aunque en el medio plazo van a tener efectos positivos (primas de riesgo, etc), a corto plazo tendrán un coste en términos de crecimiento.

2) La crisis de la deuda griega y su gestión por parte de las autoridades europeas deja todavía algunas preguntas sin contestar sobre el proyecto de construcción europea.

3) La deuda acumulada está cambiando de manos entre agentes e incluso países, pero de momento no se ha reducido prácticamente nada.

4) Algunos segmentos de los mercados de financiación mayoristas vuelven a funcionar mal, reflejando un aumento de la aversión al riesgo.

5) Las caídas de las bolsas en las últimas semanas han supuesto una importante destrucción de riqueza que se empieza a reflejar en las confianzas de los agentes.

Por tanto, como ya sabíamos, esta recuperación va a ser frágil, hay muchos frentes abiertos y otros que se abrirán en el medio plazo (regulación financiera), pero pienso que todavía debemos ver el vaso medio lleno, teniendo en cuenta:

1) La solidez de la recuperación en emergentes y en buena parte de la OCDE, especialmente EEUU y Japón.

2) La buena evolución de los intercambios comerciales mundiales que prácticamente han recuperado los máximos históricos de abril de 2008.

3) La actitud cautelosa de los bancos centrales en la UEM, EEUU y Gran Bretaña que van a retrasar las subidas de tipos y mantener una adecuada holgura en la liquidez del sistema financiero.

4) La ausencia de problemas inflacionistas, como pone de manifiesto el comportamiento de la inflación subyacente, lo que reducirá las presiones sobre los bancos centrales.

5) La evolución de los tipos de cambio que favorecerá la recuperación de la zona económica con más problemas en estos momentos (Europa). Es decir, el debilitamiento del euro y el consiguiente relajamiento de las condiciones financieras en la UEM es la noticia más positiva en la región en los últimos tiempos.

6) La incipiente recuperación del mercado de trabajo en EEUU que confirma la reactivación de la economía americana.

Es decir, pienso que la inercia positiva del ciclo económico y, sobre todo, el dinamismo de los emergentes van a permitir que la recuperación mantenga su velocidad de crucero. Como casi siempre, la clave será el comportamiento de la economía americana. Aunque a partir de ahora serán muy importantes las reformas de oferta que permitan aumentar el crecimiento potencial.

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