WP_Post Object ( [ID] => 21864 [post_author] => 13322 [post_date] => 2017-04-09 12:00:26 [post_date_gmt] => 2017-04-09 10:00:26 [post_content] => En 1982, el presidente López Portillo de la decimoquinta economía del mundo, México, anunció el impago de la deuda exterior del país. Es un momento clave de la historia económica moderna ya que hasta ese momento se presuponía que la solvencia de los países era poco menos que ilimitado. Sólo un año antes, en Enero de 1981, Irán había liberado a 66 ciudadanos norteamericanos retenidos en su embajada de Teherán durante 444 días. Los conflictos bélicos mundiales o la guerra de Vietnam se habían dejado atrás pero un nuevo concepto de inestabilidad surgía con el comienzo de la década: el riesgo político derivado de la mala relación entre dos economías que actuaba, no sobre grandes instituciones o corporaciones, sino sobre el ciudadano medio. Han pasado casi cuatro décadas de estos acontecimientos, en las que el mundo ha contemplado, la caída del muro de Berlín y el desmembramiento de las economías comunistas; la guerra de los Balcanes en el corazón de Europa, y la suspensión de pagos de los Tigres asiáticos; dos guerras del Golfo y el corralito argentino; El 11-S y la crisis subprime para llegar al principio del siglo XXI en el que los actos terroristas suceden con demasiada frecuencia en las principales economías mundiales, donde la guerra en Siria se extiende desde el 2011 con ramificaciones que llegan hasta el Brexit y con la presencia de outsiders de la política que llegan a la presidencia de importantes países por diversos motivos pero principalmente por el descontento de amplios sectores de la ciudadanía. En el 2017 el riesgo político de la insolvencia no está circunscrito sólo a economías emergentes sino que sobrevuela países europeos o economías de renta per cápita elevada como Dubái en el 2010. Los actos de terrorismos lamentablemente extienden su campo de actuación y el resultado de los últimos referéndums en Reino Unido, Colombia o Italia no hacen sino añadir incertidumbres nuevas sobre importantes países. ¿Qué es riesgo país en el 2017? La palabra riesgo deriva del antiguo termino italiano risicare que quiere decir atreverse. Como decía Peter Bernstein en la introducción de su best seller Against the Gods, el riesgo es una elección en vez de un destino impuesto con lo que la inestabilidad política en los próximos meses será el resultado de las decisiones conjuntas e individuales que tomemos los ciudadanos en cada país y no el resultado de un destino inamovible al que estemos sometidos. Riesgo Político es a finales de la primera década del siglo XXI una situación de la que, aparentemente, no está exento ningún país. No se trata de vivir con inquietud sino de atreverse a estar preparado. [post_title] => EL RIESGO POLITICO. DIAS EXTRAÑOS [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => open [post_password] => [post_name] => el-riesgo-politico-dias-extranos [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2023-12-13 13:55:28 [post_modified_gmt] => 2023-12-13 12:55:28 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/?p=21864 [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 9 [filter] => raw )
En 1982, el presidente López Portillo de la decimoquinta economía del mundo, México, anunció el impago de la deuda exterior del país. Es un momento clave de la historia económica moderna ya que hasta ese momento se presuponía que la solvencia de los países era poco menos que ilimitado.
Sólo un año antes, en Enero de 1981, Irán había liberado a 66 ciudadanos norteamericanos retenidos en su embajada de Teherán durante 444 días. Los conflictos bélicos mundiales o la guerra de Vietnam se habían dejado atrás pero un nuevo concepto de inestabilidad surgía con el comienzo de la década: el riesgo político derivado de la mala relación entre dos economías que actuaba, no sobre grandes instituciones o corporaciones, sino sobre el ciudadano medio.
Han pasado casi cuatro décadas de estos acontecimientos, en las que el mundo ha contemplado, la caída del muro de Berlín y el desmembramiento de las economías comunistas; la guerra de los Balcanes en el corazón de Europa, y la suspensión de pagos de los Tigres asiáticos; dos guerras del Golfo y el corralito argentino; El 11-S y la crisis subprime para llegar al principio del siglo XXI en el que los actos terroristas suceden con demasiada frecuencia en las principales economías mundiales, donde la guerra en Siria se extiende desde el 2011 con ramificaciones que llegan hasta el Brexit y con la presencia de outsiders de la política que llegan a la presidencia de importantes países por diversos motivos pero principalmente por el descontento de amplios sectores de la ciudadanía.
En el 2017 el riesgo político de la insolvencia no está circunscrito sólo a economías emergentes sino que sobrevuela países europeos o economías de renta per cápita elevada como Dubái en el 2010. Los actos de terrorismos lamentablemente extienden su campo de actuación y el resultado de los últimos referéndums en Reino Unido, Colombia o Italia no hacen sino añadir incertidumbres nuevas sobre importantes países.
¿Qué es riesgo país en el 2017? La palabra riesgo deriva del antiguo termino italiano risicare que quiere decir atreverse. Como decía Peter Bernstein en la introducción de su best seller Against the Gods, el riesgo es una elección en vez de un destino impuesto con lo que la inestabilidad política en los próximos meses será el resultado de las decisiones conjuntas e individuales que tomemos los ciudadanos en cada país y no el resultado de un destino inamovible al que estemos sometidos.
Riesgo Político es a finales de la primera década del siglo XXI una situación de la que, aparentemente, no está exento ningún país. No se trata de vivir con inquietud sino de atreverse a estar preparado.
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