La inflación en el mes de octubre, publicada hoy por el INE, debe ser motivo de preocupación para los ciudadanos y el gobierno. El Indice de Precios de Consumo (IPC) en tasa interanual se ha situado en octubre en el 3,6%, la más alta desde agosto de 2006. La subida de los precios en octubre, con respecto al mes de septiembre de este año, ha sido impulsada por el encarecimiento, del vestido y el calzado (+9%), los productos relacionados con la enseñanza (+2,4%), provocado por el inicio de la temporada de invierno y del curso escolar, respectivamente y por los precios de los alimentos (+1,9%), sobre todo por el encarecimiento de los lácteos.
¿Por que debe ser motivo de preocupación? Por un lado, supone una pérdida de poder adquisitivo para los consumidores y, por otro, una disminución de la competitividad para nuestras exportaciones ya que nuestros precios están creciendo mucho más rápidamente que los de los países con los que competimos. Esta pérdida de competitividad exterior se está manifestando en la disminución de cuota de mercado de nuestras exportaciones sobre el total mundial y comunitario. El menor crecimiento de las exportaciones, generado por la mayor inflación y también por la fuerte apreciación del euro, repercutirá en un menor crecimiento de la economía en el medio plazo. La consecuencia es un déficit exterior disparado (casi el 10% del PIB). Por otro lado, cuando aumenta la inflación los tipos de interés reales (aquellos que se obtienen tras descontar la inflación) son más bajos. De esta forma se desanima el ahorro ya que los rendimientos que se obtienen ahora son menores.
Para reducir la inflación hay que mejorar la oferta (es decir, el aparato productivo) a la vez que se restringe la demanda con políticas fiscales y monetarias restrictivas. Como la política monetaria no se decide en España, la demanda agregada se tiene que controlar a través de la política fiscal. En este sentido, la política fiscal debería ser mucho más contractiva de lo que está siendo. Hay que apostar por un superávit fiscal de al menos el 3% del PIB. De lo contrario seguirán agravándose los desequilibrios (inflación y déficit exterior) que van a hipotecar el crecimiento futuro, por ejemplo, el del año 2008. De no corregirse la inflación seguirá ampliándose el déficit exterior.
Además de contraer la demanda, a través de un mayor control del gasto público, se necesita también expandir la oferta agregada, es decir, mejorar el aparato productivo con un programa de política económica que estimule la producción. ¿Cómo?: a) disminuyendo los costes fiscales de las empresas reduciendo, todavía más, el impuesto sobre el beneficio de las sociedades b) mejorando las infraestructuras de transporte y telecomunicaciones c) facilitando los trámites para la creación de empresas d) creando un clima que favorezca que las empresas sigan invirtiendo en bienes de equipo y e) garantizando una mayor flexibilidad de la economía que fomente la competencia entre las empresas que operan en los distintos mercados. Todo ello incentivaría, también, la entrada de inversión directa exterior que como es sabido se encuentra en franco retroceso.
En definitiva, la inflación del mes de octubre se ha disparado generando pérdidas de competitividad para las empresas y de poder adquisitivo para las familias.
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