Una de las consecuencias de la segunda guerra mundial fue la necesidad de crear lazos comerciales entre los países para que los intereses comerciales disminuyesen los afanes bélicos vividos en los años precedentes. En 1948 se creó el GATT (Acuerdo General sobre Comercio y Tarifas) en cuyo preámbulo se indicaba que su propósito era la reducción de aranceles y otras barreras arancelarias, entre los países miembros, para incrementar el comercio. En 1995 está organización fue sustituida por la Organización Mundial de Comercio que mantenía y mantiene el objetivo de supervisar y liberalizar el comercio internacional. Otorga un marco de negociación y regulación internacional para incentivar las transacciones internacionales y solucionar y minimizar las disputas.
El próximo 29 de Enero, será el primer día que los nueve candidatos a sustituir a Pascal Lamy, director general de la OMC comparecerán ante el consejo general de la organización para explicar sus proyectos. ¿Cuáles son retos con los que se encontrará el finalmente elegido? Desde el 2001 la organización permanece estancada en la llamada Ronda Doha, que partía de un objetivo ambicioso de integración en el comercio mundial, de los países con menores recursos económicos y ha permanecido estancada, en continuas disputas a lo largo de más de una década, principalmente sobre los subsidios agrícolas, en la UE y EEUU.
La realidad es que el concepto de la OMC es de mayor actualidad que nunca. Hace 15 años eran los países de mayor renta per cápita, Europa EEUU, Canadá o Japón los que cantaban las bondades de la liberalización comercial y de la reducción de los aranceles a los entonces países emergentes. Hoy estos últimos, denominados BRICs, entre otras cosas por su fortaleza ya han emergido, han abrazado completamente estas tesis y lo que quieren es que sean los países desarrollados los que levanten sus barreras arancelarias y comerciales. La crisis del 2008 paralizó los desarrollos de desarme arancelario dentro de los países miembros de la OMC. El multeralismo dio paso al bilateralismo, en el que los países más poderos partes en principio con mayor ventaja. A partir del 2013 se trata de volver a las esencias de la OMC dando el peso que corresponde a los países emergentes, empezando quizás por su director general. Entre los pretendientes al puesto de máximo mandatario de la organización hay un surcoreano, un neozelandés, un jordano, una keniata, un ghanés y tres candidatos brasileños: de Brasil, Costa Rica y México.
Candidatos y expertos coinciden en la necesidad que la organización se reforme para garantizar su supervivencia. La crisis económica ha traído una oleada proteccionista en muchos mercados, en ocasiones plasmados en una guerra encubierta de divisas. El futuro de la OMC pasa por reconocer que quizás no todos los acuerdos se pueden alcanzar por unanimidad (157 miembros actualmente) dando lugar convenios parciales y multisectoriales. La OMC debe aspirar a ser más que un foro de disputas comerciales, para esto ya está la ICC (Cámara de Comercio Internacional) y volcarse en su objetivo inicial: Un comercio mundial creciente y global que aporte mejoras a los países que lo practiquen
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