Tras una serie de años en los que Brasil deslumbró al mundo por saber conjugar el crecimiento económico con las medidas sociales para sacar de la miseria a millones de ciudadanos, parece que ha entrado en una espiral de caída en la que la pregunta es ¿dónde está el fondo?
En el año en curso, Brasil ha encadenado tres trimestres consecutivos de caída del PIB, a un año vista de importante motor económico que suponen unos juegos olímpicos. Agencias de clasificación como Standard and Poors han rebajado el pasado mes de Septiembre, la deuda a largo del país como grado especulativo y hay que sumar a esto el deterioro en el clima político ya que a oposición ha pedido esta semana iniciar un proceso de juicio político (impeachment) contra la presidenta Dilma Rousseff y esta solicitud ha sido aceptado por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha.
Era previsible un año con turbulencias, ya que en Octubre del 2014, la presidenta fue reelegida con la menor ventaja de la historia electoral del país (obtuvo 51,45% de votos frente al 48,55% de su contrincante Aécio Neves). También era inédito en el país que el mismo partido gobernase de forma continuada durante 16 años: Luiz Ignacio Lula da Silva asumió su primer mandato el primer día del año 2003.
Un proceso de destitución presidencial no es nuevo en Brasil, ya que en 1992, Fernando Collor de Mello fue el primer presidente latinoamericano procesado por corrupción. Entonces el congreso de los diputados voto también a favor del juicio pero él dimitió antes de que el procedimiento fuese votado en el Senado.
Es muy probable que la presidenta Rousseff logre evitar la dimisión pero la situación de inestabilidad y deterioro en las instituciones continuará hasta el final de su mandato a finales del 2018.
¿Puede avanzar con éxito el país en esta situación cuando se encuentra ante la mayor crisis económica desde los años 30?
Un gobierno preocupado desde el primer año de su mandato en defenderse de acusaciones de incumplimiento de de las restricciones fiscales o de corrupción no parece una buena garantía. Los principales indicadores del cuarto trimestre del 2015 parecen avanzar también que los números seguirán siendo rojos, con una caída interanual de la producción industrial del 11,3%, lo que supone la vigésima caída consecutiva siendo además la caída más pronunciada en la serie histórica, señalando quizás que lo peor está todavía por llegar.
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