Hay un cierto consenso sobre el hecho que el crecimiento económico se logrará en los próximos años en los países emergentes (BRICs) frente a la tradicional economía occidental (Europa, Japón y EEUU). Si definimos el riesgo político como el que se genera por la inestabilidad jurídica o económica de un país, de las decisiones de sus gobernantes o de los conflictos civiles o bélicos que amenazan la seguridad de sus ciudadanos o de los inversores extranjeros , podemos comprobar cómo estos hechos están surgiendo muy pujantemente en las economías en vías de desarrollo. Queda poco para el segundo aniversario de la muerte del joven tunecino Mohamed Bouazizi que fue la mecha del descontento popular que supuso el inicio de la llamada primavera árabe.
El hecho es que la transformación de los países emergentes está generando un deseo de cambio, con una clase media creciente y demandante y con un crecimiento desigual que genera una doble frustración, la falta de empleo (África subsahariana es el más claro exponente ) y una absoluta carencia de incentivos para la iniciativa empresarial.
Se está produciendo una transformación cultural en los países emergentes que facilita el camino para el cambio. Y esta transformación es fruto del acceso a internet o la facilidad para viajar al extranjero.
El verdadero efecto llamada hoy en día es el acceso inmediato a la información que potencia los deseos de libertad y de cambio de los jóvenes y de la pujante clase media
Cuanto más crezcan los países emergentes más probable es que se repitan los hechos que llevan afectando a los países árabes los últimos 700 días. Es obligación de sus dirigentes y de la comunidad internacional facilitar el tránsito hacia estructuras democráticas que puedan atender las demandas populares.
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