WP_Post Object ( [ID] => 20607 [post_author] => 1063 [post_date] => 2014-05-30 19:54:26 [post_date_gmt] => 2014-05-30 17:54:26 [post_content] => Lamentablemente, en varias ocasiones hemos comentado en este blog la precaria situación del mercado laboral español. El pasado mes de abril vimos como la Encuesta de Población Activa mostraba un tasa de paro del 25,9% y una clara contracción del mercado de trabajo respecto al año anterior: menos activos (-1,8%) y menos ocupados (-0,5%). Además, durante el mes de mayo la Seguridad Social ha destinado 7.893 millones de euros al pago de las pensiones contributivas, un 3,2% más que hace un año. Esta situación de menores ingresos y mayores gastos desestabiliza las finanzas del sistema de pensiones español y condiciona su sostenibilidad. Es pronto para saber si llegará un momento en el que las pensiones desaparecerán; lo que si podemos aventurar es que es necesario incorporar algunos cambios. Actualmente, lo más habitual es que los pensionistas de cualquier tipo reciban la mayor parte de su ingreso en forma de pagos procedentes de las finanzas públicas. Esta es una característica común a muchos de los países con un estado de bienestar consolidado. Evidentemente, el mantenimiento de las prestaciones sociales de carácter público está sujeto necesariamente a la obtención de un adecuado nivel de ingresos (cotizaciones sociales e impuestos). España envejece Independientemente de la evolución de las variables macroeconómicas, España cuenta con un factor determinante que condiciona la obtención de las cotizaciones sociales: el envejecimiento de la población.cheap rolex Según la estimación de la OCDE, en España la tasa de dependencia (calculada como el cociente entre la población de 20 a 64 años y la población mayor de 65 años) fue en el año 2013 del 3,5. Es decir, por cada individuo inactivo había tres personas que pertenecían a la población activa. Sin embargo, la mayor esperanza de vida y la menor tasa de natalidad harán que, dentro de 30 años, en el año 2043, la tasa de dependencia sea tan sólo del 1,6. La consecuencia es que suponiendo que la tasa de paro sea cero, cosa que sabemos que no es posible (siempre existe paro aunque únicamente sea de tipo friccional) será necesario el trabajo de dos personas para que una tercera tenga asegurada la recepción de su pensión. Efectivamente, el sostenimiento de este sistema es cuanto menos complicado. Posibles soluciones Afortunadamente la mejora de las condiciones de vida y el acceso al sistema sanitario nos alargarán la vida, pero comprometerán las pensiones. Una posible solución para España podría pasar por la capitalización del sistema ya sea ésta total o parcial. 1) La capitalización completa, que ya se está llevando a cabo en Chile, se basa en que cada individuo recibirá lo que haya destinado de sus propios recursos a un fondo de pensiones. En función de la rentabilidad lograda y del volumen aportado, los ingresos tras la jubilación serán mayores o menores. 2) La capitalización parcial. El trabajador contribuirá al sistema de pensiones general (sistema de reparto) mediante las cotizaciones sociales y a su propia pensión personal (sistema de capitalización) gestionada en su cartera de activos financieros. Este tipo de sistema de pensiones es el más frecuente en la Unión Europea. En cualquiera de los dos casos, la gestión de los fondos de pensiones debe ser cuidadosa ya que existen riesgos financieros que se añaden al riesgo de la inflación asociado tradicionalmente a los sistemas de reparto. Por ejemplo, tal y como ha reflejado esta semana un artículo de The Economist, dependiendo de la situación económica existente cuando el trabajador suscriba el fondo, la pensión que obtendrá podrá ser mucho mayor o mucho menor que la recibida por otro trabajador que ha hecho una aportación equivalente en otro momento. Finalmente, no sólo hay que centrar la sostenibilidad del sistema de pensione en el control del gasto público, sino que también resulta fundamental un crecimiento económico que genere un nivel de ingresos adecuado. Dado que la población activa será cada vez menor la solución se podría basar en aumentar la productividad. Para lograrlo el primer paso es contar con una política tecnológica que incentive la inversión en I+D y apoye el aumento del capital humano. Además, estas decisiones no sólo ayudarían al mantenimiento de las pensiones sino que también contribuirían de forma positiva al conjunto de la economía española. 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Lamentablemente, en varias ocasiones hemos comentado en este blog la precaria situación del mercado laboral español. El pasado mes de abril vimos como la Encuesta de Población Activa mostraba un tasa de paro del 25,9% y una clara contracción del mercado de trabajo respecto al año anterior: menos activos (-1,8%) y menos ocupados (-0,5%). Además, durante el mes de mayo la Seguridad Social ha destinado 7.893 millones de euros al pago de las pensiones contributivas, un 3,2% más que hace un año.
