El BCE no ha sorprendido a nadie al anunciar esta tarde que mantiene su tipo de interés de referencia en el mínimo histórico del 1% en el que se encuentra desde el pasado 8 de mayo. Con una tasa interanual de inflación aún negativa en octubre y una brecha de producción (desviación porcentual del PIB respecto a su nivel potencial) que puede estar próxima al -6%, las posibilidades de una subida de tipos eran prácticamente nulas. Sin embargo, la zona euro —no así España— muy probablemente salió de la recesión en el tercer trimestre y la tasa interanual de inflación remontará previsiblemente con fuerza en los próximos meses, aproximándose al objetivo del banco central. El presidente de la entidad, además, ha señalado que el Consejo de Gobierno se asegurará de que las medidas extraordinarias de liquidez sean retiradas a tiempo de forma gradual. ¿Quiere esto decir que una subida de tipos está próxima?
Probablemente no. Los actuales niveles de inflación y brecha de crecimiento, guías de referencia de la acción de los bancos centrales, sugieren que, si ello fuera posible, el tipo de intervención del BCE tendría que situarse en estos momentos en torno al -2,5%. Esto significa que una subida de tipos desde el 1% actual requeriría que la regla de comportamiento se moviese al alza 3,5 puntos porcentuales, movimiento que en el pasado le ha llevado siempre más de un año. El BCE, como otros bancos centrales, ha tenido que recurrir, ante la imposibilidad de recortar tipos más allá del 0%-1%, a políticas no convencionales (como la adquisición de títulos hipotecarios) para inyectar nuevas dosis de liquidez en el sistema. Parece razonable, en este contexto, que la primera fase de “marcha atrás” se produzca en esta clase de medidas, algo que irá sucediendo en los próximos meses.
De entrada, es muy probable que en diciembre el BCE anuncie que la subasta extraordinaria de financiación a un año (otra de esas medidas excepcionales adoptadas) se celebrará por última vez en ese mes. Será especialmente interesante ver si los fondos son ofrecidos de nuevo al 1% del tipo de intervención o con cierto sobreprecio. Esa última posibilidad sería una clara señal de que en el horizonte de un año (hasta diciembre de 2010) el BCE ve una probabilidad significativa de que durante ese período se eleve su tipo de referencia.
En cualquier caso, no es probable que ese momento llegue antes del verano, sobre todo en un contexto en el que la política monetaria se va a encontrar especialmente sola para limitar los riesgos a baja en el crecimiento económico, que promete ser especialmente moderado en los próximos trimestres. Esa soledad de la política monetaria se debe a que la fiscal ha superado ya claramente las principales cotas de riesgo y un número creciente de gobiernos se está embarcando en lo que va a ser un penoso y largo proceso de consolidación. Los dos sistemas respetables que hasta la fecha se han inventado para reducir el déficit —más impuestos y menos gastos— suponen un claro lastre para el crecimiento económico. Hay un tercer sistema, menos respetable, que consiste en fomentar la inflación. Para ello también sería necesaria la ayuda de los bancos centrales.
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