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    [post_content] => En la prensa de  estos días hemos visto una noticia que merecería no pasar inadvertida: En España se crearon en el 2009 79.617 empresas (que supone un 25% menos que el año anterior) y se liquidaron 21.875 firmas.  Es decir en términos absolutos desaparecieron 49.268 empresas, en los últimos doce meses.

 No dejamos de escuchar críticas frente al elevado número de funcionarios que hay en España pero la realidad es que, hoy por hoy, parece el único generador de empleo que existe: Las grandes empresas congelan las contrataciones y mantienen las prejubilaciones; las PYMES concentran el 99% de las empresas liquidadas y el sector público mantiene la oferta de empleo en cada Ministerio.

 El debate no debería ser si hay mucho empleo público sino por qué no se genera más empleo privado.  Con una economía en la que los editoriales de la prensa económica de ayer ya muestran la cifra de 4,5M de parados como un dato consensuado, la oferta de 17.948 nuevos empleos públicos (a sumar las de los cuerpos públicos esenciales  como policía o instituciones penitenciarias) que realizó la Administración General del Estado en el 2009 son como una gota en una piscina.

¿Qué pasa con la iniciativa privada?

La respuesta puede estar en la  (falta de) confianza y la educación. En el 2009 se crearon menos empresas y con menor aportación de capital: 4.723M EUR frente a 8.430M EUR del año anterior (Un 43,97% menos).  Las aportaciones de los socios y la financiación ajena es menor cuanto menos se confía en la marcha económica del proyecto: Arriesgo menos por lo que tengo menos que perder.

La cuestión cultural depende de una forma de ser y pensar  que es muy difícil (no imposible cambiar): Hay una filosofía muy arraigada en la educación española de no arriesgar (que me quede como estoy) y que cualquier tipo de cambio siempre es a peor (más vale lo malo conocido…). Si bien es cierto que hay importantísimas empresas españolas que en el siglo XXI son referencias mundiales, el 95% del tejido empresarial sigue estando en manos de firmas con 50 empleados y  40M de EUR de facturación, para los que el día a día es una batalla y los dos últimos años un auténtico calvario.

El que un individuo con 18 años decida que su futuro profesional y su proyecto vital va a estar en manos de una idea empresarial propia, en un ministerio o perdido entre los cubículos de una gran empresa, no se puede establecer por decreto.  

El promover, incentivar y apoyar la imagen del emprendedor es lo que hará que podamos dejar antes la crisis y si además contamos con medios públicos bien gestionados que tienen un efecto multiplicador sobre la iniciativa privada lo lograremos mucho antes.
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15
Ene

Creación de Empresas en España

Escrito el 15 enero 2010 por Miguel Aguirre Uzquiano en Economía española

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 No dejamos de escuchar críticas frente al elevado número de funcionarios que hay en España pero la realidad es que, hoy por hoy, parece el único generador de empleo que existe: Las grandes empresas congelan las contrataciones y mantienen las prejubilaciones; las PYMES concentran el 99% de las empresas liquidadas y el sector público mantiene la oferta de empleo en cada Ministerio.

 El debate no debería ser si hay mucho empleo público sino por qué no se genera más empleo privado.  Con una economía en la que los editoriales de la prensa económica de ayer ya muestran la cifra de 4,5M de parados como un dato consensuado, la oferta de 17.948 nuevos empleos públicos (a sumar las de los cuerpos públicos esenciales  como policía o instituciones penitenciarias) que realizó la Administración General del Estado en el 2009 son como una gota en una piscina.

¿Qué pasa con la iniciativa privada?

La respuesta puede estar en la  (falta de) confianza y la educación. En el 2009 se crearon menos empresas y con menor aportación de capital: 4.723M EUR frente a 8.430M EUR del año anterior (Un 43,97% menos).  Las aportaciones de los socios y la financiación ajena es menor cuanto menos se confía en la marcha económica del proyecto: Arriesgo menos por lo que tengo menos que perder.

La cuestión cultural depende de una forma de ser y pensar  que es muy difícil (no imposible cambiar): Hay una filosofía muy arraigada en la educación española de no arriesgar (que me quede como estoy) y que cualquier tipo de cambio siempre es a peor (más vale lo malo conocido…). Si bien es cierto que hay importantísimas empresas españolas que en el siglo XXI son referencias mundiales, el 95% del tejido empresarial sigue estando en manos de firmas con 50 empleados y  40M de EUR de facturación, para los que el día a día es una batalla y los dos últimos años un auténtico calvario.

El que un individuo con 18 años decida que su futuro profesional y su proyecto vital va a estar en manos de una idea empresarial propia, en un ministerio o perdido entre los cubículos de una gran empresa, no se puede establecer por decreto.  

El promover, incentivar y apoyar la imagen del emprendedor es lo que hará que podamos dejar antes la crisis y si además contamos con medios públicos bien gestionados que tienen un efecto multiplicador sobre la iniciativa privada lo lograremos mucho antes.
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En la prensa de  estos días hemos visto una noticia que merecería no pasar inadvertida: En España se crearon en el 2009 79.617 empresas (que supone un 25% menos que el año anterior) y se liquidaron 21.875 firmas.  Es decir en términos absolutos desaparecieron 49.268 empresas, en los últimos doce meses.

 No dejamos de escuchar críticas frente al elevado número de funcionarios que hay en España pero la realidad es que, hoy por hoy, parece el único generador de empleo que existe: Las grandes empresas congelan las contrataciones y mantienen las prejubilaciones; las PYMES concentran el 99% de las empresas liquidadas y el sector público mantiene la oferta de empleo en cada Ministerio.

 El debate no debería ser si hay mucho empleo público sino por qué no se genera más empleo privado.  Con una economía en la que los editoriales de la prensa económica de ayer ya muestran la cifra de 4,5M de parados como un dato consensuado, la oferta de 17.948 nuevos empleos públicos (a sumar las de los cuerpos públicos esenciales  como policía o instituciones penitenciarias) que realizó la Administración General del Estado en el 2009 son como una gota en una piscina.

¿Qué pasa con la iniciativa privada?

La respuesta puede estar en la  (falta de) confianza y la educación. En el 2009 se crearon menos empresas y con menor aportación de capital: 4.723M EUR frente a 8.430M EUR del año anterior (Un 43,97% menos).  Las aportaciones de los socios y la financiación ajena es menor cuanto menos se confía en la marcha económica del proyecto: Arriesgo menos por lo que tengo menos que perder.

La cuestión cultural depende de una forma de ser y pensar  que es muy difícil (no imposible cambiar): Hay una filosofía muy arraigada en la educación española de no arriesgar (que me quede como estoy) y que cualquier tipo de cambio siempre es a peor (más vale lo malo conocido…). Si bien es cierto que hay importantísimas empresas españolas que en el siglo XXI son referencias mundiales, el 95% del tejido empresarial sigue estando en manos de firmas con 50 empleados y  40M de EUR de facturación, para los que el día a día es una batalla y los dos últimos años un auténtico calvario.

El que un individuo con 18 años decida que su futuro profesional y su proyecto vital va a estar en manos de una idea empresarial propia, en un ministerio o perdido entre los cubículos de una gran empresa, no se puede establecer por decreto.  

El promover, incentivar y apoyar la imagen del emprendedor es lo que hará que podamos dejar antes la crisis y si además contamos con medios públicos bien gestionados que tienen un efecto multiplicador sobre la iniciativa privada lo lograremos mucho antes.

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