Muchos científicos son de la opinión que hemos pescado y seguimos pescando de forma excesiva y que por este motivo muchas especies marinas se están extinguiendo. Ello exige la urgente necesidad de introducir cambios en la política y en los instrumentos con el fin de frenar el libre acceso a los recursos de los océanos. Es sabido que los océanos constituyen uno de los más extensos bienes comunes del planeta. De ahí que las pesquerías ofrezcan el mejor ejemplo de la tragedia de los bienes comunes. Como existen pocos controles sobre las capturas y muchas de las especies son móviles, el comportamiento de los pescadores es pescar el máximo posible ya que todo lo que ellos dejen de pescar puede ser aprovechado por otros. Por consiguiente, en lugar de permitir que los peces crezcan y se reproduzcan para mantener una carga ótima de pescado que permita una mejor explotación y un mayor beneficio, el incentivo es apoderarse de la mayor cantidad posible antes de que lo hagan los demás. Y como todo pescador tiene motivos para actuar en esta dirección, el resultado es la sobreexplotación de los bancos de pesca. Un ejemplo de libro de la tragedia de los comunes.
Este comportamiento, basado en el libre acceso a los recursos, conduce a la reducción de las reservas piscícolas por debajo del nivel óptimo, cuando no a su extinción total, y además genera sobreinversiones en las labores pesqueras que estimulan ritmos de explotación más rápidos. Esta carrera hacia el exterminio de los caladeros se ha manifestado bajo la forma de sobrecapitalización en radares, sonares, buques más rápidos y redes más extensas. La consecuencia fue que a partir de 1989 las capturas comenzaron a disminuir, había demasiados barcos para capturar un menor número de peces.
Los derechos de pesca
Una posible solución a los problemas de sobreexplotación pesquera es la implantación de un sistema que subaste los “derechos de pesca”, que no es otra cosa que aplicar los derechos de propiedad sobre la pesca. La venta de derechos es un sistema que permite la administración de recursos escasos renovables que son de todos. Combina el establecimiento de unas cuotas o cantidad máxima que se puede pescar, con la libre asignación de los recursos por el mercado. La utilización de este instrumento serviría para poner orden en la pesca mundial y proteger la pesca futura.
¿Como se aplican los derechos de pesca?
El funcionamiento de los derechos de pesca se puede describirse así: el organismo competente establece un tope de pesca, por ejemplo, la cantidad total anual de fletán, atún, platija, sardina, etc. que se puede pescar. Esta cantidad se fijará siguiendo criterios que permitan a los caladeros regenerarse por si solos. Después, se dividirá la cantidad anual en partes alícuotas (por ejemplo, toneladas) en el número que se considere oportuno. Cada parte o porción será un derecho. Una vez al año, el organismo competente vende los derechos de pesca, a través de un sistema de subasta, por el total de las capturas aprobadas, lo cual permite que un armador (propietario del barco) opte por adquirir esos derechos o recibir una compensación si decide abandonar la pesca de un caladero. Podría, por tanto, acudir a otro caladero que le resultase más conveniente, es decir, más rentable. Según sea la puja y la cantidad de pescado que se pueda pescar, el derecho valdría más o menos. Así, por ejemplo, pescar una tonelada de fletán en los Grandes Bancos de Terranova podría costar 200 euros y una tonelada de sardinas en el golfo de León 1000 euros y otro precio completamente distinto en el mar de Barents o para la platija. Incluso podría darse el caso de un caladero que tuviese tal abundancia de peces que el coste del derecho fuese meramente testimonial, 10 euros. Los precios de los derechos se fijarán, por tanto, a través del sistema de oferta y demanda, en este caso de derechos, que a su vez dependerán de la abundancia de peces en el caladero.
Los derechos de pesca mejoran la eficiencia, explotación y conservación de los recursos pesqueros.
El sistema de derechos de pesca prima la eficiencia, ya que dichos derechos los comprarán los pescadores más competentes, es decir, los que incurren en menores costes y pueden, por tanto, pagar mejores precios por los derechos de pesca. Los pescadores menos eficientes se tendrán que buscar la vida y dedicarse a otros trabajos o sectores. Además, los derechos de pesca estimulan el progreso al reducir los costes de las capturas. Los pescadores que adopten nuevos métodos o nuevas tecnologías que reduzcan los costes tendrán más beneficios y estarán en mejor situación para comprar derechos a los menos eficientes. Se da aquí un acusado contraste con el actual sistema de regulación, que estimula las sobreinversiones en la carrera por los recursos fugitivos.
El sistema de subasta de derechos, año a año, puede dotarse de flexibilidad, ya que al final del año la autoridad competente tendría la facultad de aumentar, para el año siuiente, los derechos de pesca en circulación o retirar parte de ellos, lo que permitirá a las empresas reconsiderar la conveniencia de adquirir más o menos derechos según que precios, dada la experiencia del año anterior y su estructura de costes. Además, con los derechos de propiedad sería el mercado quien fijase las reducciones o incrementos de las flotas pesqueras de acuerdo con la oferta de pesca disponible.
En un futuro, una vez ya madurado este sistema, los derechos de propiedad sobre los recursos pesqueros en vez de venderse cada año, se podrían vender para periodos más largos, o de una sola vez y para siempre. De esta forma se evitaría la intervención anual de una autoridad ajena a la explotación e incentivaría a los propietarios a mejorar las posibilidades de explotación del caladero, con el fin de conseguir en el futuro un mayor beneficio del mismo. Es decir, los propietarios podrían fijar aumentos o reducciones de las capturas de acuerdo con la oferta disponible en ese caladero, mejorando así, las condiciones para obtener mayores rendimientos futuros y permitirles también una posible venta futura de los derechos a un precio mayor que el de compra.
Los derechos de pesca son una solción al exterminio de los caladeros del planeta.
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