Mañana comienza la 17 Cumbre Iberoamericana que tendrá lugar en Santiago de Chile los días 8, 9 y 10 de noviembre y cuyo centro de atención será la cohesión social y las reformas en América Latina. La filosofía que subyace en esta Cumbre Iberoamericana es que la actual bonanza económica que atraviesa la región debe aprovecharse para aumentar la cohesión social y reducir la pobreza y las desigualdades. América Latina lleva 5 años creciendo por encima del 4%. Este mayor crecimiento económico, con respecto al pasado, proviene, entre otros motivos, del incremento de precios de los productos primarios (petróleo, metales y alimentos) y de la entrada de divisas procedente de las remesas de los emigrantes. Se espera además que esta positiva coyuntura económica continúe en 2008, con un crecimiento estimado del PIB del 4,5%. Si este pronóstico se confirma, al final del 2008 la región habrá acumulado, en seis años, un aumento de la renta por habitante del 20,6%, equivalente a algo más del 3% anual, en lo que ya es el período de mayor crecimiento y el más prolongado desde 1980.
Los 21 países que se reunen en esta Cumbre Iberoamericana: España, Portugal y 19 de sus antiguas colonias y que representan 550 millones de habitantes (nueve por ciento de la población mundial) pretenden aprovechar este crecimiento económico para diseñar cambios estructurales en el gasto público y una reforma fiscal que aborde el problema de la desigualdad. Así, el gasto público en América Latina es insuficiente, está mal diseñado y no es redistributivo. Por ejemplo, el gasto en educación o sanidad debe reconvertirse; así frente al excesivo gasto que se hace en educación universitaria, quizás habría que invertir más en educación primaria y en lugar de hacer grandes hospitales urbanos, sería mejor gastar más en atención primaria. También mejoraría la distribución de la renta si se orientase parte del gasto hacia el suministro de agua potable.
Reforma fiscal
En cuanto a los impuestos, se hace necesario, que los mandatarios reunidos en la Cumbre Iberoamericana, apuesten por sistemas fiscales progresivos, es decir, que redistribuyan la renta. Se precisa además aumentar la recaudación. Actualmente los ingresos fiscales tienen muy poca capacidad recaudatoria debido a la existencia de muchísimas exenciones y deducciones fiscales y a que una gran parte de la economía trabaja en la informalidad. Excepto Brasil, que tiene una presión fiscal relativamente alta, los demás países tienen unas recaudaciones bajísimas. Pero para que la reforma fiscal tenga lugar hay que llegar a un consenso o pacto fiscal entre los agentes sociales, el gobierno, las fuerzas políticas y la sociedad civil.
El problema fundamental es que resulta muy difícil pedir a la sociedad civil que acepte un aumento de la presión fiscal cuando hay corrupción, es decir, cuando no se sabe a qué se van a destinar los ingresos fiscales. O se sabe que las personas que están en el poder se apropian de rentas no destinadas para su disfrute personal. Transparencia Internacional, ha publicado recientemente el Índice de Corrupción correspondiente a 2007, en el que Chile obtiene el índice más alto con 7 puntos (10 es el máximo de transparencia). México y Brasil obtuvieron tan sólo 3,5 y Venezuela 2. La corrupción es algo endémico en América Latina, de ahí que para poder hacer el citado pacto fiscal, hay que reducir los niveles de corrupción a la vez que se aumenta la eficiencia del gasto público.
En resumen, en América Latina los recursos fiscales son muy limitados, la desigualdad muy fuerte y, además, el gasto social no está bien focalizado. La Cumbre Iberoamericana que comienza mañana en Santiago de Chile tiene la oportunidad de aportar soluciones a estos problemas. Para ello los gobiernos deben seguir realizando una política que mantenga la actual bonanza económica a la vez que aprovechan para mejorar el bienestar de la ciudadanía combatiendo la pobreza y acortando las desigualdades mediante pactos nacionales que incluyan reformas fiscales, educativas, laborales, en el sistema de pensiones y de la sanidad.
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