Esta situación de menores ingresos y mayores gastos desestabiliza las finanzas del sistema de pensiones español y condiciona su sostenibilidad. Es pronto para saber si llegará un momento en el que las pensiones desaparecerán; lo que si podemos aventurar es que es necesario incorporar algunos cambios.
Actualmente, lo más habitual es que los pensionistas de cualquier tipo reciban la mayor parte de su ingreso en forma de pagos procedentes de las finanzas públicas. Esta es una característica común a muchos de los países con un estado de bienestar consolidado.
Evidentemente, el mantenimiento de las prestaciones sociales de carácter público está sujeto necesariamente a la obtención de un adecuado nivel de ingresos (cotizaciones sociales e impuestos).
España envejece
Independientemente de la evolución de las variables macroeconómicas, España cuenta con un factor determinante que condiciona la obtención de las cotizaciones sociales: el envejecimiento de la población.cheap rolex
Según la estimación de la OCDE, en España la tasa de dependencia (calculada como el cociente entre la población de 20 a 64 años y la población mayor de 65 años) fue en el año 2013 del 3,5. Es decir, por cada individuo inactivo había tres personas que pertenecían a la población activa.
Sin embargo, la mayor esperanza de vida y la menor tasa de natalidad harán que, dentro de 30 años, en el año 2043, la tasa de dependencia sea tan sólo del 1,6. La consecuencia es que suponiendo que la tasa de paro sea cero, cosa que sabemos que no es posible (siempre existe paro aunque únicamente sea de tipo friccional) será necesario el trabajo de dos personas para que una tercera tenga asegurada la recepción de su pensión.
Efectivamente, el sostenimiento de este sistema es cuanto menos complicado.
Posibles soluciones
Afortunadamente la mejora de las condiciones de vida y el acceso al sistema sanitario nos alargarán la vida, pero comprometerán las pensiones.
Una posible solución para España podría pasar por la capitalización del sistema ya sea ésta total o parcial.
1) La capitalización completa, que ya se está llevando a cabo en Chile, se basa en que cada individuo recibirá lo que haya destinado de sus propios recursos a un fondo de pensiones. En función de la rentabilidad lograda y del volumen aportado, los ingresos tras la jubilación serán mayores o menores.
2) La capitalización parcial. El trabajador contribuirá al sistema de pensiones general (sistema de reparto) mediante las cotizaciones sociales y a su propia pensión personal (sistema de capitalización) gestionada en su cartera de activos financieros. Este tipo de sistema de pensiones es el más frecuente en la Unión Europea.
En cualquiera de los dos casos, la gestión de los fondos de pensiones debe ser cuidadosa ya que existen riesgos financieros que se añaden al riesgo de la inflación asociado tradicionalmente a los sistemas de reparto. Por ejemplo, tal y como ha reflejado esta semana un artículo de The Economist, dependiendo de la situación económica existente cuando el trabajador suscriba el fondo, la pensión que obtendrá podrá ser mucho mayor o mucho menor que la recibida por otro trabajador que ha hecho una aportación equivalente en otro momento.
Finalmente, no sólo hay que centrar la sostenibilidad del sistema de pensione en el control del gasto público, sino que también resulta fundamental un crecimiento económico que genere un nivel de ingresos adecuado. Dado que la población activa será cada vez menor la solución se podría basar en aumentar la productividad. Para lograrlo el primer paso es contar con una política tecnológica que incentive la inversión en I+D y apoye el aumento del capital humano. Además, estas decisiones no sólo ayudarían al mantenimiento de las pensiones sino que también contribuirían de forma positiva al conjunto de la economía española.
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