26
Ene

Dos de mis hijos, Gonzalo (13 años) y María (11), que son los mayores, me han pedido que les compre un teléfono móvil (lo que en algunos países llaman celular). Les he dicho que no. Aunque se que en algún momento en un horizonte cercano se lo tendré que comprar. Un artículo escrito por Fernando García Fernández (“El móvil y los menores: reflexiones”, Nuestro Tiempo, septiembre, 2008) arroja algunas luces sobre el tema.

Es cierto que la mayoría de los preadolescentes dispone de móvil y lo mantiene operativo a todas horas y en todos los lugares. Es cierto que les permite comunicarles con sus padres o amigos en cualquier momento, lo que proporciona seguridad y tranquilidad. Pero también lo es que, cada vez más, el móvil tiende a ser la única pantalla. Con él se pueden realizar muchas de las cosas para las que antes se requerían diversos aparatos: cámara de fotos o vídeo, reproductores de mp3, radio, agenda electrónica, consola de juegos, conexión a internet, etcétera.


¿Cuáles son los inconvenientes?

1. Algunos menores afirman sentirse intranquilos y ansiosos cuando se ven obligados a prescindir del teléfono móvil, lo que podría indicar algún grado de dependencia.

2. Los menores pueden tener acceso a contenidos no adecuados para su edad. Podríamos encontrar muchos ejemplos en algunos servicios que puede prestar el móvil: animaciones, vídeos, salvapantallas, juegos, etc. En muchos casos no adecuados para su edad. Por no mencionar que todo lo bueno y lo malo de Internet tiene una ventana abierta en la pantalla del móvil.

3. Hay menores que pueden facilitar su número de móvil a personas que no conocen o conocen poco. Por lo que leo en la prensa, en ocasiones, algunos de ellos han sufrido después algún tipo de acoso.

4. Se están detectando casos en los que los móviles se utilizan para acosar en el entorno escolar, sirviéndose de estas tecnologías para enviar mensajes amenazantes o insultantes, o para distribuir fotos o vídeos de compañeros con el objetivo de burlarse de ellos

CONCLUSIÓN

A pesar de todos estos inconvenientes es probable que dentro de un par de años termine comprando un móvil a mis hijos. Mientras tanto intentaré predicar con el ejemplo y con la palabra ¿Cómo? Haciendo un buen uso del móvil, dando pautas y criterios: cuando y dónde hay que apagar el móvil, cuándo y cómo se responde a las llamadas, a que personas se debe llamar, a quien se le puede dar el número, etcétera. Es preciso recordar, además, que existen otros medios de comunicación entre personas: diálogo cara a cara, correo postal…

Fuente: Fernando García Fernández; “El móvil y los menores: reflexiones”, Nuestro Tiempo, septiembre, 208.

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