WP_Post Object ( [ID] => 4364 [post_author] => 13668 [post_date] => 2006-11-21 15:01:29 [post_date_gmt] => 2006-11-21 14:01:29 [post_content] => Tras asistir el pasado fin de semana a la Cumbre de Países de Asia y Pacífico (APEC), ayer llegó a India el presidente de China, Hu Jintao. Con esta visita, busca normalizar las relaciones entre ambos colosos emergentes e incrementar la cooperación económica y comercial. Históricamente, las relaciones entre los dos países han sido difíciles, debido a litigios fronterizos: China e India se reclaman mutuamente territorios, lo que les llevó incluso a un enfrentamiento armado en 1962. Además, India es el refugio del Dalai Lama y de más de 100.000 exiliados tibetanos que no aceptan la anexión que Pekín hizo del Tibet en 1959. Y por último, China ha sido siempre un buen aliado de Pakistán, el tradicional enemigo de India, y ha colaborado decisivamente en el desarrollo del programa nuclear de Islamabad. Pero parece que ha llegado la hora de poner fin a las disputas. Ambos países, que comparten más de tres mil kilómetros de frontera, y reúnen a casi 2.500 millones de personas (un 40% de la población mundial), tienen intereses comunes. En primer lugar, comerciales: si en el año 2000 los intercambios bilaterales apenas alcanzaron los 3.000 millones de dólares, este año superarán los 20.000 millones, y el objetivo es duplicarlos en 2010. China se ha convertido en el principal proveedor de India, por delante de Estados Unidos, y su mercado ya es tercer destino de las exportaciones indias. Además, Nueva Delhi vería con buenos ojos que las inversiones chinas le ayudaran a mejorar sus desastrosas infraestructuras. Incluso la distinta orientación que están siguiendo sus modelos de desarrollo (fundamentalmente basado en la industria el chino y más orientado en los servicios, el indio), puede ser complementaria. Y por otra parte, ambos países comparten idéntica problemática derivada de su acelerado desarrollo: crecientes desigualdades sociales y territoriales, desbocado crecimiento urbano por la emigración rural, desequilibrios medioambientales, dependencia energética, necesidad de mejorar sus infraestructuras… De alguna manera, China e India están pensando que es mejor ser socios que rivales, en el camino que les lleva al liderazgo de la economía mundial. ¿Deberíamos preocuparnos por ello? [post_title] => La aproximación entre China e India [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => closed [post_password] => [post_name] => la_aproximacion [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2023-12-13 13:55:08 [post_modified_gmt] => 2023-12-13 12:55:08 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/archives/2006/11/la_aproximacion.php [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 1 [filter] => raw )
Tras asistir el pasado fin de semana a la Cumbre de Países de Asia y Pacífico (APEC), ayer llegó a India el presidente de China, Hu Jintao. Con esta visita, busca normalizar las relaciones entre ambos colosos emergentes e incrementar la cooperación económica y comercial. Históricamente, las relaciones entre los dos países han sido difíciles, debido a litigios fronterizos: China e India se reclaman mutuamente territorios, lo que les llevó incluso a un enfrentamiento armado en 1962. Además, India es el refugio del Dalai Lama y de más de 100.000 exiliados tibetanos que no aceptan la anexión que Pekín hizo del Tibet en 1959. Y por último, China ha sido siempre un buen aliado de Pakistán, el tradicional enemigo de India, y ha colaborado decisivamente en el desarrollo del programa nuclear de Islamabad.
Pero parece que ha llegado la hora de poner fin a las disputas. Ambos países, que comparten más de tres mil kilómetros de frontera, y reúnen a casi 2.500 millones de personas (un 40% de la población mundial), tienen intereses comunes. En primer lugar, comerciales: si en el año 2000 los intercambios bilaterales apenas alcanzaron los 3.000 millones de dólares, este año superarán los 20.000 millones, y el objetivo es duplicarlos en 2010. China se ha convertido en el principal proveedor de India, por delante de Estados Unidos, y su mercado ya es tercer destino de las exportaciones indias. Además, Nueva Delhi vería con buenos ojos que las inversiones chinas le ayudaran a mejorar sus desastrosas infraestructuras.
Incluso la distinta orientación que están siguiendo sus modelos de desarrollo (fundamentalmente basado en la industria el chino y más orientado en los servicios, el indio), puede ser complementaria. Y por otra parte, ambos países comparten idéntica problemática derivada de su acelerado desarrollo: crecientes desigualdades sociales y territoriales, desbocado crecimiento urbano por la emigración rural, desequilibrios medioambientales, dependencia energética, necesidad de mejorar sus infraestructuras… De alguna manera, China e India están pensando que es mejor ser socios que rivales, en el camino que les lleva al liderazgo de la economía mundial. ¿Deberíamos preocuparnos por ello?
Comentarios