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    [post_content] => En línea con lo que comentaba ayer Rafa en su entrada sobre el déficit exterior español, hoy me gustaría ahondar en el tema, ilustrándolo con un sector que ha sido clave en nuestro proceso de industrialización y que hoy es uno de los pilares básicos de la economía española. Me refiero al sector del automóvil.

En España, el sector del automóvil tuvo  su despegue en los años sesenta y setenta del pasado siglo, con la llegada de multinacionales europeas y norteamericanas atraídas por unos  costes laborales bajos y orientadas a la exportación a los mercados europeos. Bajo esas premisas el sector se desarrolló de forma espectacular. Hoy en España hay 11 fabricantes que cuentan con 18 instalaciones productivas, en las que el año pasado se  produjeron 2.777.435 vehículos,  entre turismos y vehículos industriales, lo que nos convierte en el 7º mayor productor mundial y en el 3º de la Unión Europea (el 1º en producción de vehículos industriales). El sector  emplea, entre trabajadores directos e indirectos, a algo más del 10% de la población activa, su contribución al PIB ronda el 6%, supone una importante fuente de ingresos para el fisco y sus ventas al exterior  representan casi el 20% del total de las exportaciones españolas. Por tanto junto al turismo, hay que considerarle como la primera industria nacional.

Pero desde el punto de vista exterior, el sector ha dado un vuelco en 2006.  A pesar que el 82% de los vehículos fabricados se exportaron, por primera vez en muchos años, el valor de las importaciones superó al de las exportaciones. Es decir, uno de los pocos ámbitos industriales en los que nuestro saldo comercial era positivo, cambia de signo y se suma a aquellos que contribuyen a configurar nuestro gigantesco déficit comercial. La causa es que nuestras exportaciones están estancadas por la atonía de los mercados de destino (casi el 90% se dirigen a la UE), mientras que las matriculaciones en España (que se mantienen a buen ritmo), se orientan cada vez más a vehículos importados.



Aunque quizás, el verdadero problema no es el saldo exterior del sector, sino su viabilidad en el futuro. Los costes laborales ya no son los de hace 30 años y los países del este de Europa son los que ahora tienen las ventajas comparativas que España tuvo en su momento. A pesar de contar en con algunas de las plantas más eficientes de Europa y de la madurez de los sindicatos al aceptar grande dosis de flexibilidad laboral, cada vez que un fabricante decide sustituir un modelo, surge la amenaza de la deslocalización. Hay quienes opinan que es un sector abocado a desaparecer, y quienes creen que, por el contrario, las ventajas salariales del este de Europa no serán sostenibles por mucho tiempo, y que por tanto podrá sobrevivir en España si es capaz de adaptarse. Las previsiones para este año auguran que la producción crecerá un 1% y que las exportaciones se animarán si se confirma la recuperación alemana. Pero casos como el de Delphi, mantienen presente la incertidumbre.  ¿Tiene futuro el sector del automóvil en España?

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16
Mar

¿Tiene futuro el sector del automóvil en España?

Escrito el 16 marzo 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en Economía española

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En España, el sector del automóvil tuvo  su despegue en los años sesenta y setenta del pasado siglo, con la llegada de multinacionales europeas y norteamericanas atraídas por unos  costes laborales bajos y orientadas a la exportación a los mercados europeos. Bajo esas premisas el sector se desarrolló de forma espectacular. Hoy en España hay 11 fabricantes que cuentan con 18 instalaciones productivas, en las que el año pasado se  produjeron 2.777.435 vehículos,  entre turismos y vehículos industriales, lo que nos convierte en el 7º mayor productor mundial y en el 3º de la Unión Europea (el 1º en producción de vehículos industriales). El sector  emplea, entre trabajadores directos e indirectos, a algo más del 10% de la población activa, su contribución al PIB ronda el 6%, supone una importante fuente de ingresos para el fisco y sus ventas al exterior  representan casi el 20% del total de las exportaciones españolas. Por tanto junto al turismo, hay que considerarle como la primera industria nacional.

