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Abr

Transcribo a continuación un artículo escrito por Fernando Cortiñas Luque (MBA por la Universidad de Harvard y Profesor del IE Business School).

Es un poco largo pero vale la pena leerlo.

ArgentinA es AndalucíA

Desde que estalló el escándalo YPF, mis amigos españoles no dejan de preguntarme: “Cómo es posible que Argentina, siendo un país tan rico, con gente tan preparada, simpática y educada, alguna vez el país más avanzado de Iberoamérica y uno de los países más ricos del mundo, haya podido caer tan bajo y estar dónde esté? No se entiende…”

Para tratar de entender a Argentina, desde una perspectiva española, la respuesta es muy simple, e intentaré describirla con una frase muy corta, o una imagen, que vale más que mil palabras: ArgentinA es AndalucíA.Economy Weblog          Concurso de Doma, Feria de Fuengirola, Málaga, Costa del Sol, Andalucía, España

Argentina y Andalucía tienen muchas, muchísimas cosas en común, más de las que la gente cree. Para empezar, lo más evidente, ambos nombres constan de 9 letras, y ambas palabras empiezan y acaban en A.

Ambas tierras son feraces, riquísimas en recursos naturales, con gentes inteligentes –más que inteligentes, pícaras-, vivaces –y vivas-, alegres, con gracia, ingenio, mucho ingenio, y salero (a veces demasiado). Del cruce de ambos ingenios no podía salir otra cosa más que Mafalda, el más puro producto de la fusión argento-andaluza. (Si bien Quino es argentino por haber nacido en Mendoza, es andaluz por origen, dado que sus padres eran malagueños)

Argentina y Andalucía comparten también el amor por los caballos, hasta tal punto que el caballo criollo es descendiente directo del caballo andaluz. (véase http://es.wikipedia.org/wiki/Caballo_criollo). Cuando he visitado las ferias de Sevilla y Jerez, no me costó mucho esfuerzo volar mentalmente a San Antonio de Areco y “ver” a multitudes de gauchos desfilando en el Día de la Tradición, al igual que los jinetes andaluces cabalgando en el Rocío.

Ambas tierras, benditas por la mano de Dios, atraen y enamoran a quienes las visitan, por la diversidad y belleza de sus paisajes y de sus mujeres, y la amabilidad de sus pueblos. Ambos son lugares ideales para consumir y descansar, y “enganchan” al viajero que los visita.

Pero ambas tierras sufren una maldición crónica, tan grande como su riqueza, y es la maldición de la demagogia y el populismo clientelista, impuestas por los socialismos que las gobiernan casi ininterrumpidamente desde hace 30 años, el PSOE y el Peronismo.

Cómo es posible, me dicen mis amigos españoles, que en un país con gente culta como Argentina, que ha tenido 5 Premios Nobel, 3 de ellos en “ciencias duras”, y a pesar de la corrupción y los desastres reiterados causados por el peronismo, las elecciones las siga ganando el Partido Justicialista?

La clave para entender a Argentina, una vez más, hay que buscarla en el espejo andaluz: Cómo es posible que, a pesar de la desastrosa situación económica andaluza, venga gobernando el PSOE de manera ininterrumpida desde que se instauró la democracia en España?

La respuesta es común para los dos tierras: tanto en Andalucía como en Argentina se “compran voluntades” y “votos”, se consigue una “clientela cautiva” a fuerza de talonario, que sangra el erario público, fomenta las holgazanería y desalienta los que trabajan.

En Andalucía, esa maldición se llama PER (Plan de Empleo Rural), y en Argentina, se llama “Planes Trabajar”.

Al buscar en Wikipedia Plan de Empleo Rural, (http://es.wikipedia.org/wiki/Plan_de_Fomento_del_Empleo_Agrario)

se encuentra que “El Plan de Fomento del Empleo Agrario (PFEA), más conocido como Plan de Empleo Rural (PER), su antigua denominación, es un plan de subvenciones a los ayuntamientos de varias comunidades autónomas, para realizar inversiones en el mundo rural”.[]

“Fue establecido en 1986 por el Gobierno de España durante el mandato de Felipe González con el nombre de Plan de Empleo Rural y en sustitución del llamado “empleo comunitario”. El PER estaba destinado a las comunidades de Andalucía y Extremadura para que contratasen a trabajadores eventuales agrarios (jornaleros) en paro y facilitar así un periodo de empleo y el acceso a un subsidio especial de desempleo.”

