WP_Post Object ( [ID] => 3881 [post_author] => 28817 [post_date] => 2008-12-19 15:40:09 [post_date_gmt] => 2008-12-19 14:40:09 [post_content] => Las recientes decisiones del Banco de Japón recortando el tipo de referencia del 0,3% al 0,1% y, sobre todo, de la FED reduciendo el tipo objetivo de los “federal funds” a una banda entre el 0% y el 0,25%, reflejan que los bancos centrales están poniendo toda la carne en el asador para intentar frenar el proceso de deterioro de la economía mundial y, especialmente, para evitar que entre los agentes empiece a consolidarse la idea de que podemos estar ante un proceso deflacionista a la vuelta de la esquina. La combinación de agentes fuertemente endeudados con deflación es letal para una economía, porque aunque los tipos nominales bajen hasta el 0%, los tipos reales serán positivos. De manera que en estas circunstancias aumenta la probabilidad de caer en una trampa de la liquidez (como la definió Keynes), es decir, en una situación en la que por mucho que se bajen los tipos no se recupera el crédito y, por tanto, el consumo y la inversión. Se puede llevar el caballo al abrevadero, pero no obligarle a beber. Razón por la cual, Keynes aconsejaba utilizar intensamente el gasto público en estas situaciones, para evitar una espiral de caída de precios, bajadas de salarios y márgenes, descenso del consumo, bajadas de precios de los activos, aumento de los impagos, etc. Claro que Friedman opinaba que en caso necesario se podía dar una vuelta de tuerca adicional a la política monetaria, inundando de dinero la economía y, para ilustrar esta idea, utilizaba la metáfora del helicóptero lanzando los billetes a los ciudadanos. Este concepto ha tenido un amplio desarrollo teórico en los últimos años, a raíz de la situación de estancamiento con deflación de la economía japonesa y, uno de los mayores estudiosos del tema ha sido precisamente el actual presidente de la FED: Ben Bernanke. Por tanto, estamos en “teóricas” buenas manos para aplicar este tipo de políticas monetarias llamadas de relajación cuantitativa (“quantitative easing”). Un proceso de relajación cuantitativa conlleva un aumento del balance del banco central y, por tanto, de la capacidad de prestar a la banca o de intervenir directamente en el mercado. De hecho, el balance de la FED ha pasado en los últimos meses de 900 m.m. de euros a 2,2 billones de dólares. Este aumento de balance se ha producido, sobre todo, a través del aumento de fondos en las cuentas del Tesoro en la FED (dinero ingresado por emisiones de deuda pública) que han pasado de prácticamente cero a 500 m.m. de dólares, además de los que tienen las instituciones financieras en las cuentas del banco central por encima de los requisitos obligatorios (de 2 a 500 m.m. de dólares). Por tanto, en la situación actual, el banco central (FED) tiene que intervenir directamente en el mercado, pues el dinero que está inyectando a los bancos, éstos lo terminan guardando en las propias cuentas en el banco central, es decir, está aumentando la base monetaria (dinero líquido en manos del público más encaje bancario), pero no la oferta monetaria (dinero líquido más todo tipo de depósitos). Y, para ello, la FED ha empezado a comprar papel comercial de las empresas, titulizaciones hipotecarias e, incluso, podría terminar comprando deuda pública. Por tanto, está sustituyendo o, al menos complementando a la banca, en su labor de intermediación financiera. ¿Cómo afecta a la economía un proceso de expansión cuantitativa como el que está poniendo en marcha la FED?. En primer lugar, las compras de activos financieros están permitiendo aumentar los precios y bajar los tipos de interés de medio y largo plazo. Por ejemplo, desde que la FED compra titulizaciones hipotecarias, están bajando los tipos hipotecarios en EEUU. En segundo lugar, este proceso debe terminar aumentando las expectativas de inflación. Además, una expansión cuantitativa puede financiar ilimitadamente un aumento del gasto público o una bajada de impuestos. Por último, el aumento del dinero en manos de los bancos, antes o después debe reactivar el crédito. ¿Hasta dónde se puede expandir el balance de un banco central? Ilimitadamente, pues aunque como he comentado anteriormente, de momento, la maquinita de creación de dinero en EEUU no se ha utilizado, en cualquier momento puede empezar a funcionar. Sobre todo, teniendo en cuenta que la velocidad de circulación del dinero está disminuyendo. El problema de lo anterior es obvio, si no existe una estrategia rápida y efectiva para compensar esta expansión tremenda de la liquidez, una vez que la economía se empieza a recuperar, puede originarse un importante proceso inflacionista. Y esa estrategia pasa por volver a reducir el balance, es decir, por vender todos esos activos comprados anteriormente, lo que puede provocar importantes caídas de precios o subidas de tipos de interés. Además, de la incógnita que puede suponer el comportamiento del dólar a medio plazo, cuestión sobre la que reflexionaremos otro día. Lo que está claro a estar alturas, es que las autoridades económicas van a utilizar todos los grados de libertad tanto en el lado monetario, como en el fiscal, para intentar parar el deterioro de actividad, aunque esto suponga un aumento importante de los desequilibrios a medio y largo plazo. Como este viernes escribía Niall Ferguson en Financial Times, la paradoja es que se están utilizando las ideas de Friedman y Keynes a la vez, es decir, se está duplicando la apuesta. Esperemos que sea para bien. 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