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                       El que escribe este post es un español un poco "tacaño" que no suele cambiar de coche. Suelo cambiar de barco con relativa frecuencia pero, en cambio, no cambio de coche. Tengo un coche que tiene 14 años que funciona estupendamente. Sin embargo, gracias a los estímulos fiscales del gobierno, y que han prorrogado hasta final de año, estoy pensando en comprarme un coche nuevo y dejaré el cambio de barco para mejor ocasión.

En España un barco de vela, como el que es el que ves en la foto (27 pies), tiene un coste de matriculación del 12% a lo que hay que añadir, además, un 16% de IVA. A partir de junio del año que viene el IVA será del 18%. El objetivo de estos impuestos (30% sobre el precio del barco) es recaudar ingresos de las personas que fácilmente pueden pagarlos: los ricos. Como los ricos (si se puede llamar rico al que puede comprarse un velero como el de la foto) son los únicos que pueden comprar este tipo de divertimento, gravar los barcos de vela (también los de motor) parece una manera lógica de gravar a los que más tienen.

La crisis económica y la navegación a vela

Como consecuencia lógica de la crisis la compra de barcos de recreo ha caído un 40%. Los productores, agrupados en la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN) hicieron saber a las Cortes Generales que el paro n el sector aumentaría, como consecuencia de los expedientes de regulación de empleo. Para evitar que las empresas se fueran “a pique” (nunca mejor dicho) el 19 de junio de este año se propuso a los legisladores  españoles derogar el impuesto de matriculación de los yates. Como no podía ser de otra manera se montó una bronca monumental. El populismo imperante y la ignorancia en temas económicos de sus señorías rechazaron el proyecto de ley. Sin embargo, cuando se analiza económicamente esa posible rebaja fiscal a través del juego de la oferta y la demanda, el resultado es muy diferente al que dicta el sentido común.

Elasticidad de la oferta y la demanda

Conviene señalar que la demanda de este tipo de barcos es bastante elástica. Un ciudadano con capacidad de comprar un barco de recreo puede fácilmente no comprarlo; puede utilizar el dinero para otras cosas: adquirir una casa mayor, irse de vacaciones al Caribe o dejar una herencia mayor a sus herederos (en las fotos puede ver el lector una parte de mis posibles herederos). En cambio, la oferta (producción) de yates es relativamente inelástica, al menos a corto plazo. Las fábricas de yates no pueden utilizarse fácilmente para otros fines, por ejemplo, producir coches, y los trabajadores que  fabrican barcos de vela no tienen fácil recolocación y menos en épocas de crisis. Para corroborar esta afirmación se puede consultar ¿Quien paga los impuestos?.

¿Quien paga los impuestos el consumidor o el productor?

Las leyes económicas son inapelables: la carga del impuesto recae sobre la parte más inelástica.  Como en el caso que nos ocupa la demanda es elástica y la oferta es inelástica, la carga del impuesto recae principalmente sobre los oferentes. Y su contrario también es inapelable: una rebaja del impuesto beneficia principalmente a los oferentes. Es decir, un impuesto sobre los barcos deportivos recae principalmente en las empresas y en los trabajadores que los fabrican, ya que acaban percibiendo un precio más bajo por su producto. Sin embargo, los trabajadores que hacen estos barcos no son ricos. Por lo tanto, la carga de un impuesto sobre los yates  recae más en la clase media (trabajadores) que en los ricos. Los supuestos populistas acerca de la incidencia del impuesto  sobre los yates (lo pagan los ricos) son refutados por los hechos: se hunde ese sector y los trabajadores se van al paro (lo pagan los trabajadores).

Los estímulos fiscales hacen que cambie de coche pero no de barco. ¿Por qué se estimula la compra de coches y en cambio se castiga la compra de barcos? Que te parece: ¿Subirías impuestos sobre los barcos? ¿Bajarías esos impuestos? ¿No  modificarías esos impuestos?

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26
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En España un barco de vela, como el que es el que ves en la foto (27 pies), tiene un coste de matriculación del 12% a lo que hay que añadir, además, un 16% de IVA. A partir de junio del año que viene el IVA será del 18%. El objetivo de estos impuestos (30% sobre el precio del barco) es recaudar ingresos de las personas que fácilmente pueden pagarlos: los ricos. Como los ricos (si se puede llamar rico al que puede comprarse un velero como el de la foto) son los únicos que pueden comprar este tipo de divertimento, gravar los barcos de vela (también los de motor) parece una manera lógica de gravar a los que más tienen.

La crisis económica y la navegación a vela

Como consecuencia lógica de la crisis la compra de barcos de recreo ha caído un 40%. Los productores, agrupados en la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN) hicieron saber a las Cortes Generales que el paro n el sector aumentaría, como consecuencia de los expedientes de regulación de empleo. Para evitar que las empresas se fueran “a pique” (nunca mejor dicho) el 19 de junio de este año se propuso a los legisladores  españoles derogar el impuesto de matriculación de los yates. Como no podía ser de otra manera se montó una bronca monumental. El populismo imperante y la ignorancia en temas económicos de sus señorías rechazaron el proyecto de ley. Sin embargo, cuando se analiza económicamente esa posible rebaja fiscal a través del juego de la oferta y la demanda, el resultado es muy diferente al que dicta el sentido común.

