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    [post_content] => Ayer por la tarde se conoció la propuesta de Obama para renovar a Ben Bernanke como gobernador de la Reserva Federal. Si normalmente el nombramiento de la máxima autoridad de la FED nos atañe a todos, por su influencia en el comportamiento de los mercados financieros (bolsa, bonos, tipos de cambio), qué decir en momentos como los actuales, cuando las principales economías del mundo empiezan a levantar cabeza, después de verse inmersas en la mayor recesión de las últimas décadas. La decisión era esperada por múltiples motivos. Políticamente, porque fue nombrado por una administración republicana y, por tanto, la extensión de su mandato ayudará al consenso en otros temas que se están debatiendo en estos momentos, como la reforma del sistema sanitario. Técnica y académicamente es una candidato irreprochable, no en vano es uno de los mayores expertos en la Gran Depresión, último episodio de crisis que se puede comparar al actual. Y, por último, en términos de pragmatismo, no conviene cambiarse de caballo a mitad del río, sobre todo, teniendo en cuenta los riesgos que ha asumido la política monetaria en los últimos meses. Es mejor que el delicado proceso de normalización monetaria que se llevará a cabo en los próximos dos años lo ejecute el cerebro detrás de la innovadora estrategia. Ese parece haber sido el veredicto de los mercados, que han cotizado positivamente la extensión del mandato de Bernanke.

 ¿Pero qué valoración podemos hacer de los tres años y medio que lleva Bernanke al frente de la FED? Sustituir a una personalidad como Alan Greenspan no era una tarea sencilla, pues si ahora es blanco de numerosas críticas por la falta de regulación y control en buena parte del sistema financiero, así como por la ausencia de respuesta ante la formación de burbujas en diferentes mercados, a principios de 2006 seguía siendo "El Maestro" que había pilotado una de las etapas de mayor prosperidad y crecimiento de la economía americana. Así que desde enero de 2006 hasta el verano de 2007, la FED mantuvo a grandes rasgos su filosofía y Bernanke se centró en intentar un cambio hacia un objetivo más explícito de política monetaria, al estilo del que tenemos en la UEM. Precisamente, esa inacción cuando se estaba formando la mayor burbuja de las últimas décadas en la economía americana es la principal crítica que están realizando estos días, economistas reputados como Stephen Roach. De hecho, pese a las bajadas de tipos, desde el verano de 2007 hasta septiembre de 2008, la FED siguió mostrando dudas sobre la naturaleza de la crisis. Es a raíz de la caída de Lehman Brothers (otra crítica a la actuación de la FED), cuando realmente Bernanke empezó a aplicar un "by-pass"  a la economía, inyectando financiación directamente a los agentes, saltándose a los intermediarios financieros. El aumento del balance del banco central se ha utilizado para comprar papel comercial, titulizaciones y hasta deuda del estado, evitando un colapso de la economía. Sin esa intervención, no estaríamos viendo una mejora en los indicadores de actividad.

 A medio plazo, la decisión de cuándo y cómo empezar a reducir el balance y, por tanto, normalizar la política monetaria va a ser una de los movimientos más difíciles que han acometido los bancos centrales en las últimas décadas. Si se hace demasiado pronto, la economía podría volver a caer y, si se realiza demasiado tarde, podrían dispararse las expectativas de inflación, con la consiguiente caída del precio de los bonos y del valor del dólar. Pero además, la FED va a tener un papel esencial en la reforma de la regulación y supervisión del sistema financiero americano, asumiendo un poder que nunca había tenido una institución en EEUU. Si a lo anterior añadimos, que la estrategia de la política monetaria (objetivo e instrumentos) tiene que cambiar en los próximos años, la tarea que tiene ante sí Ben Bernanke es ciertamente complicada. Es por ello, que todos deseamos que Obama haya acertado con su decisión. Buena parte de la estabilidad y comportamiento de los mercados financieros mundiales en los próximos años dependerá de ello.
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26
Ago

Un nuevo mandato para Ben Bernanke

Escrito el 26 agosto 2009 por José Ramón Diez Guijarro en Economía de EEUU, Economía Global, Política Monetaria

