Tras asistir el pasado fin de semana a la Cumbre de Países de Asia y Pacífico (APEC), ayer llegó a India el presidente de China, Hu Jintao. Con esta visita, busca normalizar las relaciones entre ambos colosos emergentes e incrementar la cooperación económica y comercial. Históricamente, las relaciones entre los dos países han sido difíciles, debido a litigios fronterizos: China e India se reclaman mutuamente territorios, lo que les llevó incluso a un enfrentamiento armado en 1962. Además, India es el refugio del Dalai Lama y de más de 100.000 exiliados tibetanos que no aceptan la anexión que Pekín hizo del Tibet en 1959. Y por último, China ha sido siempre un buen aliado de Pakistán, el tradicional enemigo de India, y ha colaborado decisivamente en el desarrollo del programa nuclear de Islamabad.
Pero parece que ha llegado la hora de poner fin a las disputas. Ambos países, que comparten más de tres mil kilómetros de frontera, y reúnen a casi 2.500 millones de personas (un 40% de la población mundial), tienen intereses comunes. En primer lugar, comerciales: si en el año 2000 los intercambios bilaterales apenas alcanzaron los 3.000 millones de dólares, este año superarán los 20.000 millones, y el objetivo es duplicarlos en 2010. China se ha convertido en el principal proveedor de India, por delante de Estados Unidos, y su mercado ya es tercer destino de las exportaciones indias. Además, Nueva Delhi vería con buenos ojos que las inversiones chinas le ayudaran a mejorar sus desastrosas infraestructuras.
Incluso la distinta orientación que están siguiendo sus modelos de desarrollo (fundamentalmente basado en la industria el chino y más orientado en los servicios, el indio), puede ser complementaria. Y por otra parte, ambos países comparten idéntica problemática derivada de su acelerado desarrollo: crecientes desigualdades sociales y territoriales, desbocado crecimiento urbano por la emigración rural, desequilibrios medioambientales, dependencia energética, necesidad de mejorar sus infraestructuras… De alguna manera, China e India están pensando que es mejor ser socios que rivales, en el camino que les lleva al liderazgo de la economía mundial. ¿Deberíamos preocuparnos por ello?
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