Elasticidad de la oferta y la demanda

Conviene señalar que la demanda de este tipo de barcos es bastante elástica. Un ciudadano con capacidad de comprar un barco de recreo puede fácilmente no comprarlo; puede utilizar el dinero para otras cosas: adquirir una casa mayor, irse de vacaciones al Caribe o dejar una herencia mayor a sus herederos (en las fotos puede ver el lector una parte de mis posibles herederos). En cambio, la oferta (producción) de yates es relativamente inelástica, al menos a corto plazo. Las fábricas de yates no pueden utilizarse fácilmente para otros fines, por ejemplo, producir coches, y los trabajadores que  fabrican barcos de vela no tienen fácil recolocación y menos en épocas de crisis. Para corroborar esta afirmación se puede consultar ¿Quien paga los impuestos?.

¿Quien paga los impuestos el consumidor o el productor?

Las leyes económicas son inapelables: la carga del impuesto recae sobre la parte más inelástica.  Como en el caso que nos ocupa la demanda es elástica y la oferta es inelástica, la carga del impuesto recae principalmente sobre los oferentes. Y su contrario también es inapelable: una rebaja del impuesto beneficia principalmente a los oferentes. Es decir, un impuesto sobre los barcos deportivos recae principalmente en las empresas y en los trabajadores que los fabrican, ya que acaban percibiendo un precio más bajo por su producto. Sin embargo, los trabajadores que hacen estos barcos no son ricos. Por lo tanto, la carga de un impuesto sobre los yates  recae más en la clase media (trabajadores) que en los ricos. Los supuestos populistas acerca de la incidencia del impuesto  sobre los yates (lo pagan los ricos) son refutados por los hechos: se hunde ese sector y los trabajadores se van al paro (lo pagan los trabajadores).

Los estímulos fiscales hacen que cambie de coche pero no de barco. ¿Por qué se estimula la compra de coches y en cambio se castiga la compra de barcos? Que te parece: ¿Subirías impuestos sobre los barcos? ¿Bajarías esos impuestos? ¿No  modificarías esos impuestos?

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En España un barco de vela, como el que es el que ves en la foto (27 pies), tiene un coste de matriculación del 12% a lo que hay que añadir, además, un 16% de IVA. A partir de junio del año que viene el IVA será del 18%. El objetivo de estos impuestos (30% sobre el precio del barco) es recaudar ingresos de las personas que fácilmente pueden pagarlos: los ricos. Como los ricos (si se puede llamar rico al que puede comprarse un velero como el de la foto) son los únicos que pueden comprar este tipo de divertimento, gravar los barcos de vela (también los de motor) parece una manera lógica de gravar a los que más tienen.

La crisis económica y la navegación a vela

Como consecuencia lógica de la crisis la compra de barcos de recreo ha caído un 40%. Los productores, agrupados en la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN) hicieron saber a las Cortes Generales que el paro n el sector aumentaría, como consecuencia de los expedientes de regulación de empleo. Para evitar que las empresas se fueran “a pique” (nunca mejor dicho) el 19 de junio de este año se propuso a los legisladores  españoles derogar el impuesto de matriculación de los yates. Como no podía ser de otra manera se montó una bronca monumental. El populismo imperante y la ignorancia en temas económicos de sus señorías rechazaron el proyecto de ley. Sin embargo, cuando se analiza económicamente esa posible rebaja fiscal a través del juego de la oferta y la demanda, el resultado es muy diferente al que dicta el sentido común.

Elasticidad de la oferta y la demanda

Conviene señalar que la demanda de este tipo de barcos es bastante elástica. Un ciudadano con capacidad de comprar un barco de recreo puede fácilmente no comprarlo; puede utilizar el dinero para otras cosas: adquirir una casa mayor, irse de vacaciones al Caribe o dejar una herencia mayor a sus herederos (en las fotos puede ver el lector una parte de mis posibles herederos). En cambio, la oferta (producción) de yates es relativamente inelástica, al menos a corto plazo. Las fábricas de yates no pueden utilizarse fácilmente para otros fines, por ejemplo, producir coches, y los trabajadores que  fabrican barcos de vela no tienen fácil recolocación y menos en épocas de crisis. Para corroborar esta afirmación se puede consultar ¿Quien paga los impuestos?.

¿Quien paga los impuestos el consumidor o el productor?

Las leyes económicas son inapelables: la carga del impuesto recae sobre la parte más inelástica.  Como en el caso que nos ocupa la demanda es elástica y la oferta es inelástica, la carga del impuesto recae principalmente sobre los oferentes. Y su contrario también es inapelable: una rebaja del impuesto beneficia principalmente a los oferentes. Es decir, un impuesto sobre los barcos deportivos recae principalmente en las empresas y en los trabajadores que los fabrican, ya que acaban percibiendo un precio más bajo por su producto. Sin embargo, los trabajadores que hacen estos barcos no son ricos. Por lo tanto, la carga de un impuesto sobre los yates  recae más en la clase media (trabajadores) que en los ricos. Los supuestos populistas acerca de la incidencia del impuesto  sobre los yates (lo pagan los ricos) son refutados por los hechos: se hunde ese sector y los trabajadores se van al paro (lo pagan los trabajadores).

Los estímulos fiscales hacen que cambie de coche pero no de barco. ¿Por qué se estimula la compra de coches y en cambio se castiga la compra de barcos? Que te parece: ¿Subirías impuestos sobre los barcos? ¿Bajarías esos impuestos? ¿No  modificarías esos impuestos?

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