28
Sep

Hace tiempo que en este blog nos manifestamos a favor de reducir los impuestos y especialmente el IVA (impuesto sobre el valor añadido). De ahí que, aunque solo fuera por coherencia, estamos en contra de la subida de impuestos sobre el consumo  (IVA) que a partir de junio de 2010 planea el gobierno de España. En circunstancias como las actuales, de incertidumbre y de posible cambio en el ciclo económico, el gobierno debería haber evitado subir los impuestos y, en cambio debería reducir más el gasto.

 El gobierno afirma, frente a lo que se dice en todos los manuales de economía, que la subida del IVA no afectará al consumo. Es oportuno recordar que, en 2007, el crecimiento económico en Alemania se ralentizó en los seis primeros meses por el efecto del incremento del Impuesto del Valor Añadido (IVA), que subió en enero de 2007 del 16 al 19 %. Ello se debió a un fuerte retroceso en el consumo. No sería de extrañar, por tanto, que el crecimiento económico español también sufriese, en la segunda mitad del año que viene,  como consecuencia de la subida del IVA. La subida de impuestos hará que el crecimiento del PIB se contraiga más de lo que dicen los presupuestos. El consumo en vez de tener un crecimiento positivo del 0,2%, que contemplan los presupuestos, tendrá crecimiento negativo. Ello provocará un crecimiento económico más negativo y una menor recaudación por IVA de lo que se contempla en los Presupuestos Generales del Estado para 2010.  

Por tanto, los errores de política económica generan un error de predicción en el comportamiento del PIB que a su vez generará un déficit presupuestario mucho mayor del previsto: se prevé un déficit del 5,4% cuando el consenso de los economistas prevé el 11,5%. Este déficit habrá que financiarlo a través de deuda pública lo que a su vez aumentará los gastos en intereses que tendrá que pagar el estado a la vez que encarecerá la financiación del sector privado de la economía. En una situación como la que atravesamos, de fuerte restricción crediticia, demandar fondos prestables a los mercados financieros no es buena idea, ya que genera un efecto «expulsión» (es decir, el sector público al capturar una parte de la financiación expulsa al sector privado de la economía).

 Tampoco son creíbles los pagos previstos por prestaciones y subsidios de desempleo que según los Presupuestos Generales del Estado para 2010 alcanzarán los 32.000 millones de euros. Una cifra a todas luces insuficiente ya que ese gasto por desempleo podría alcanzar los 35.000 millones de euros. ¿Por qué esta diferencia? Porque los Presupuestos Generales del Estado para 2010 solo esperan una caída del empleo del 1,7% para el año que viene, cuando el consenso de economistas sitúa esta caída en el 2,8%. Además cuando se destruye empleo se recauda menos por IRPF por lo que la previsión de ingresos parece exagerada. La consecuencia de un mayor gasto por desempleo y menores ingresos, por IVA y por IRPF, es un mayor déficit público.

 Ya se ve que estos presupuestos dibujan un escenario demasiado optimista que puede perjudicar la credibilidad del gobierno. De ahí que el gobierno debería confeccionar otros Presupuestos Generales del Estado para 2010 que deberían contemplar otra política tributaria y una mayor reducción del gasto público en aquellas partidas menos necesarias, como pueden ser eliminar varios ministerios que sobran y dejar de gastar  los 5.000 millones de euros previstos en un nuevo plan E que no sirve para nada.

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