15
Feb

Hace un par de días recordábamos en este blog que hace ahora 15 años España soportaba la tasa de paro y de morosidad más alta de su historia. Y nos preguntábamos si se podría sacar alguna experiencia valiosa de aquella mala situación.

A mi me parece que se puede y debe aprender mucho. En primer lugar, que no interesa una moneda sobrevalorada, como la que tenía entonces la peseta y como la que tuvo el euro durante los últimos años. Una fuerte apreciación del tipo de cambio (entonces de la peseta y después el euro) no es buena para la economía porque se pierde competitividad lo que afecta negativamente a las decisiones de inversión.

Segundo, aprendimos también, que controlar la inflación es muy importante para el crecimiento económico ya que la estabilidad de precios refuerza la competitividad de las empresas y aumenta el crecimiento, así como el empleo a través de las exportaciones. Desgraciadamente, desde la última devaluación de la peseta en 1995, la inflación española ha sido, año a año, superior a la media de la eurozona, con una pérdida continua y trágica de la competitividad de los productos españoles. Cuando teníamos la peseta podíamos acudir al recurso de la devaluación y así lo hicimos para salir de aquella crisis de comienzo de los años 90: dos devaluaciones en 1992, otra en 1993 y la última en 1995 para restablecer la competitividad perdida y gracias a las devaluaciones se recuperaron las exportaciones y volvieron a ser positivos los saldos con el exterior en 1996, 1997 y 1998.

En tercer lugar, aprendimos que la política fiscal procíclica es un tremendo error de política económica. Generar déficit y endeudamiento público en la fase expansiva del ciclo genera gravísimos problemas de inestabilidad y endeudamiento que acaban ahogando el crecimiento económico y la creación de empleo y que tienen además una salida difícil y dolorosa. Un elevado endeudamiento en la fase expansiva limita la posibilidad de endeudarse en la fase recesiva. Por eso, desde finales de 1992, hubo que aplicar una estricta política económica que corrigiera los desequilibrios. Así junto a las devaluaciones descritas, hubo que corregir el excesivo déficit público para poder alcanzar a medio plazo y con un elevado coste en términos de paro, 24,5% de la población activa, el objetivo de estabilidad. Esto permitió que se fuera absorbiendo, poco a poco, el elevado nivel de desempleo y a partir de 1996, avanzar en la convergencia real con la Unión Europea.

¿Estamos hoy en la misma situación que en 1993 y 1994?

A mi me parece que España no está hoy en la misma situación que en 1992-1994. Hace 15 años teníamos política de tipo de cambio para poder devaluar ahora no. A comienzos de la década de los años 90 teníamos un record de paro relativo (24,5%), ahora tenemos un record de paro absoluto (este año superaremos los 4 millones de parados); además la población activa de entonces era relativamente reducida y con muy pocos inmigrantes la de ahora es enorme y con 4 millones de inmigrantes. Entonces teníamos elevado déficit y elevada deuda pública, ahora tenemos poco déficit público, poca deuda pública y una crisis de insuficiencia de demanda agregada.

¿Qué política económica se debe aplicar en 2009?

A mí me parece que se deben aplicar políticas anticíclicas, es decir, una política expansiva de demanda agregada. ¿Qué se puede hacer para aumentar la demanda agregada?

1) Que el BCE siga bajando los tipos de interés. Esta medida tendrá efecto en la medida en que la economía europea y española carezcan, como así parece, de tensiones inflacionistas y, exista capacidad productiva ociosa. Yo creo que hay excesos de capacidad productiva que está ociosa, es decir, recursos productivos sin utilizar. La nueva rebaja de tipos, que se producirá en marzo favorecerá la salida de la crisis.

2) Una bajada de impuestos (Política Fiscal expansiva) ayudaría más al crecimiento económico que la bajada de los tipos de interés. Una bajada de impuestos, aumentaría la renta personal disponible y se conseguiría un aumento del consumo y del ahorro privado. El aumento del ahorro haría disminuir el fuerte endeudamiento de las familias que es una condición necesaria para que el consumo se anime.

3) Otra posibilidad es aumentar el gasto público que aumente la demanda agregada ¿Qué tipo de gasto? Aquel que mejore la productividad: infraestructuras (carreteras, autopistas de peaje, infraestructuras hidráulicas y ferrocarriles), tecnologías de la información y el conocimiento, educación e I+D+i. El déficit público y endeudamiento que va a generar esta política fiscal expansiva (reducción de impuestos y aumento del gasto) no debería preocupar en exceso ya que el sector público español tiene, por ahora mucha capacidad para endeudarse. Es más con solo dejar actuar a los estabilizadores automáticos el déficit público va aumentar y mucho.

4) Por último, no se debe olvidar que desde 1999 la mayor inflación española ha venido acompañada de fuertes saldos negativos con el exterior. En 1992, 1993 y 1995 devaluamos la peseta para restablecer la competitividad, pero ahora, ante la ausencia de una política de tipo de cambio, la competitividad y el equilibrio exterior solo serán posibles a través de la estabilidad de precios, que sólo se puede alcanzar mediante reducción de costes empresariales de todo tipo, estímulo a la competencia y reformas estructurales.

En definitiva, la crisis de 1993 y la actual son distintas, porque el punto de partida es muy diferente, pero la experiencia de aquella crisis nos va a ayudar a resolver la que desgraciadamente estamos padeciendo en estos momentos.

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