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    [post_content] => Una política económica clásica era depreciar la moneda de un país para incrementar sus exportaciones.  Era lógico pensar que al reducir el precio en moneda extranjera de los bienes locales el % de la devaluación (e.g.10-15%), resultarían más atractivos para los compradores extranjeros.   Últimamente esto no está funcionando como un mecanismo automático.

En primer lugar hay que recordar que la exportación está libre de impuestos casi mundialmente, con algunas excepciones como Argentina, pero las importaciones no.  Es decir si los aranceles de importación crecen un 20%, anulan completamente la devaluación del país exportar en su moneda de un porcentaje similarexpansion

En segundo lugar está el timing.  ¿Qué quiero decir con esto?  Aplicar políticas de devaluación para incrementar las exportaciones en un periodo de caída o cuando menos estancamiento de la demanda hace muy difícil que sean medidas de éxito.  En Abril del 2016, la Organización Mundial de Comercio ya anunció que las transacciones internacionales crecería a un ritmo lento, 2,8%, una tasa idéntica a la del año anterior.  Para el 2017, la OMC prevé un crecimiento mayor, del 3,6%, que está casi punto y medio del promedio desde 1990 que es de un 5%.  Señalar que se da casi por seguro una revisión a la baja de este crecimiento previsto si continúa la deceleración de las economías emergentes y la volatilidad financiera en estos mercados.  Señalar como ejemplo, Brasil que registró el crecimiento menor de las importaciones de los principales emergentes, por la profunda recesión que se vive en el país.  El 2016 es el quinto año consecutivo con un crecimiento del comercio mundial a una tasa inferior al 3% -en este lustro el comercio mundial ha crecido más o menos como el PIB mundial y no el doble de rápido como sucedía antes del 2011-.  Además, aunque el comercio mundial ha crecido en términos de volumen, ha disminuido en valor, debido a la depreciación a la baja de las monedas de muchas economías emergentes y a la caída del precio de las commodities, lo que puede afectar al desarrollo de las economías en desarrollo  más dependientes de la inversión extranjera y más endeudadas, que las hace por lo tanto más dependientes.

Finalmente tenemos el ejemplo de Japón, país que sirve siempre de referencia a muchas de las situaciones que suceden después en otras economías OCDE.  Desde Abril del 2013 el Banco de Japón ha implementado una política de quantitative easing que motivó una depreciación del JPY pero que no ha revertido en un incremento de las exportaciones.  Y eso ha sido debido principalmente al motivo antes mencionado de la caída de la demanda exterior  junto con la apreciación de los mercados, en un periodo de turbulencias financieras, que el JPY es un valor seguro frente a otras alternativas.  Este atractivo del JPY como moneda refugio ha neutralizado la política monetaria expansiva del Banco Central.

Parece que frente a la poca efectividad y margen de políticas fiscales y monetarias para retomar el crecimiento en las principales economías de la OCDE, las únicas soluciones viables son las reformas estructurales y la desregulación que logren incrementos de la productividad y crecimiento en los salarios.  Para cambiar la situación de muchas economías OCDE hacen falta medidas valientes y diferentes o se seguirá repitiendo los errores de Japón pero con 10 años de retraso.
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9
Dic

Políticas Económicas clásicas que no funcionan

Escrito el 9 diciembre 2016 por Miguel Aguirre Uzquiano en Economía Global

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En primer lugar hay que recordar que la exportación está libre de impuestos casi mundialmente, con algunas excepciones como Argentina, pero las importaciones no.  Es decir si los aranceles de importación crecen un 20%, anulan completamente la devaluación del país exportar en su moneda de un porcentaje similarexpansion

En segundo lugar está el timing.  ¿Qué quiero decir con esto?  Aplicar políticas de devaluación para incrementar las exportaciones en un periodo de caída o cuando menos estancamiento de la demanda hace muy difícil que sean medidas de éxito.  En Abril del 2016, la Organización Mundial de Comercio ya anunció que las transacciones internacionales crecería a un ritmo lento, 2,8%, una tasa idéntica a la del año anterior.  Para el 2017, la OMC prevé un crecimiento mayor, del 3,6%, que está casi punto y medio del promedio desde 1990 que es de un 5%.  Señalar que se da casi por seguro una revisión a la baja de este crecimiento previsto si continúa la deceleración de las economías emergentes y la volatilidad financiera en estos mercados.  Señalar como ejemplo, Brasil que registró el crecimiento menor de las importaciones de los principales emergentes, por la profunda recesión que se vive en el país.  El 2016 es el quinto año consecutivo con un crecimiento del comercio mundial a una tasa inferior al 3% -en este lustro el comercio mundial ha crecido más o menos como el PIB mundial y no el doble de rápido como sucedía antes del 2011-.  Además, aunque el comercio mundial ha crecido en términos de volumen, ha disminuido en valor, debido a la depreciación a la baja de las monedas de muchas economías emergentes y a la caída del precio de las commodities, lo que puede afectar al desarrollo de las economías en desarrollo  más dependientes de la inversión extranjera y más endeudadas, que las hace por lo tanto más dependientes.