En la misma línea se expresa la Enciclopedia Libre Universal en Español (http://enciclopedia.us.es/index.php/Plan_de_Empleo_Rural) quien en su entrada sobre PER, dice textualmente:

“El Plan de Empleo Rural, más conocido como PER, es un subsidio agrario creado por el gobierno de Felipe González Márquez y aplicado a la zonas rurales de España, principalmente de Andalucía y Extremadura.”

“El PER ha sido polémico desde su creación. Sus defensores argumentan que contribuye a mejorar las condiciones de vida en el medio rural y a evitar un éxodo de población del medio rural a las ciudades. Sus detractores argumentan que sirve para evitar un verdadero desarrollo de los pueblos y que lleva aparejado un gran fraude por parte de trabajadores que declaran peonadas falsas para alcanzar el subsidio y por otros trabajadores que continúan trabajando ilegalmente después de haber alcanzado el número mínimo de peonadas que permite cobrar el subsidio. “

El artículo va más allá, señalando la raíz misma del problema de Andalucía:

“Una crítica importante que se le hace al PER habla de «voto cautivo»[1]. Siguiendo esta línea de argumentación debería existir una correlación entre municipios con una economía agraria ligada al PER y victorias electorales repetitivas del PSOE a la vez que un mayor equilibrio electoral entre PSOE y PP en otros municipios tales como capitales de provincia andaluzas y extremeñas y ciudades costeras andaluzas. Sobre esta crítica un estudio de la Universidad de Granada [2] llega a una curiosa conclusión diciendo textualmente: «se comprobó que esta política perjudicaba al PP porque cuando aumentaba el número de subsidiados, en una población, disminuían los apoyos a dicho partido sin que repercutieran de forma directa en los apoyos al PSOE».

Pues bien, amigos españoles, si ustedes tienen claro que el PER en Andalucía permite ganar elecciones, el correlato argentino del PER recibe el nombre (paradójico y eufemístico) de “Planes TRABAJAR” o “Argentina Trabaja”, que los argentinos, con el típico gracejo “andaluz”, han rebautizado como “Planes Descansar”.

Los Planes Descansar no son uno sino que en realidad son un conjunto de varios programas de subsidios, que varían en tipos de beneficios, montos de las prestaciones y perfil de los beneficiarios, pero ya en el 2008 alcanzaban a 2,5 millones de personas, según se expone en un artículo de 2008  (http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20080414211643AA9U5QF) que dice:

“Contar fehacientemente cuántos planes hay en el país resulta muy difícil, o casi imposible ya que, además, cada provincia o municipio tiene sus planes propios de ayuda social. “

El artículo comentaba que: “Según las últimas cifras oficiales, dentro de la población económicamente activa (quienes están en condiciones de trabajar) hay 1.370.000 desocupados y 1.700.000 subocupados (que trabajan menos de 35 horas semanales). El total de gente con problemas laborales suma, entonces, 3,08 millones de habitantes urbanos, mientras que hay un estimado de 2.500.000 de personas que reciben un plan social en el país.

Los que cuentan con mayor número de beneficiarios son el Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados (PJJHD), con 1.028.770 personas; Plan de Pensiones asistenciales, con 530.000; Familias para la Inclusión Social, con 410.000; Manos a la Obra, con 575.000, y el Seguro de Capacitación y Empleo, con 32.000.

Todos dependen del Ministerio de Desarrollo Social, menos el Plan Jefas y Jefes, y el Seguro de Capacitación y Empleo, que dependen del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación”.

Así como los beneficiarios del PER en Andalucía son “clientes electorales” del PSOE, los beneficiarios de los Planes Trabajar en Argentina, lo son del peronismo.

El problema, en realidad, no son los subsidios en sí mismos, sino que lo grave subyace en la naturaleza, alcance, duración de las prestaciones, y la forma de financiarlos.

Quiero dejar claro que no estoy en contra de ayudas o subsidios a los más necesitados, todo lo contrario. Pero sí estoy en contra de subsidios que se den sin ninguna contraprestación a cambio, y de manera ilimitada a lo largo del tiempo, porque ello no hace otra cosa más que fomentar que varios millones de personas (tal vez unos 5 millones de los 40 millones de argentinos) vivan sin trabajar.

No se trata de dar pescado, sino de enseñar a pescar.

Eva Perón acuño la frase “Donde hay una necesidad, hay un derecho”.

