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Psicología y economía

Escrito el 21 diciembre 2009 por María Jesús Valdemoros en Miscelánea

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    [post_content] => La mayor parte de la investigación actual en teoría económica parte del supuesto de que los seres humanos somos plenamente racionales en nuestras decisiones y en las consiguientes acciones. Según la visión neoclásica del homo economicus, las personas siempre maximizamos nuestra utilidad, sopesando todos los pros y contras a la hora de elegir. En otras palabras, somos máquinas frías y cuasi perfectas de cálculo. Esto no significa que no erremos, pero sí que nuestros errores son “aleatorios” y, en el mercado, unos tienden a cancelar a otros, de modo que el equilibrio resultante equivale al que se obtendría sin tales errores.

Este supuesto tiene cierto sentido y es útil para construir explicaciones satisfactorias sobre muchos fenómenos. Sin embargo, es poco realista y en no pocas ocasiones conduce a una visión distorsionada del mundo y la sociedad que nos rodean. Por ejemplo, ¿ha sido racional el fuerte endeudamiento de las familias españolas que a tantos problemas está llevando ahora a muchas de ellas? Si por racional entendemos el comportamiento que surge de una valoración objetiva de las circunstancias presentes y de una previsión razonable sobre los posibles escenarios futuros, la respuesta es claramente negativa. Un desmesurado optimismo nos ha llevado a los españoles a vivir por encima de nuestras posibilidades reales, con el enorme coste que ahora se deriva de la corrección de semejante desajuste.

 Behavioral Economics

Existe dentro de la teoría económica una corriente, relativamente nueva, que trata de introducir mayor realismo en los supuestos acerca del comportamiento de las personas. Se trata de la denominada “Behavioral Economics”, una rama que combina las técnicas e ideas de la microeconomía y la psicología, y que reconoce de partida que los humanos no somos seres con una lógica de robot. Al contrario, estamos llenos de contradicciones; nos engañamos frecuentemente a nosotros mismos, por ejemplo cuando nos prometemos seguir una dieta o ser más ordenados; también somos sorprendentes para nosotros mismos, cuando en determinadas situaciones actuamos de un modo completamente distinto al previsto; somos tan capaces de pensar en el bienestar de los demás como de actuar del modo más egoísta posible.

Hay un ejemplo muy ilustrativo que leí en un trabajo de Matthew Rabin, uno de los economistas más destacados de esta corriente. Imaginemos dos amigos que caminan por un campo. Uno de ambos encuentra y recoge del suelo dos manzanas, una de ellas reluciente y apetitosa; la otra, más pequeña y de peor aspecto. Sin mediar palabra, le da la peor a su amigo. Éste se queda pensativo y callado durante un rato, hasta que finalmente dice: “¿por qué me has dado la peor? Yo nunca lo habría hecho, te habría dado la buena y me hubiese quedado con la mala”. 

En respuesta, el amigo que le dio la peor manzana le dice: “¿y por qué te quejas? Me he quedado con la buena y tú tienes la mala, justo igual a como tú hubieses hecho el reparto”.

Por supuesto, esto no satisface al amigo. Y es que los seres humanos, al contrario de lo que sugiere la economía neoclásica, no nos preocupamos sólo del resultado final. También nos importa -y mucho- el cómo se llega a ese resultado. Cuestiones como la justicia, la reciprocidad, el reconocimiento pesan. Y lo hacen de una forma que es tan previsible como lo son algunos de los sesgos de nuestra mente –en general, somos autoindulgentes, pecamos de exceso de optimismo, nos cuesta medir los riesgos,…-. Todo esto es lo que la “behavioral economics” trata de incluir en la teoría económica.

 Creo que la “behavioral economics” puede ayudarnos a una mejor fundamentación de la teoría económica que, a su vez, contribuya a una mejor comprensión del funcionamiento de la economía y, por tanto, a unas políticas más acertadas. ¿Estáis de acuerdo? 

Un par de recomendaciones bibliográficas sobre el tema

-         “Tropezar con la felicidad” de Daniel Gilbert. Es un libro de psicología, pero muy clarificador para la microeconomía.

-         “Predictably irrational”, de Dan Ariely.  http://www.predictablyirrational.com/
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La mayor parte de la investigación actual en teoría económica parte del supuesto de que los seres humanos somos plenamente racionales en nuestras decisiones y en las consiguientes acciones. Según la visión neoclásica del homo economicus, las personas siempre maximizamos nuestra utilidad, sopesando todos los pros y contras a la hora de elegir. En otras palabras, somos máquinas frías y cuasi perfectas de cálculo. Esto no significa que no erremos, pero sí que nuestros errores son “aleatorios” y, en el mercado, unos tienden a cancelar a otros, de modo que el equilibrio resultante equivale al que se obtendría sin tales errores. Seguir leyendo…

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