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Jun

Después de 20 años, mi amigo y colega Carmelo Mesa-Lago (Catedrático de Economía y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh) pudo regresar a Cuba para participar en la X Semana Social Católica, invitado por el cardenal Jaime Ortega. Carmelo ha contado su experiencia en un artículo publicado ayer en El País titulado “Regreso a La Habana: ¿se abre el diálogo?”  Que es un testimonio actual y de primera mano escrito por un intelectual y economista independiente. 

[Cuba] Associated Press

Nos cuenta Carmelo que desde la Semana Social se solicitó al Gobierno, y éste lo concedió, a que las Damas de Blanco pudiesen desfilar sin actos de repudio, se  liberase un preso político que está parapléjico, y se trasladaran otros 12 presos enfermos a cárceles menos severas y más cercanas a sus familiares. Carmelo señala en su artículo que todos los que nos dedicamos a escribir y a hablar sobre Cuba deberíamos intentar ayudar a liberar por todos los medios a todos los presos de conciencia.

Los que no quieren el dialogo

Hay sin embargo, dos grupos extremos que dificultan la negociación y el diálogo en la Isla. Fuera de Cuba un sector minoritario y extremista ubicado en Miami que que dificulta los avances por la vía pacífica y que parece que prefieren una guerra civil. Y dentro de Cuba un sector de dinosaurios y jacobinos que obstaculiza la apertura y las reformas económicas. Es reprobable que funcionarios y burócratas cubanos, a los que no les faltan bienes y servicios, se opongan a las reformas urgentes y necesarias para sacar la nación de la crisis y el hambre. Ambos grupos intolerantes y  antagónicos se unen en la defensa de sus intereses respectivos y en la confrontación, retroalimentándose entre sí.

Hay que romper el círculo vicioso y dar salida a una situación política y económica, a todas luces inaceptable, con un diálogo que lleve a la reconciliación nacional, la libertad de los presos de conciencia y las reformas estructurales esenciales, decisiones que corresponden a los cubanos sin interferencia externa. 

La política económica

Y en este dialogo ¿Qué medidas de política económica se pueden emprender?  Voy a enumerar unas cuantas por si pueden ser de utilidad:

1) La promoción del trabajo por cuenta propia, asegurando esto con una Ley que provea amparo jurídico a esta forma de trabajo con el objetivo de reducir la incertidumbre y la desconfianza que se ha instaurado entre ese tipo de empresas.

2) La participación de la inversión extranjera que debería contar con mayores seguridades en lo que se refiere a su participación en los beneficios y la posibilidad de su repatriación.

3) La libertad de expresión. Cuba necesita un compromiso formal de su gobierno en reconocer la capacidad de opinar de todos los ciudadanos sin que esto implique represalias de ningún tipo. Se debería favorecer el intercambio de ideas y opiniones y la liberalización de los presos políticos.

4) El cambio de la política de sustitución de importaciones por otra de promoción de las exportaciones. Sólo así pudiera hacérsele frente al peso que representan las importaciones en la balanza de pagos de nuestro país, sin cortar el flujo de las importaciones, de las cuales dependemos grandemente. Para esto sería recomendable hacerle espacio a la banca internacional con posibilidad de operar.

5) La unificación de la moneda, con todo lo que ello implica. Esto traería un mejor control contable, financiero y económico para las empresas y la economía en su conjunto, favoreciendo la toma eficiente de decisiones.

6) Una reforma empresarial que potencie formas complementarias a la empresa estatal.

7) Promover la entrada de Cuba en los organismos y mecanismos financieros internacionales.

8) Favorecer la entrada de capitales, sobre todo de inversión directa productiva. Habría que tener en cuenta las experiencias de otros países, como Colombia y Chile, que han evitado los riesgos de salida imprevista de capitales, los llamados capitales «golondrinos».

Obviamente, estas medidas no son las únicas ni abarcan todo el entorno económico, pero pueden dar una idea del manejo difícil pero necesario que exige la economía de Cuba en aras de superar la crisis y caminar por otra senda: una senda de crecimiento, estabilidad, desarrollo y libertad.

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