Creo que esta frase encierra una de las claves del mal argentino, porque establece que “quien necesita algo, tiene derecho a que se lo den”, sin aclarar que una persona tiene “derechos” pero también  tiene “obligaciones”, y que el tener derecho, no implica poder ejercerlo. (Yo tengo el derecho a poder comprarme un Rolls Royce, pero si no tengo dinero suficiente, no lo podré comprar…).

Las camadas inmigratorias que hicieron a la Argentina grande en las primeras décadas del siglo XX, se caracterizaban por su laboriosidad, su tesón, su afán en hacer antes que pedir, sin esperar que nadie les diera nada. Cuando el peronismo a mediados del siglo pasado instituyó esta teoría de “donde hay una necesidad, hay un derecho”, se abrió la puerta a que todos tenemos derecho a recibir ayuda y soporte de “Papá Estado”.

El punto es: Quién financia la ayuda que se da a los menos favorecidos? Quién paga o de dónde se sacan los fondos que luego se reparten en ayudas? Porque no se puede distribuir lo que no se produce, o, dicho de otra manera, no se puede distribuir lo que no se tiene. Así, los subsidios a los menos favorecidos salen a costa de los impuestos que pagan los que generan riqueza, en el caso argentino, lo más evidente son las retenciones a las exportaciones agrícolas.

Si lo llevamos al límite, y nadie trabaja, todos tendremos necesidades, y por lo tanto todos tendremos derecho a subsidios, pero no habrá fondos para financiarlo. Por lo tanto, en este caso no habría más remedio que acudir al endeudamiento o a transferencias desde alguna entidad superior, y así se explica el financiamiento del PER vía transferencias del gobierno central español.

De acuerdo lo que hemos comentado, los subsidios sin límites y casi sin condiciones de Argentina y Andalucía, lejos de ser una ayuda para los más necesitados, se terminan convirtiendo en un cáncer que atenta contra la productividad, alienta la holgazanería de quienes reciben subsidios sin trabajar, acostumbrándolos a que pueden vivir estructuralmente de las ayudas, y desalienta a la gente que trabaja y que tiene que financiar a los que no lo hacen.

La economía es una ciencia social antes que matemática, es una ciencia de “valores” donde las matemáticas cumplen un papel herramental. Y un país es un “cuerpo social” cuyas células son los individuos, las familias y las organizaciones que lo componen. Desde esta perspectiva “organicista”, las matemáticas y estadísticas son meras herramientas que miden la temperatura de un cuerpo social y de su actividad, pero la actividad de ese cuerpo social está dada por los valores de sus individuos, puestos en práctica: España será el resultado de la actividad de los 48 millones de habitantes que la pueblan, y de sus valores. Andalucía será el resultado de los valores, actitudes y actividades de los 8 millones de andaluces, como Argentina será el resultado de los valores y actitudes de los 40 millones de argentinos llevados a la práctica.

El gran mal del peronismo y del PSOE, dos formas de socialismo, radica en que ha convencido a sus seguidores de que todos tenemos derechos, pero no obligaciones, y de que se puede vivir sin trabajar.

Otra gran similitud entre Andalucía y Argentina radica en la poca transparencia institucional, y en la idea de que puede haber corrupción, porque “la corrupción queda sin castigo”.

Las riquezas naturales (en cuanto a disposición de materias primas), y las riquezas de recursos humanos (en cantidad y calidad), son dos condiciones que “potencialmente” ayudan, pero no son necesarias ni suficientes para garantizar la riqueza de un país o región. Hay países africanos extraordinariamente ricos en recursos naturales, que viven en la miseria más absoluta, por abundancia de corrupción, faltan de instituciones fuertes y transparentes, y carencia de reglas de juego claras. Por el contrario, países no tan ricos en materias primas, pero con gente educada, formada, y disciplinada, poseen niveles de vida de los más altos del mundo, como puede ser el ejemplo de Finlandia o Suiza.

La condición necesaria para el éxito de un país es contar con instituciones claras, que funcionen con transparencia, que impongan, ejecuten y hagan cumplir reglas de juego estables, garantizando la seguridad jurídica.

“El Conceto es el Conceto”, diría Manuel Manquiña: “Concetualmente”, un país cuyos habitantes no trabajan, no producen y no ahorran, dentro de un contexto estable, con instituciones transparentes, sin corrupción, que garanticen seguridad jurídica y respeten e impongan reglas de juego claras, no podrá avanzar.

Artículo escrito por Fernando Cortiñas (MBA por la Universidad de Harvard y profesor del IE Business School).

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