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    [post_content] => En la sesión de ayer por la tarde, la moneda única europea alcanzó nuevos máximos frente al dólar, al superar los 1,37 dólares por euro. Hay que recordar que la cotización inicial del euro el uno de enero de 1999 fue de 1,18 dólares por euro y que llegaron a necesitarse sólo 0,827 dólares para comprar un euro a finales de octubre del año 2000. Desde entonces, la tendencia de apreciación del euro frente al billete verde ha sido muy fuerte, como refleja un fortalecimiento acumulado desde mínimos, superior al 60%. Siempre que analizamos los movimientos de los tipos de cambio surgen tres preguntas: ¿existe un tipo de cambio de equilibrio?, ¿qué factores influyen en la cotización de las divisas? y, por supuesto, ¿qué puede pasar a partir de ahora?




Respecto a la primera cuestión, si existe ese tipo de cambio teórico, lo cierto es que las divisas permanecen poco tiempo cerca del mismo. Es decir, el “decoupling” o desajuste respecto a ese valor fundamental parece ser la tendencia natural en el corto plazo y aquí claramente el largo plazo tiene un “sentido keynesiano”. Lo anterior no impide que los bancos de inversión, organismos supranacionales o servicios de estudios empleen tiempo y recursos para calcular ese tipo de cambio teórico. Se utilizan modelos diversos, desde los que se basan en calcular el tipo de cambio que llevaría a una posición de equilibrio o sostenible de la balanza por cuenta corriente hasta los basados en la teoría de la paridad de poder adquisitivo, que parten de una idea tan sencilla como que los tipos de cambio deben igualar el precio de la misma cesta de bienes entre dos países.

Uno de los más famosos de este último tipo es el publicado por “The Economist” y está basado en el precio de la Big Mac que se comercializa en 120 países. En su reciente actualización, nos dice que el tipo de cambio que igualaría el precio de las hamburguesas a ambos lados del Atlántico sería 1,12. Nada alejado de los valores obtenidos en modelos mucho más sofisticados. Por tanto, el que se crea ese valor teórico como objetivo a corto-medio plazo ya puede ir comprando dólares, pues el recorrido es de un 22%. En ese ejercicio realizado por “The Economist” la moneda más sobrevalorada sería el dólar neozelandés (+73%), seguido por el franco suizo (+53%), mientras las mientras las divisas más infravaloradas serían el yuan chino (-58%) y el bath tailandés (-47%), aunque se debe destacar también la infravaloración del yen japonés (-33%), debido a los “carry-trades”.

El reciente debilitamiento del dólar se ha debido a la aparición otra vez de preocupaciones sobre la situación del mercado de las “subprimes” o hipotecas de baja calidad. Y, por tanto, al aumento de la incertidumbre sobre el comportamiento de la economía americana en el medio plazo. Además de las expectativas de crecimiento, en la cotización de una divisa influyen variables como la inflación, productividad, niveles de tipos de interés, desequilibrios por cuenta corriente, situación política. Es decir, todo tipo de información económica, financiera o política.

La última pregunta es la más difícil de contestar. Pero todo hace suponer que a corto plazo el dólar puede seguir debilitándose frente al euro. A no ser que las autoridades chinas decidan dejar de mirar para otro lado y permitan un ajuste del billete verde frente al yuan y, de paso, frente al resto de divisas asiáticas.



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Jul

Nuevos máximos del euro frente al dólar

Escrito el 11 julio 2007 por José Ramón Diez Guijarro en Economía Mundial, Política Monetaria

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Respecto a la primera cuestión, si existe ese tipo de cambio teórico, lo cierto es que las divisas permanecen poco tiempo cerca del mismo. Es decir, el “decoupling” o desajuste respecto a ese valor fundamental parece ser la tendencia natural en el corto plazo y aquí claramente el largo plazo tiene un “sentido keynesiano”. Lo anterior no impide que los bancos de inversión, organismos supranacionales o servicios de estudios empleen tiempo y recursos para calcular ese tipo de cambio teórico. Se utilizan modelos diversos, desde los que se basan en calcular el tipo de cambio que llevaría a una posición de equilibrio o sostenible de la balanza por cuenta corriente hasta los basados en la teoría de la paridad de poder adquisitivo, que parten de una idea tan sencilla como que los tipos de cambio deben igualar el precio de la misma cesta de bienes entre dos países.

