Por primera vez en mucho tiempo, fue moderadamente positivo el balance de la información económica y financiera publicada en España durante la semana pasada. Lo que no quiere decir que se perciban brotes verdes, ni nada parecido. Pero además de un decrecimiento de la actividad más suave de lo esperado en el tercer trimestre (-0,3%), es importante reseñar que se sigue avanzando en la corrección de los desequilibrios. Por segundo mes consecutivo (primera vez que esto ocurre desde 1998) la balanza por cuenta corriente registró un superávit, con un muy buen comportamiento de las exportaciones (+7,4% en tasa interanual). Además, prosigue la corrección del déficit del Estado en septiembre (3,93% del PIB en términos homogéneos) lo que aumenta la probabilidad de que se alcance el objetivo a final de año (4,5%). Aunque las desviaciones vendrán por otro lado: seguridad social y CCAA.
También es importante reseñar que tanto la información de la cuenta financiera (agosto) que registra un aumento de la inversión en cartera de los no residentes de 2.340 millones de euros, como el incremento de la exposición de los mismos agentes en deuda pública en más de 16.000 millones durante el mes de septiembre (el mayor incremento desde junio de 2011 y el primero en lo que llevamos de año) refleja la mejora en el interés por los activos españoles, propiciada por el anuncio del nuevo programa de compra de deuda por el BCE. Los efectos del cambio de estrategia de Draghi también se pueden percibir en la disminución en 29 puntos básicos (septiembre) del coste de las nuevas operaciones de crédito para pymes españolas.
Sin embargo, el dato de empleo de esta mañana vuelve a ser un jarro de agua fría, al reflejar que buena parte de la corrección de los desequilibrios se debe al tremendo ajuste en la actividad. Como viene siendo habitual desde que estalló la actual crisis, octubre no fue un buen mes para el empleo, si bien, a diferencia de lo que venía sucediendo hasta ahora, el dato no es peor que el de hace un año (-73.076 vs -75.249). Además, en términos desestacionalizados el registro también mejora levemente respecto a los meses anteriores (-50.644 vs -54.111 de media en el 3T12).
La pérdida de empleo se sigue concentrando en los servicios (sobre todo hostelería y comercio), donde se acelera el ritmo de destrucción, en línea con la debilidad del consumo y una vez concluida la temporada estival. En cambio, aunque se sigue reduciendo la afiliación en la industria y la construcción, lo hace a un ritmo desacelerado. Pese a esta leve mejoría, a corto plazo se debe esperar un nuevo empeoramiento en el comportamiento del mercado de trabajo en el último trimestre del año: además de ser un periodo tradicionalmente malo para el empleo, en este caso se añade el deterioro adicional del gasto en consumo, derivado la subida del IVA, junto con el obligado endurecimiento de la política fiscal, la escasez de crédito y el empeoramiento de las expectativas.
En cuanto al paro registrado, en octubre se produjo el mayor aumento en nueve meses, un 2,7% mensual, 128.242 parados más hasta un nuevo máximo histórico (4,833 millones). En tasa interanual el paro acumula tres meses de ralentizaciones de su ritmo de crecimiento hasta el 10,8%, la más baja desde marzo. Esto significa que en el último año el número de parados ha aumentado en 472.595. De dicha cantidad, más del 85% (403.558) corresponden al sector terciario (+15,7%, tasa que se encuentra estabilizada desde julio), mientras que, tanto en la industria como, sobre todo, en la construcción el ritmo de aumento se modera hasta el 7,8% y el 1%, respectivamente (38.544 y 7.397 parados).
Por último, con datos a septiembre, los beneficiarios de prestaciones por desempleo ascienden a 2,836 millones (de los que 309.976 son extranjeros), un 4,3% más que un año antes. La cobertura del sistema de protección por desempleo fue del 63,5%, 4,5 puntos menos que en el mismo mes de 2011. Casi el 40% de los parados no reciben ningún tipo de prestación (1,868 millones, un 24,1% más que hace un año). La conclusión es sencilla, no podremos hablar de un cambio de tendencia en la economía española hasta que se deje de destruir empleo.
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