El rechazo al nuevo plan de ajuste ha desencadenado una crisis política en Portugal. El gobierno portugués presentó ayer su dimisión, después de que el parlamento –con el voto en bloque de toda la oposición– rechazara su Programa de Estabilidad y Crecimiento, que incluía nuevas medidas de austeridad y un paquete de reformas estructurales y del sector financiero. El gobierno seguirá en funciones, con poderes limitados, hasta la celebración de nuevas elecciones en el plazo de dos meses.
Además, Eurostat ha cuestionado la fiabilidad las cuentas públicas portuguesas del ejercicio 2010. El gobierno luso no habría computado debidamente el rescate del banco BPN y las ayudas al transporte, lo que elevaría el déficit fiscal hasta el 8,2% del PIB, por encima del 7,3% oficial. Debe recordarse que la crisis fiscal griega se desencadenó cuando las autoridades reconocieron que habían falseado sus datos fiscales –si bien en una escala mucho mayor que en el caso de Portugal–.
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