Uno de los más famosos de este último tipo es el publicado por “The Economist” y está basado en el precio de la Big Mac que se comercializa en 120 países. En su reciente actualización, nos dice que el tipo de cambio que igualaría el precio de las hamburguesas a ambos lados del Atlántico sería 1,12. Nada alejado de los valores obtenidos en modelos mucho más sofisticados. Por tanto, el que se crea ese valor teórico como objetivo a corto-medio plazo ya puede ir comprando dólares, pues el recorrido es de un 22%. En ese ejercicio realizado por “The Economist” la moneda más sobrevalorada sería el dólar neozelandés (+73%), seguido por el franco suizo (+53%), mientras las mientras las divisas más infravaloradas serían el yuan chino (-58%) y el bath tailandés (-47%), aunque se debe destacar también la infravaloración del yen japonés (-33%), debido a los “carry-trades”.

El reciente debilitamiento del dólar se ha debido a la aparición otra vez de preocupaciones sobre la situación del mercado de las “subprimes” o hipotecas de baja calidad. Y, por tanto, al aumento de la incertidumbre sobre el comportamiento de la economía americana en el medio plazo. Además de las expectativas de crecimiento, en la cotización de una divisa influyen variables como la inflación, productividad, niveles de tipos de interés, desequilibrios por cuenta corriente, situación política. Es decir, todo tipo de información económica, financiera o política.

La última pregunta es la más difícil de contestar. Pero todo hace suponer que a corto plazo el dólar puede seguir debilitándose frente al euro. A no ser que las autoridades chinas decidan dejar de mirar para otro lado y permitan un ajuste del billete verde frente al yuan y, de paso, frente al resto de divisas asiáticas.



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Respecto a la primera cuestión, si existe ese tipo de cambio teórico, lo cierto es que las divisas permanecen poco tiempo cerca del mismo. Es decir, el “decoupling” o desajuste respecto a ese valor fundamental parece ser la tendencia natural en el corto plazo y aquí claramente el largo plazo tiene un “sentido keynesiano”. Lo anterior no impide que los bancos de inversión, organismos supranacionales o servicios de estudios empleen tiempo y recursos para calcular ese tipo de cambio teórico. Se utilizan modelos diversos, desde los que se basan en calcular el tipo de cambio que llevaría a una posición de equilibrio o sostenible de la balanza por cuenta corriente hasta los basados en la teoría de la paridad de poder adquisitivo, que parten de una idea tan sencilla como que los tipos de cambio deben igualar el precio de la misma cesta de bienes entre dos países.

Uno de los más famosos de este último tipo es el publicado por “The Economist” y está basado en el precio de la Big Mac que se comercializa en 120 países. En su reciente actualización, nos dice que el tipo de cambio que igualaría el precio de las hamburguesas a ambos lados del Atlántico sería 1,12. Nada alejado de los valores obtenidos en modelos mucho más sofisticados. Por tanto, el que se crea ese valor teórico como objetivo a corto-medio plazo ya puede ir comprando dólares, pues el recorrido es de un 22%. En ese ejercicio realizado por “The Economist” la moneda más sobrevalorada sería el dólar neozelandés (+73%), seguido por el franco suizo (+53%), mientras las mientras las divisas más infravaloradas serían el yuan chino (-58%) y el bath tailandés (-47%), aunque se debe destacar también la infravaloración del yen japonés (-33%), debido a los “carry-trades”.

El reciente debilitamiento del dólar se ha debido a la aparición otra vez de preocupaciones sobre la situación del mercado de las “subprimes” o hipotecas de baja calidad. Y, por tanto, al aumento de la incertidumbre sobre el comportamiento de la economía americana en el medio plazo. Además de las expectativas de crecimiento, en la cotización de una divisa influyen variables como la inflación, productividad, niveles de tipos de interés, desequilibrios por cuenta corriente, situación política. Es decir, todo tipo de información económica, financiera o política.

La última pregunta es la más difícil de contestar. Pero todo hace suponer que a corto plazo el dólar puede seguir debilitándose frente al euro. A no ser que las autoridades chinas decidan dejar de mirar para otro lado y permitan un ajuste del billete verde frente al yuan y, de paso, frente al resto de divisas asiáticas.

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