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 ¿Pero qué valoración podemos hacer de los tres años y medio que lleva Bernanke al frente de la FED? Sustituir a una personalidad como Alan Greenspan no era una tarea sencilla, pues si ahora es blanco de numerosas críticas por la falta de regulación y control en buena parte del sistema financiero, así como por la ausencia de respuesta ante la formación de burbujas en diferentes mercados, a principios de 2006 seguía siendo "El Maestro" que había pilotado una de las etapas de mayor prosperidad y crecimiento de la economía americana. Así que desde enero de 2006 hasta el verano de 2007, la FED mantuvo a grandes rasgos su filosofía y Bernanke se centró en intentar un cambio hacia un objetivo más explícito de política monetaria, al estilo del que tenemos en la UEM. Precisamente, esa inacción cuando se estaba formando la mayor burbuja de las últimas décadas en la economía americana es la principal crítica que están realizando estos días, economistas reputados como Stephen Roach. De hecho, pese a las bajadas de tipos, desde el verano de 2007 hasta septiembre de 2008, la FED siguió mostrando dudas sobre la naturaleza de la crisis. Es a raíz de la caída de Lehman Brothers (otra crítica a la actuación de la FED), cuando realmente Bernanke empezó a aplicar un "by-pass"  a la economía, inyectando financiación directamente a los agentes, saltándose a los intermediarios financieros. El aumento del balance del banco central se ha utilizado para comprar papel comercial, titulizaciones y hasta deuda del estado, evitando un colapso de la economía. Sin esa intervención, no estaríamos viendo una mejora en los indicadores de actividad.

 A medio plazo, la decisión de cuándo y cómo empezar a reducir el balance y, por tanto, normalizar la política monetaria va a ser una de los movimientos más difíciles que han acometido los bancos centrales en las últimas décadas. Si se hace demasiado pronto, la economía podría volver a caer y, si se realiza demasiado tarde, podrían dispararse las expectativas de inflación, con la consiguiente caída del precio de los bonos y del valor del dólar. Pero además, la FED va a tener un papel esencial en la reforma de la regulación y supervisión del sistema financiero americano, asumiendo un poder que nunca había tenido una institución en EEUU. Si a lo anterior añadimos, que la estrategia de la política monetaria (objetivo e instrumentos) tiene que cambiar en los próximos años, la tarea que tiene ante sí Ben Bernanke es ciertamente complicada. Es por ello, que todos deseamos que Obama haya acertado con su decisión. Buena parte de la estabilidad y comportamiento de los mercados financieros mundiales en los próximos años dependerá de ello.
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 ¿Pero qué valoración podemos hacer de los tres años y medio que lleva Bernanke al frente de la FED? Sustituir a una personalidad como Alan Greenspan no era una tarea sencilla, pues si ahora es blanco de numerosas críticas por la falta de regulación y control en buena parte del sistema financiero, así como por la ausencia de respuesta ante la formación de burbujas en diferentes mercados, a principios de 2006 seguía siendo «El Maestro» que había pilotado una de las etapas de mayor prosperidad y crecimiento de la economía americana. Así que desde enero de 2006 hasta el verano de 2007, la FED mantuvo a grandes rasgos su filosofía y Bernanke se centró en intentar un cambio hacia un objetivo más explícito de política monetaria, al estilo del que tenemos en la UEM. Precisamente, esa inacción cuando se estaba formando la mayor burbuja de las últimas décadas en la economía americana es la principal crítica que están realizando estos días, economistas reputados como Stephen Roach. De hecho, pese a las bajadas de tipos, desde el verano de 2007 hasta septiembre de 2008, la FED siguió mostrando dudas sobre la naturaleza de la crisis. Es a raíz de la caída de Lehman Brothers (otra crítica a la actuación de la FED), cuando realmente Bernanke empezó a aplicar un «by-pass»  a la economía, inyectando financiación directamente a los agentes, saltándose a los intermediarios financieros. El aumento del balance del banco central se ha utilizado para comprar papel comercial, titulizaciones y hasta deuda del estado, evitando un colapso de la economía. Sin esa intervención, no estaríamos viendo una mejora en los indicadores de actividad.

 A medio plazo, la decisión de cuándo y cómo empezar a reducir el balance y, por tanto, normalizar la política monetaria va a ser una de los movimientos más difíciles que han acometido los bancos centrales en las últimas décadas. Si se hace demasiado pronto, la economía podría volver a caer y, si se realiza demasiado tarde, podrían dispararse las expectativas de inflación, con la consiguiente caída del precio de los bonos y del valor del dólar. Pero además, la FED va a tener un papel esencial en la reforma de la regulación y supervisión del sistema financiero americano, asumiendo un poder que nunca había tenido una institución en EEUU. Si a lo anterior añadimos, que la estrategia de la política monetaria (objetivo e instrumentos) tiene que cambiar en los próximos años, la tarea que tiene ante sí Ben Bernanke es ciertamente complicada. Es por ello, que todos deseamos que Obama haya acertado con su decisión. Buena parte de la estabilidad y comportamiento de los mercados financieros mundiales en los próximos años dependerá de ello.

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