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    [post_content] => Esta mañana el INE ha publicado las cuentas no financieras de los sectores institucionales (1T de 2009), herramienta indispensable para analizar las tendencias de ahorro e inversión de los diferentes agentes y, por tanto, la evolución de las necesidades de financiación de la economía española. Como era de esperar, la fuerte recesión de la economía española, en parte originada en la importante restricción crediticia que existe en los mercados financieros internacionales, está permitiendo reducir la apelación al ahorro externo desde niveles máximos cercanos al 10% del PIB, hasta el 8,4% del 1T. Esta tendencia continuará en los próximos trimestres, pues el aumento del gasto e inversión pública será incapaz de compensar el fuerte retroceso de la demanda privada. De manera que en 2010 las necesidades de financiación podrían situarse por debajo del 5% del PIB. 

Este descenso de la apelación al ahorro externo es junto a la evolución de la inflación, la única noticia positiva de la economía española en los últimos meses. Lo que ha permitido la primera reducción de la posición deudora neta de nuestro país en los últimos 15 años (del 80,1% al 79,5% del PIB). Pese a ello, debemos ser concientes que debemos al exterior, nada más y nada menos que 866.663 millones de euros en términos netos.

La necesidad de financiación de la economía (-8,4% del PIB) se distribuye entre AA.PP. y empresas (con necesidades del 5,4% y 6,4%, respectivamente), por un lado, y familias e instituciones financieras (con capacidad de financiación en ambos casos del 1,8% y del 1,7%), por otro. Se prolonga el cambio de tendencia en la evolución financiera de los distintos agentes, que se inició el pasado año: por un lado, empresas y familias, ante el elevado endeudamiento que acumulan, se ven forzados a reducir la brecha entre ahorro e inversión; por otro, el parón de la actividad y las medidas discrecionales puestas en marcha para hacerla frente afectan a las cuentas de las AA.PP., que experimentan un agudo empeoramiento, lo que está reduciendo rápidamente el margen de actuación de la política fiscal y obligará, antes o después, a un cambio de rumbo de la misma, mediante la contención del gasto y/o subidas de impuestos, lo que podría quebrar una incipiente y débil recuperación.

En el caso de los hogares, la intensa destrucción de empleo, junto con la necesidad de recomponer su situación financiera, el efecto riqueza negativo derivado de los menores precios inmobiliarios y cotizaciones bursátiles y las condiciones de crédito más restrictivas están mermando sensiblemente el gasto de las familias, lo que facilita la recuperación del ahorro, que se sitúa en máximos históricos (14,1% de la renta bruta disponible, frente al 10% de 2007). En definitiva, la recesión y el elevado apalancamiento de familias y empresas está obligando a que sean mucho más cautelosas en sus decisiones de gasto, lo que está provocando un aumento del ahorro, en parte compensado por una tendencia diametralmente opuesta del sector público. Pero en el agregado, se detecta una incipiente corrección de los excesos de principios de esta década. Parece que todos empezamos a ser conscientes de que se acabaron los días de vino y rosas.

 
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Jul

El fin de los días de vino y rosas

Escrito el 1 julio 2009 por José Ramón Diez Guijarro en Economía española

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Este descenso de la apelación al ahorro externo es junto a la evolución de la inflación, la única noticia positiva de la economía española en los últimos meses. Lo que ha permitido la primera reducción de la posición deudora neta de nuestro país en los últimos 15 años (del 80,1% al 79,5% del PIB). Pese a ello, debemos ser concientes que debemos al exterior, nada más y nada menos que 866.663 millones de euros en términos netos.

La necesidad de financiación de la economía (-8,4% del PIB) se distribuye entre AA.PP. y empresas (con necesidades del 5,4% y 6,4%, respectivamente), por un lado, y familias e instituciones financieras (con capacidad de financiación en ambos casos del 1,8% y del 1,7%), por otro. Se prolonga el cambio de tendencia en la evolución financiera de los distintos agentes, que se inició el pasado año: por un lado, empresas y familias, ante el elevado endeudamiento que acumulan, se ven forzados a reducir la brecha entre ahorro e inversión; por otro, el parón de la actividad y las medidas discrecionales puestas en marcha para hacerla frente afectan a las cuentas de las AA.PP., que experimentan un agudo empeoramiento, lo que está reduciendo rápidamente el margen de actuación de la política fiscal y obligará, antes o después, a un cambio de rumbo de la misma, mediante la contención del gasto y/o subidas de impuestos, lo que podría quebrar una incipiente y débil recuperación.

En el caso de los hogares, la intensa destrucción de empleo, junto con la necesidad de recomponer su situación financiera, el efecto riqueza negativo derivado de los menores precios inmobiliarios y cotizaciones bursátiles y las condiciones de crédito más restrictivas están mermando sensiblemente el gasto de las familias, lo que facilita la recuperación del ahorro, que se sitúa en máximos históricos (14,1% de la renta bruta disponible, frente al 10% de 2007). En definitiva, la recesión y el elevado apalancamiento de familias y empresas está obligando a que sean mucho más cautelosas en sus decisiones de gasto, lo que está provocando un aumento del ahorro, en parte compensado por una tendencia diametralmente opuesta del sector público. Pero en el agregado, se detecta una incipiente corrección de los excesos de principios de esta década. Parece que todos empezamos a ser conscientes de que se acabaron los días de vino y rosas.

 
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Este descenso de la apelación al ahorro externo es junto a la evolución de la inflación, la única noticia positiva de la economía española en los últimos meses. Lo que ha permitido la primera reducción de la posición deudora neta de nuestro país en los últimos 15 años (del 80,1% al 79,5% del PIB). Pese a ello, debemos ser concientes que debemos al exterior, nada más y nada menos que 866.663 millones de euros en términos netos.

La necesidad de financiación de la economía (-8,4% del PIB) se distribuye entre AA.PP. y empresas (con necesidades del 5,4% y 6,4%, respectivamente), por un lado, y familias e instituciones financieras (con capacidad de financiación en ambos casos del 1,8% y del 1,7%), por otro. Se prolonga el cambio de tendencia en la evolución financiera de los distintos agentes, que se inició el pasado año: por un lado, empresas y familias, ante el elevado endeudamiento que acumulan, se ven forzados a reducir la brecha entre ahorro e inversión; por otro, el parón de la actividad y las medidas discrecionales puestas en marcha para hacerla frente afectan a las cuentas de las AA.PP., que experimentan un agudo empeoramiento, lo que está reduciendo rápidamente el margen de actuación de la política fiscal y obligará, antes o después, a un cambio de rumbo de la misma, mediante la contención del gasto y/o subidas de impuestos, lo que podría quebrar una incipiente y débil recuperación.

En el caso de los hogares, la intensa destrucción de empleo, junto con la necesidad de recomponer su situación financiera, el efecto riqueza negativo derivado de los menores precios inmobiliarios y cotizaciones bursátiles y las condiciones de crédito más restrictivas están mermando sensiblemente el gasto de las familias, lo que facilita la recuperación del ahorro, que se sitúa en máximos históricos (14,1% de la renta bruta disponible, frente al 10% de 2007). En definitiva, la recesión y el elevado apalancamiento de familias y empresas está obligando a que sean mucho más cautelosas en sus decisiones de gasto, lo que está provocando un aumento del ahorro, en parte compensado por una tendencia diametralmente opuesta del sector público. Pero en el agregado, se detecta una incipiente corrección de los excesos de principios de esta década. Parece que todos empezamos a ser conscientes de que se acabaron los días de vino y rosas.

 

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