Según la CEPAL en 2008 América Latina y Caribe creció 4,6%. Este crecimiento se debió en gran medida a la subida de los precios del petróleo y de otras materias primas. Se termina así, un periodo brillante de crecimiento. América Latina estuvo 6 años (2003-8) creciendo por encima del 4%. Este mayor crecimiento económico, con respecto al pasado, proviene, entre otros motivos, del incremento de precios de los productos primarios (petróleo, metales y alimentos), la entrada de divisas procedente de las remesas de los emigrantes y de la Inversión directa exterior. En seis años (2003-8), se ha producido un aumento de la renta por habitante del 20,6%, equivalente a algo más del 3% anual, en lo que ha sido el período de mayor crecimiento y el más prolongado desde 1980.
Se acabó la fiesta
Sin embargo, para el 2009 el panorama cambia radicalmente (ver cuadro más abajo). Según la CEPAL, el crecimiento de América Latina y el Caribe, en 2009, estará por debajo del 2%. Este decaimiento del crecimiento de la economía en Latinoamérica será consecuencia la crisis económica que atraviesa los países desarrollados.
La economía de Latinoamérica tiene una gran dependencia de la exportación de bienes y servicios (turismo) a países desarrollados que como se sabe están en crisis. Los países desarrollados están comprando menos bienes y haciendo menos turismo, a lo que se une la reducción de los precios de los bienes y servicios que se venden. Así, la caída del barril de petróleo ha dejado de beneficiar a Venezuela, Colombia, Ecuador, México y Trinidad y Tobago. Además cabe destacar que los países de América Latina y El Caribe tienen una alta dependencia de las remesas. La reducción de las remesas (que son recibidas por personas de extracto social bajo o medio-bajo) no solo genera menores ingresos y menores gastos para los habitantes de Latinoamérica, sino que se traduce también en un aumento de la pobreza.
La demanda del turismo también está cayendo como consecuencia de la crisis en EEUU y Europa. Como hay menos visitantes, hay menos ingresos, por ejemplo en México o en el Caribe. Lo mismo ocurre con la inversión extranjera. Muchas compañías deciden dejar de invertir por la reducción del consumo mundial o desinvierten porque necesitan realizar caja para compensar las pérdidas generadas en sus casas matrices. La reducción de las exportaciones de bienes y del turismo y la caída de la inversión extranjera generan un aumento del paro. A ello se debe unir el retorno de los emigrantes que se van voluntariamente o son expulsados de los países receptores. Según la CEPAL, el desempleo en 2008 fue de 7,5%, y se espera un nivel del 8% para el 2009. Seguro que esta previsión se queda corta.
¿Puede cambiar este panorama tan sombrío?
El futuro de América Latina y el Caribe va a depender mucho del rumbo económico de los países desarrollados con los cuales la región tiene intercambios comerciales y de inversión. Hasta el momento no se tiene claro cuando la economía de EEUU comenzará a crecer, cuanto antes sea, mejor para todos también para estos países. Los efectos de la crisis ya son visibles. Los países más afectados son aquellos que más dependen de la economía extranjera. Este es el caso de países como México y los de Centroamérica, cuyas economías están más ligadas a la de Estados Unidos.
Por su parte, los países latinoamericanos deben buscar medidas internas que contrarresten la caída de sus economías. Quizá este sea el mejor momento de explotar mercados internos, satisfacer el consumo nacional y desarrollar nuevas alternativas que estimulen la productividad y, por tanto, su base comercial. Latinoamérica sigue teniendo el gran reto de estimular sectores de mayor valor añadido que aseguran el crecimiento económico y el empleo duradero a largo plazo. Para ello es necesario en desarrollar más el conocimiento, la innovación, la educación que mejoren el nivel de vida, es decir, el bienestar de esos países.
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