WP_Post Object ( [ID] => 3869 [post_author] => 115 [post_date] => 2008-12-09 23:52:39 [post_date_gmt] => 2008-12-09 22:52:39 [post_content] => Casi todos los economistas, de las tendencias más diferentes, se muestran partidarios de aplicar políticas fiscales expansivas para salir de esta crisis. Una política fiscal expansiva es aquella en que el gasto público es mayor que los ingresos, es decir aquella que genera déficit público. ¿Qué expansión fiscal es la más adecuada? Hay dos maneras de incrementar el déficit: aumentar el gasto público y reducir los impuestos. En la actualidad, parece que los gobiernos de casi todos los países abogan por el aumento del gasto público pero sólo el Reino Unido ha hecho una propuesta de reduce el IVA, desde el 17,5% al 15%. Reducir los impuestos equivale a dejar más renta disponible a los ciudadanos y que sean estos los que aumenten el gasto. Buscando por Internet me encontré un artículo de Xavier Sala i Martín que, con algunas correcciones, paso a transcribir. ¿Cómo decidir qué política es mejor? Para evaluar si es mejor aumentar el gasto o reducir impuestos, hay que analizar dos aspectos importantes. Por un lado, la inmediatez: ¿cuál de las dos tendrá un efecto más inmediato? La razón por la que la inmediatez es importante es que 1) normalmente, las crisis tienen una duración limitada y 2) cuanto antes se combatan mejor. Una política fiscal que surja efecto tarde o cuando la crisis ya ha acabado, es una política inútil. El segundo aspecto a tener en cuenta es la ineficiencia y el despilfarro generados por la política fiscal. Estos dos criterios de selección nos llevan a una misma conclusión: la mejor política fiscal es una reducción del IVA El criterio de la rapidez Una vez el gobierno toma la decisión aumentar el gasto público (por ejemplo, haciendo carreteras, puentes, y demás obra pública para contratar a los trabajadores de la construcción que el sector privado está mandando al paro), empieza un proceso de concursos públicos, adjudicación de obras, escritura de contratos, realización del proyecto y comienzo de las obras. Fácilmente puede pasar 1 año hasta que se inicia la construcción y, por tanto, la generación de empleo. Y claro, dentro de 1 año puede ser demasiado tarde ya que la crisis en el mejor de los casos pudo haberse terminado y en el peor quizá se haya convertido en depresión y deflación. En este sentido una política fiscal basada en el aumento del gasto público puede resultar inútil. Una cosa parecida pasa con la reducción del impuesto sobre la renta: cuando los ciudadanos se den cuenta de que el gobierno les va a quitar menos dinero (y probablemente no se den cuenta hasta Junio, cuando hayan hecho la declaración de la renta), la crisis ya puede haber desaparecido o ido a peor. Por lo tanto, el argumento de la inmediatez juega en contra también de la reducción del IRPF. En cambio, una reducción del IVA no tiene el mismo problema: si mañana a las 10 mañana se reducen los tipos del IVA, a las 10 y un minuto la gente verá que lo que antes les costaba 100 ahora les cuesta 90 por lo que los 10 restantes podrán ser utilizados para comprar otras cosas. Del mismo modo, las empresas que tiene que guardar toda una cantidad de dinero para pagar el IVA el próximo 20 de enero, de repente tendrán dinero para gastar. Una reducción del IVA, pues, es una transfusión directa e instantánea de dinero a las venas de la economía. Un dinero que se va a gastar ahora, que es cuando se necesita, y no dentro de seis meses o un año. El argumento de la eficiencia. Cuando se le da al gobierno la posibilidad de gastar, en seguida surgen ministros, presidentes de comunidades autónomas, consejeros de economía, diputados, senadores y todo tipo de gastadores patológicos que van a encontrar las maneras más pintorescas e inútiles de despilfarrar el dinero. Eso crea todo tipo de distorsiones ya que van a ser unos políticos los que van a decidir qué empresa se llevará el contrato, qué sector recibirá dinero, que grupo disfrutará de subsidios. El problema es que, normalmente, esas decisiones no se toman con criterios de eficiencia económica sino con criterios políticos y electoralistas. Eso hace que se acaben comprando cosas que no interesan directamente a los ciudadanos sino a los propios políticos. Por el contrario, si se rebajan los impuestos (y en particular, el IVA) son los ciudadanos los que acaban decidiendo dónde se gasta el dinero. Y, claro, los ciudadanos saben mucho mejor lo que les interesa comprar por lo que el dinero de una rebaja fiscal va a ir a parar a las empresas que ofrezcan productos más deseables para la ciudadanía. Conclusión Xavier Sala i Martín piensa que en estos