Pero desde el punto de vista exterior, el sector ha dado un vuelco en 2006.  A pesar que el 82% de los vehículos fabricados se exportaron, por primera vez en muchos años, el valor de las importaciones superó al de las exportaciones. Es decir, uno de los pocos ámbitos industriales en los que nuestro saldo comercial era positivo, cambia de signo y se suma a aquellos que contribuyen a configurar nuestro gigantesco déficit comercial. La causa es que nuestras exportaciones están estancadas por la atonía de los mercados de destino (casi el 90% se dirigen a la UE), mientras que las matriculaciones en España (que se mantienen a buen ritmo), se orientan cada vez más a vehículos importados.



Aunque quizás, el verdadero problema no es el saldo exterior del sector, sino su viabilidad en el futuro. Los costes laborales ya no son los de hace 30 años y los países del este de Europa son los que ahora tienen las ventajas comparativas que España tuvo en su momento. A pesar de contar en con algunas de las plantas más eficientes de Europa y de la madurez de los sindicatos al aceptar grande dosis de flexibilidad laboral, cada vez que un fabricante decide sustituir un modelo, surge la amenaza de la deslocalización. Hay quienes opinan que es un sector abocado a desaparecer, y quienes creen que, por el contrario, las ventajas salariales del este de Europa no serán sostenibles por mucho tiempo, y que por tanto podrá sobrevivir en España si es capaz de adaptarse. Las previsiones para este año auguran que la producción crecerá un 1% y que las exportaciones se animarán si se confirma la recuperación alemana. Pero casos como el de Delphi, mantienen presente la incertidumbre.  ¿Tiene futuro el sector del automóvil en España?

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En línea con lo que comentaba ayer Rafa en su entrada sobre el déficit exterior español, hoy me gustaría ahondar en el tema, ilustrándolo con un sector que ha sido clave en nuestro proceso de industrialización y que hoy es uno de los pilares básicos de la economía española. Me refiero al sector del automóvil.

En España, el sector del automóvil tuvo su despegue en los años sesenta y setenta del pasado siglo, con la llegada de multinacionales europeas y norteamericanas atraídas por unos costes laborales bajos y orientadas a la exportación a los mercados europeos. Bajo esas premisas el sector se desarrolló de forma espectacular. Hoy en España hay 11 fabricantes que cuentan con 18 instalaciones productivas, en las que el año pasado se produjeron 2.777.435 vehículos, entre turismos y vehículos industriales, lo que nos convierte en el 7º mayor productor mundial y en el 3º de la Unión Europea (el 1º en producción de vehículos industriales). El sector emplea, entre trabajadores directos e indirectos, a algo más del 10% de la población activa, su contribución al PIB ronda el 6%, supone una importante fuente de ingresos para el fisco y sus ventas al exterior representan casi el 20% del total de las exportaciones españolas. Por tanto junto al turismo, hay que considerarle como la primera industria nacional.

Pero desde el punto de vista exterior, el sector ha dado un vuelco en 2006. A pesar que el 82% de los vehículos fabricados se exportaron, por primera vez en muchos años, el valor de las importaciones superó al de las exportaciones. Es decir, uno de los pocos ámbitos industriales en los que nuestro saldo comercial era positivo, cambia de signo y se suma a aquellos que contribuyen a configurar nuestro gigantesco déficit comercial. La causa es que nuestras exportaciones están estancadas por la atonía de los mercados de destino (casi el 90% se dirigen a la UE), mientras que las matriculaciones en España (que se mantienen a buen ritmo), se orientan cada vez más a vehículos importados.


Aunque quizás, el verdadero problema no es el saldo exterior del sector, sino su viabilidad en el futuro. Los costes laborales ya no son los de hace 30 años y los países del este de Europa son los que ahora tienen las ventajas comparativas que España tuvo en su momento. A pesar de contar en con algunas de las plantas más eficientes de Europa y de la madurez de los sindicatos al aceptar grande dosis de flexibilidad laboral, cada vez que un fabricante decide sustituir un modelo, surge la amenaza de la deslocalización. Hay quienes opinan que es un sector abocado a desaparecer, y quienes creen que, por el contrario, las ventajas salariales del este de Europa no serán sostenibles por mucho tiempo, y que por tanto podrá sobrevivir en España si es capaz de adaptarse. Las previsiones para este año auguran que la producción crecerá un 1% y que las exportaciones se animarán si se confirma la recuperación alemana. Pero casos como el de Delphi, mantienen presente la incertidumbre. ¿Tiene futuro el sector del automóvil en España?

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