Esta semana el INE informó sobre el comportamiento de la población española en el año 2013 y el resultado es definitivo: el envejecimiento continúa. Cada año nacen menos niños y se mueren menos habitantes. En 2013, el número de nacimientos descendió por quinto año consecutivo (-6,4% con respecto a 2012) y el número de defunciones también se redujo (-3,3%). Esta situación es una bomba de relojería que, si no se pone remedio, acabará explotando y generará elevados desequilibrios presupuestarios como consecuencia del mayor gasto en materia de sanidad, en servicios sociales y en pensiones.
¿Por qué hay tanta preocupación sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones? La respuesta más extendida a esta pregunta es que, en muy pocas décadas, España será uno de los países más envejecidos del mundo. Nuestro país tiene una tasa de fecundidad extraordinariamente baja. El año pasado se situó en el 1,26 hijos por mujer, menor que la del año 2012 (1,32) y muy por debajo de la tasa mínima de reemplazo generacional (2,1). Además, en el año 2013 la esperanza de vida en España volvió a aumentar tanto para los hombres como para las mujeres. Las españolas están entre las más longevas de Europa alcanzando los 85,6 años, frente a la media europea de 80,5 años, y los hombres se sitúan en los 80 años, también por encima de los 73 años de media en Europa. La unión de ambos elementos –baja natalidad y aumento de la esperanza de vida– aceleran el proceso de envejecimiento de la población española.
La consecuencia de que los españoles seamos más mayores es el crecimiento de la tasa de dependencia, es decir, un incremento en el porcentaje de personas que no trabajan en relación a las que si lo hacen. Con otras palabras, la población en edad de trabajar está disminuyendo y en el futuro se reducirá todavía más. Es decir, un menor número de trabajadores va a tener que sustentar a un mayor número de jubilados.
Además, los gastos aumentarán porque el Gobierno necesitará atender más servicios sociales: pensiones y gastos médicos de los mayores. La Seguridad Social consumirá cada año una parte más importante de nuestra renta nacional, lo que arroja serias dudas sobre la capacidad de España para garantizar el sistema público de pensiones a largo plazo.
La solución al problema de las sostenibilidad del sistema de pensiones español pasa por:
1) ajustar la prestación pública de las pensiones a la evolución del crecimiento económico,
2) computar en el cálculo de las pensiones todo lo cotizado por el trabajador,
3) alargar todavía más la edad de jubilación (los avances médicos y la terciarización de la economía permiten que las personas estén en buenas condiciones físicas y psíquicas durante más tiempo),
4) aprobar mayores incentivos a los planes de pensiones privados (desgraciadamente el proyecto de reforma fiscal que está ahora en el Congreso de los Diputados va en la dirección contraria),
5) incentivar la natalidad (necesario también para reducir la tasa de dependencia) y
6) aumentar el crecimiento económico, lo que significaría reducir el porcentaje que supone el gasto de las pensiones sobre el PIB.
Sobre este último punto no está de más recordar que una mayor producción de bienes y servicios genera más empleo, más masa salarial, mayores pagos en concepto de cotizaciones sociales y mayor recaudación para la Seguridad Social.
Mejora la actividad económica
Precisamente los datos de coyuntura económica de los últimos meses junto con los que han aparecido esta semana confirman el aumento de la actividad económica de España. El INE dio a conocer el pasado martes el Índice de Cifra de Negocios Empresarial (ICNE) que permite ver, mes a mes, como evoluciona la economía española. Este índice recoge la cifra de negocios de ciertos sectores económicos que representan el 50% del PIB: Industrias extractivas y manufactureras, con un peso en el índice del 28,3%, Suministro de energía eléctrica y agua, saneamiento y gestión de residuos (4,7%), Comercio (41,8%) y Servicios no financieros de mercado (25,2%).
El ICNE publicado esta semana y corregido de efectos estacionales y de calendario, registró en el mes de abril de 2014 un importante crecimiento del 2,9% con respecto al mes de marzo. En tasa anual, también desestacionalizada, el crecimiento fue del 4,2%: el mayor aumento de este índice desde que se empezó a confeccionar en abril de 2012.
Asimismo, ayer se publicó el Índice de Comercio Minorista a precios constantes. Si se eliminan los efectos estacionales, durante el mes de mayo el comercio al por menor creció un 1% con respecto al mes anterior y un 0,5% con respecto al mismo mes del año pasado. Por componentes, los mayores aumentos se han producido en equipo personal (vestido y calzado) y en equipo del hogar (muebles, iluminación y electrodomésticos). Esto puede ser una señal más de las muchas que están apareciendo y que indican que el sector de la vivienda se recupera. Además, las ventas de alimentos aumentaron por vez primera en cuatro meses, un 1,5% interanual.
Estos buenos resultados sectoriales que se están repitiendo en los últimos meses, permiten afirmar que la política de las empresas de reducción costes y aumento de la productividad está teniendo éxito.
Es precisamente este aumento de la productividad lo que permite mantener el crecimiento económico a largo plazo y ayudar a sostener el sistema de pensiones. Una mayor producción de bienes y servicios no sólo tiene repercusiones positivas sobre el mercado laboral, generando más empleo, más masa salarial y mayores ingresos para la Seguridad social en forma de cotizaciones sociales; sino que también significa reducir el porcentaje de gasto en pensiones sobre el PIB.
Por supuesto, para incrementar los niveles de productividad es imprescindible mejorar la cualificación de la mano de obra y mejorar el nivel tecnológico. Precisamente uno de los aspectos más positivos de la Reforma Fiscal es que se amplían los incentivos a las actividades de I+D+i.
En conclusión, la población española sigue envejeciendo, en 2013 nacieron un 18% menos de niños que en 2008. Por otro lado la esperanza de vida crece, desde 1990 ha aumentado en 5,5 años. Una economía como la española avejentada, endeudada y con serias dificultades futuras de sostener su sistema de pensiones debería tener un sistema fiscal que incentivase mucho más el crecimiento económico y el ahorro a largo plazo. En este sentido los cambios que se contemplan en el Anteproyecto de Ley de reforma tributaria parecen insuficientes.
Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. “Envejecimiento de la población y crecimiento económico”. Expansión. Sábado, 28 de junio de 2014; página 39.
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