momentos de crisis económica, la política fiscal debe ser expansiva y la mejor política expansiva en estos momentos es la reducción del IVA. Eso es cierto en Europa y en España y en todo país en crisis, por insuficiencia de demanda agregada, que utilice el impuesto sobre el valor añadido. Cuanto más alto tenga situado el IVA un país más margen de bajada y de expansión fiscal tendrá. En España, la mayoría de productos están gravados con el 16% por lo que el margen de maniobra del gobierno español es pequeño. En este sentido, la decisión de reducir los tipos del IVA de manera substancial se tiene que tomar desde Europa. Y eso va a ser difícil porque el IVA es la principal fuente de financiación de la burocracia europea. Claro que eso lleva, a Xavier Sala i Martín, a pensar que la reducción del IVA en toda Europa tendría un efecto beneficioso adicional: la pérdida de recursos fiscales de los distintos países pondría presión a Bruselas para que se apretase el cinturón, eliminara los perniciosos subsidios que aguantan toda la trama europea (como, por ejemplo, la perversa e insolidaria Política Agraria Común) y redujera el número y la remuneración de legisladores, burócratas, mandarines, elefantes del cementerio político y demás vividores del dinero ajeno. De eso saldríamos todos beneficiados. En resumen Xavier Sala i Martín se muestra partidario de reducir impuestos y concretamente el IVA. Una propuesta original ¿La deberían considerar nuestros gobernates? ¿Tú que opinas? Fuente: Xavier Sala i Martín [post_title] => La reducción del IVA [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => closed [post_password] => [post_name] => la_reducion_del [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2008-12-09 23:52:39 [post_modified_gmt] => 2008-12-09 22:52:39 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/archives/2008/12/la_reducion_del.php [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 11 [filter] => raw )
Casi todos los economistas, de las tendencias más diferentes, se muestran partidarios de aplicar políticas fiscales expansivas para salir de esta crisis. Una política fiscal expansiva es aquella en que el gasto público es mayor que los ingresos, es decir aquella que genera déficit público. ¿Qué expansión fiscal es la más adecuada? Hay dos maneras de incrementar el déficit: aumentar el gasto público y reducir los impuestos. En la actualidad, parece que los gobiernos de casi todos los países abogan por el aumento del gasto público pero sólo el Reino Unido ha hecho una propuesta de reduce el IVA, desde el 17,5% al 15%. Reducir los impuestos equivale a dejar más renta disponible a los ciudadanos y que sean estos los que aumenten el gasto.
Buscando por Internet me encontré un artículo de Xavier Sala i Martín que, con algunas correcciones, paso a transcribir.
¿Cómo decidir qué política es mejor?
Para evaluar si es mejor aumentar el gasto o reducir impuestos, hay que analizar dos aspectos importantes. Por un lado, la inmediatez: ¿cuál de las dos tendrá un efecto más inmediato? La razón por la que la inmediatez es importante es que 1) normalmente, las crisis tienen una duración limitada y 2) cuanto antes se combatan mejor. Una política fiscal que surja efecto tarde o cuando la crisis ya ha acabado, es una política inútil. El segundo aspecto a tener en cuenta es la ineficiencia y el despilfarro generados por la política fiscal. Estos dos criterios de selección nos llevan a una misma conclusión: la mejor política fiscal es una reducción del IVA
El criterio de la rapidez
Una vez el gobierno toma la decisión aumentar el gasto público (por ejemplo, haciendo carreteras, puentes, y demás obra pública para contratar a los trabajadores de la construcción que el sector privado está mandando al paro), empieza un proceso de concursos públicos, adjudicación de obras, escritura de contratos, realización del proyecto y comienzo de las obras. Fácilmente puede pasar 1 año hasta que se inicia la construcción y, por tanto, la generación de empleo. Y claro, dentro de 1 año puede ser demasiado tarde ya que la crisis en el mejor de los casos pudo haberse terminado y en el peor quizá se haya convertido en depresión y deflación. En este sentido una política fiscal basada en el aumento del gasto público puede resultar inútil. Una cosa parecida pasa con la reducción del impuesto sobre la renta: cuando los ciudadanos se den cuenta de que el gobierno les va a quitar menos dinero (y probablemente no se den cuenta hasta Junio, cuando hayan hecho la declaración de la renta), la crisis ya puede haber desaparecido o ido a peor. Por lo tanto, el argumento de la inmediatez juega en contra también de la reducción del IRPF.
