Estos días se está celebrando la reunión de otoño del FMI en Washington. Y como es tradicional, las jornadas se han iniciado con la publicación del informe semestral sobre Perspectivas Económicas en el que se incluyen las previsiones de crecimiento para la economía mundial.
Según el FMI, la actividad global mostraba una notable solidez con anterioridad a la crisis crediticia, pero las previsiones de medio plazo se han visto dañadas por este fuerte “shock” negativo de naturaleza financiera. A pesar de ello, el crecimiento global seguirá siendo dinámico en 2008 (4,75%, sexto año consecutivo por encima de su media de largo plazo), apoyado, principalmente, por la fortaleza de las economías emergentes. Es importante destacar que las previsiones de crecimiento se agregan utilizando PPA y no los tipos de cambio de mercado, lo que aumenta el peso de las economía emergentes (en el caso de China lo multiplica por cuatro). Utilizando tipos de cambio de mercado, el crecimiento mundial el año que viene estaría algo por encima del 3% (3,3%).
A su vez, el FMI destaca que los riesgos del escenario central se concentran claramente en el lado negativo y el principal reto será restablecer la normalidad en el funcionamiento de los mercados financieros lo más rápido posible. Además existen otros focos de preocupación como las tensiones inflacionistas, volatilidad del precio del petróleo, efectos desestabilizadores de los flujos de capital sobre los países emergentes, así como el envejecimiento de la población, tentaciones proteccionistas, etc.
Hasta aquí nada muy diferente del escenario de enfriamiento que predomina entre los principales institutos de análisis. Sin embargo y, como no podía ser de otra manera, la polémica en nuestro país ha saltado por la publicación de una importante corrección a la baja de la previsión de crecimiento para la economía española en 2008 (del 3,4% al 2,7%), algo por cierto no muy diferente de lo que ha ocurrido con EEUU (del 2,8% al 1,9%). Se afirma que el FMI se ha equivocado a la baja en los últimos años al anticipar los crecimientos de nuestro país. Algo común entre todos los analistas; pues ha sido incluso para el INE, muy difícil valorar los cambios estructurales experimentados por nuestro país en los últimos años. En este sentido y, teniendo en cuenta la importancia e influencia potencial del FMI sobre las expectativas, siempre el FMI debe ser moderadamente optimista por definición. Y en el caso de EEUU y España lo único que hace es reconocer una situación que ya están anticipando todos los indicadores.
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