Los datos publicados esta semana sobre la economía española siguen reflejando una elevada solidez del crecimiento económico y del empleo junto con un aumento de las exportaciones. Por tanto, a pesar del territorio hostil en el que se ha convertido la coyuntura económica internacional, la de nuestro país sigue teniendo un comportamiento muy positivo. No se observa, por ahora, una reducción del consumo y de la inversión provocada por la incertidumbre que podría estar generando la inestabilidad política. ¿Vendrá el lobo? Probablemente venga, pero por ahora no se le ven las orejas.
Es más, esta semana el Banco de España publicó que entre abril y junio de este año la producción de bienes y servicios (PIB) creció un 0,7% respecto al trimestre anterior. Esto supone una ligera caída con respecto al aumento del primer trimestre del año (+0,8%) con respecto al cuarto trimestre del año pasado. Hay que remontarse al tercer trimestre de 2014 para encontrar un crecimiento trimestral menor (que fue del 0,6%). A esta evolución positiva del segundo trimestre de 2016 ha contribuido el aumento de la demanda nacional y también el sector exterior.
Aunque habrá que esperar al 25 de agosto para conocer la información detallada de la Contabilidad Nacional, los datos de coyuntura que disponemos permiten adelantar que el crecimiento del PIB del segundo trimestre fue debido al aumento del consumo (tanto privado como público), al de la inversión, tanto en bienes de equipo como en la construcción de viviendas, y al de las exportaciones.
Déficit público
Lamentablemente, el crecimiento también se incrementa a consecuencia de las medidas electoralistas adoptadas por el conjunto de las administraciones en los últimos meses, las cuales se concretan en más gasto público y menos impuestos; es decir, en una política fiscal expansiva que ha provocado que el déficit del Estado se situase en los cinco primeros meses de este año en el 2,1% del PIB, cuando el objetivo fijado por la Comisión Europea para la Administración Central era del 1,8% del PIB. Es una pena, tal como señala la propia Comisión, que no se esté aprovechado el mayor crecimiento económico para reducir el déficit público y, con ello, la ratio de la deuda.
Sigue aumentando el empleo
Este crecimiento del PIB ha supuesto en el segundo trimestre un avance en el empleo respecto al primero de 120.000 nuevos puestos de trabajo a tiempo completo. Este aumento, unido a la reducción de los tipos de interés y de los impuestos, está generando un repunte de la demanda de los bienes de consumo y del mercado inmobiliario. Una venta de inmuebles que se apoya también en las mayores facilidades para la concesión de créditos hipotecarios.
Así, los datos sobre hipotecas publicados por el INE esta semana muestran que en abril se inscribieron en España 23.607 hipotecas sobre vivienda, un 24,6% más que en el mismo mes de 2015. Además, quienes se endeudaron lo hicieron a tipos más bajos que el año pasado. La compra de vivienda es un indicador más de que, desde hace dos años, se está reduciendo el desequilibrio del mercado inmobiliario. Una buena noticia para el sector, que ve cómo disminuye el considerable stock de vivienda acumulada durante los años de la burbuja inmobiliaria.
El consumo aumenta y los precios se reducen
Entre los componentes de la demanda nacional, parece que el consumo de los hogares mantuvo un alto ritmo de crecimiento durante el segundo trimestre del año, al igual que en los inmediatamente anteriores. Detrás de ello se encuentran una evolución favorable del mercado de trabajo, la reducción del IRPF y la mejora de las condiciones financieras. A estos factores expansivos habría que unir el aumento de los salarios y la inflación negativa. Efectivamente, el INE publicó esta semana que el Índice de Precios de Consumo (IPC) disminuyó en junio un 0,8% interanual, continuando la tendencia negativa que mantiene desde hace dos años. Los menores precios permiten que los jubilados y los trabajadores lleven dos años ganando poder adquisitivo, lo que incentiva también por esta vía la demanda de bienes de consumo.
Los precios españoles se redujeron todavía más (-0,9%) si se miden a través del Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), que es el que se utiliza para comparar la inflación de los diferentes países de la Unión Económica y Monetaria (UEM). Para el conjunto de la UEM, los precios en términos anuales empiezan a dar signos de subidas: +0,1% en junio (frente al -0,1% interanual del mes de mayo). Una variación positiva que se debió a la subida de los precios del petróleo y al aumento de la inflación en servicios. En el futuro, la inflación va a depender, en buena medida, de la cotización del petróleo, que ha sido muy errática en el último mes, pero que se ha mantenido en torno a los 50 dólares por barril.
Aumentan las exportaciones
Este descenso de los precios españoles, en principio, es una buena noticia para nuestra economía, ya que el diferencial de inflación con la media de la UEM (nuestro principal competidor) sigue siendo negativo (-1%). Esto favorece la mejora de la competitividad de nuestras empresas en los mercados europeos. De ahí que las exportaciones de bienes y servicios españoles a la UEM estén creciendo a un ritmo del 5% anual.
Afortunadamente, el sector exterior español no está siguiendo un comportamiento cíclico. A pesar de que las importaciones se han expandido en los dos últimos años (debido al aumento de la demanda interna) las exportaciones lo han hecho en una mayor proporción. Lo que ha venido confirmado por los datos de balanza de pagos publicados este jueves por el Banco de España: el superávit de la balanza de bienes y servicios en el primer cuatrimestre de este año se situó en 6.900 millones de euros frente a los 5.400 del mismo periodo del año anterior.
El precio del petróleo
Este buen comportamiento del sector exterior español va a depender, en cierta medida, del precio del petróleo. Efectivamente, la situación del mercado de crudo juega un papel importante en nuestra economía, ya que afecta muy directamente, no sólo a la evolución del IPC, sino también a nuestras importaciones y, por tanto, a la balanza comercial. En la actual coyuntura, el precio futuro del crudo dependerá de tres factores:
1) los acuerdos de la OPEP para reducir la producción y, además, dentro de la OPEP la decisión de dos de sus miembros: a) Irán (que de nuevo está empezado a bombear) y b) Nigeria (que está recuperando parte de la producción que había perdido por los ataques terroristas);
2) la reacción de la oferta de los productores de fuera de la OPEP, en particular del petróleo no convencional (obtenido por “fractura hidráulica”) de Estados Unidos y la evolución de la producción en Noruega que se puede reducir por huelgas en el sector); y
3) la reducción de la demanda de petróleo, por el riesgo de menor crecimiento en China y otras economías emergentes.
En resumen, a lo largo del segundo trimestre de este año la economía española avanzó a un ritmo sostenido y sólido que la coloca entre las economías más dinámicas de la UEM. Se confirma, además, que sigue instalado en la economía el patrón de crecimiento en que los aumentos de la demanda interna se producen con aportaciones positivas del sector exterior. Es decir, los empresarios se han ido convenciendo de que es un error poner sus esperanzas solamente en el mercado nacional. Y esta vocación exportadora de las empresas es la principal transformación de la economía española en los últimos años.
Fuente: Rafael Pampillón. “Buenas notas de final de curso para la economía española”. Expansión 2 de julio de 2016. Página 34.
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