En cambio, una reducción del IVA no tiene el mismo problema: si mañana a las 10 mañana se reducen los tipos del IVA, a las 10 y un minuto la gente verá que lo que antes les costaba 100 ahora les cuesta 90 por lo que los 10 restantes podrán ser utilizados para comprar otras cosas. Del mismo modo, las empresas que tiene que guardar toda una cantidad de dinero para pagar el IVA el próximo 20 de enero, de repente tendrán dinero para gastar. Una reducción del IVA, pues, es una transfusión directa e instantánea de dinero a las venas de la economía. Un dinero que se va a gastar ahora, que es cuando se necesita, y no dentro de seis meses o un año.
El argumento de la eficiencia.
Cuando se le da al gobierno la posibilidad de gastar, en seguida surgen ministros, presidentes de comunidades autónomas, consejeros de economía, diputados, senadores y todo tipo de gastadores patológicos que van a encontrar las maneras más pintorescas e inútiles de despilfarrar el dinero. Eso crea todo tipo de distorsiones ya que van a ser unos políticos los que van a decidir qué empresa se llevará el contrato, qué sector recibirá dinero, que grupo disfrutará de subsidios. El problema es que, normalmente, esas decisiones no se toman con criterios de eficiencia económica sino con criterios políticos y electoralistas. Eso hace que se acaben comprando cosas que no interesan directamente a los ciudadanos sino a los propios políticos. Por el contrario, si se rebajan los impuestos (y en particular, el IVA) son los ciudadanos los que acaban decidiendo dónde se gasta el dinero. Y, claro, los ciudadanos saben mucho mejor lo que les interesa comprar por lo que el dinero de una rebaja fiscal va a ir a parar a las empresas que ofrezcan productos más deseables para la ciudadanía.
Conclusión
Xavier Sala i Martín piensa que en estos momentos de crisis económica, la política fiscal debe ser expansiva y la mejor política expansiva en estos momentos es la reducción del IVA. Eso es cierto en Europa y en España y en todo país en crisis, por insuficiencia de demanda agregada, que utilice el impuesto sobre el valor añadido. Cuanto más alto tenga situado el IVA un país más margen de bajada y de expansión fiscal tendrá. En España, la mayoría de productos están gravados con el 16% por lo que el margen de maniobra del gobierno español es pequeño. En este sentido, la decisión de reducir los tipos del IVA de manera substancial se tiene que tomar desde Europa. Y eso va a ser difícil porque el IVA es la principal fuente de financiación de la burocracia europea. Claro que eso lleva, a Xavier Sala i Martín, a pensar que la reducción del IVA en toda Europa tendría un efecto beneficioso adicional: la pérdida de recursos fiscales de los distintos países pondría presión a Bruselas para que se apretase el cinturón, eliminara los perniciosos subsidios que aguantan toda la trama europea (como, por ejemplo, la perversa e insolidaria Política Agraria Común) y redujera el número y la remuneración de legisladores, burócratas, mandarines, elefantes del cementerio político y demás vividores del dinero ajeno. De eso saldríamos todos beneficiados.
En resumen Xavier Sala i Martín se muestra partidario de reducir impuestos y concretamente el IVA. Una propuesta original ¿La deberían considerar nuestros gobernates? ¿Tú que opinas?
Fuente: Xavier Sala i Martín
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