Finalmente tenemos el ejemplo de Japón, país que sirve siempre de referencia a muchas de las situaciones que suceden después en otras economías OCDE.  Desde Abril del 2013 el Banco de Japón ha implementado una política de quantitative easing que motivó una depreciación del JPY pero que no ha revertido en un incremento de las exportaciones.  Y eso ha sido debido principalmente al motivo antes mencionado de la caída de la demanda exterior  junto con la apreciación de los mercados, en un periodo de turbulencias financieras, que el JPY es un valor seguro frente a otras alternativas.  Este atractivo del JPY como moneda refugio ha neutralizado la política monetaria expansiva del Banco Central.

Parece que frente a la poca efectividad y margen de políticas fiscales y monetarias para retomar el crecimiento en las principales economías de la OCDE, las únicas soluciones viables son las reformas estructurales y la desregulación que logren incrementos de la productividad y crecimiento en los salarios.  Para cambiar la situación de muchas economías OCDE hacen falta medidas valientes y diferentes o se seguirá repitiendo los errores de Japón pero con 10 años de retraso.
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Una política económica clásica era depreciar la moneda de un país para incrementar sus exportaciones.  Era lógico pensar que al reducir el precio en moneda extranjera de los bienes locales el % de la devaluación (e.g.10-15%), resultarían más atractivos para los compradores extranjeros.   Últimamente esto no está funcionando como un mecanismo automático.

En primer lugar hay que recordar que la exportación está libre de impuestos casi mundialmente, con algunas excepciones como Argentina, pero las importaciones no.  Es decir si los aranceles de importación crecen un 20%, anulan completamente la devaluación del país exportar en su moneda de un porcentaje similarexpansion

En segundo lugar está el timing.  ¿Qué quiero decir con esto?  Aplicar políticas de devaluación para incrementar las exportaciones en un periodo de caída o cuando menos estancamiento de la demanda hace muy difícil que sean medidas de éxito.  En Abril del 2016, la Organización Mundial de Comercio ya anunció que las transacciones internacionales crecería a un ritmo lento, 2,8%, una tasa idéntica a la del año anterior.  Para el 2017, la OMC prevé un crecimiento mayor, del 3,6%, que está casi punto y medio del promedio desde 1990 que es de un 5%.  Señalar que se da casi por seguro una revisión a la baja de este crecimiento previsto si continúa la deceleración de las economías emergentes y la volatilidad financiera en estos mercados.  Señalar como ejemplo, Brasil que registró el crecimiento menor de las importaciones de los principales emergentes, por la profunda recesión que se vive en el país.  El 2016 es el quinto año consecutivo con un crecimiento del comercio mundial a una tasa inferior al 3% -en este lustro el comercio mundial ha crecido más o menos como el PIB mundial y no el doble de rápido como sucedía antes del 2011-.  Además, aunque el comercio mundial ha crecido en términos de volumen, ha disminuido en valor, debido a la depreciación a la baja de las monedas de muchas economías emergentes y a la caída del precio de las commodities, lo que puede afectar al desarrollo de las economías en desarrollo  más dependientes de la inversión extranjera y más endeudadas, que las hace por lo tanto más dependientes.

Finalmente tenemos el ejemplo de Japón, país que sirve siempre de referencia a muchas de las situaciones que suceden después en otras economías OCDE.  Desde Abril del 2013 el Banco de Japón ha implementado una política de quantitative easing que motivó una depreciación del JPY pero que no ha revertido en un incremento de las exportaciones.  Y eso ha sido debido principalmente al motivo antes mencionado de la caída de la demanda exterior  junto con la apreciación de los mercados, en un periodo de turbulencias financieras, que el JPY es un valor seguro frente a otras alternativas.  Este atractivo del JPY como moneda refugio ha neutralizado la política monetaria expansiva del Banco Central.

Parece que frente a la poca efectividad y margen de políticas fiscales y monetarias para retomar el crecimiento en las principales economías de la OCDE, las únicas soluciones viables son las reformas estructurales y la desregulación que logren incrementos de la productividad y crecimiento en los salarios.  Para cambiar la situación de muchas economías OCDE hacen falta medidas valientes y diferentes o se seguirá repitiendo los errores de Japón pero con 10 años de retraso.

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