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    [post_content] => Existe un relativo consenso en cuanto a que las recuperaciones económicas bajo restricciones de crédito (creditless recoveries) son posibles, e incluso ciertamente probables. Diferentes estudios, como éste del FMI o éste del Banco Mundial, concluyen que en torno a una de cada cuatro o cinco recesiones recientes han sido superadas a pesar de la falta de crédito. No obstante, también advierten que tales recuperaciones tienden a ser, obviamente, más lentas e inciertas que bajo condiciones financieras favorables. Por lo tanto, resulta igualmente evidente que en una coyuntura como la actual deberían priorizarse todas aquellas medidas que apunten a la restauración de los flujos de financiación hacia los agentes privados.

bancos

En el caso particular de las empresas europeas, y singularmente las españolas, buena parte de la financiación llega (o al menos se espera) a través de los bancos: se estima que la dependencia de la financiación bancaria en España se encuentra en torno al 80%, siendo el 20% restante no bancaria; el ratio es prácticamente inverso en EEUU o UK (20/80), y muestra cierto equilibrio en Alemania o Francia (50/50). Dentro del tejido empresarial español, el coma bancario y la fragmentación financiera castigan particularmente a las pymes, quienes en promedio pagan por sus créditos 2 puntos porcentuales más que las grandes empresas, mientras que esta diferencia es tan sólo de 1 punto en Francia, por ejemplo.

Ya se han destacado en este blog los tibios pronunciamientos del BCE sobre la conveniencia de adoptar medidas para reanimar el crédito a las pymes. Entre sus últimos movimientos, reconoció en mayo que estudian reactivar, en coordinación con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y la Comisión Europea, el mercado de valores respaldados por préstamos a pymes. El pasado jueves, el BCE anunció que “continuará investigando cómo catalizar las recientes iniciativas de la autoridades europeas para mejorar las condiciones de financiación a las pymes, en particular en lo que respecta a la posible aceptación como activos de garantía del eurosistema de tramos mezzanine de bonos de titulización respaldados por préstamos a pyme y garantizados de acuerdo con las políticas establecidas sobre garantías.” A la vista de lo que está en juego, muy particularmente en el caso de España, serían deseables por parte de las autoridades europeas medidas más audaces para restaurar a corto plazo la financiación bancaria hacia las pymes, al tiempo que se desarrolla a medio plazo su mayor acceso a canales de financiación no bancarios.
    [post_title] => La fatal dependencia bancaria de la pyme española
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24
Jul
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bancos

En el caso particular de las empresas europeas, y singularmente las españolas, buena parte de la financiación llega (o al menos se espera) a través de los bancos: se estima que la dependencia de la financiación bancaria en España se encuentra en torno al 80%, siendo el 20% restante no bancaria; el ratio es prácticamente inverso en EEUU o UK (20/80), y muestra cierto equilibrio en Alemania o Francia (50/50). Dentro del tejido empresarial español, el coma bancario y la fragmentación financiera castigan particularmente a las pymes, quienes en promedio pagan por sus créditos 2 puntos porcentuales más que las grandes empresas, mientras que esta diferencia es tan sólo de 1 punto en Francia, por ejemplo.

Ya se han destacado en este blog los tibios pronunciamientos del BCE sobre la conveniencia de adoptar medidas para reanimar el crédito a las pymes. Entre sus últimos movimientos, reconoció en mayo que estudian reactivar, en coordinación con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y la Comisión Europea, el mercado de valores respaldados por préstamos a pymes. El pasado jueves, el BCE anunció que “continuará investigando cómo catalizar las recientes iniciativas de la autoridades europeas para mejorar las condiciones de financiación a las pymes, en particular en lo que respecta a la posible aceptación como activos de garantía del eurosistema de tramos mezzanine de bonos de titulización respaldados por préstamos a pyme y garantizados de acuerdo con las políticas establecidas sobre garantías.” A la vista de lo que está en juego, muy particularmente en el caso de España, serían deseables por parte de las autoridades europeas medidas más audaces para restaurar a corto plazo la financiación bancaria hacia las pymes, al tiempo que se desarrolla a medio plazo su mayor acceso a canales de financiación no bancarios.
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En el caso particular de las empresas europeas, y singularmente las españolas, buena parte de la financiación llega (o al menos se espera) a través de los bancos: se estima que la dependencia de la financiación bancaria en España se encuentra en torno al 80%, siendo el 20% restante no bancaria; el ratio es prácticamente inverso en EEUU o UK (20/80), y muestra cierto equilibrio en Alemania o Francia (50/50). Dentro del tejido empresarial español, el coma bancario y la fragmentación financiera castigan particularmente a las pymes, quienes en promedio pagan por sus créditos 2 puntos porcentuales más que las grandes empresas, mientras que esta diferencia es tan sólo de 1 punto en Francia, por ejemplo.

Ya se han destacado en este blog los tibios pronunciamientos del BCE sobre la conveniencia de adoptar medidas para reanimar el crédito a las pymes. Entre sus últimos movimientos, reconoció en mayo que estudian reactivar, en coordinación con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y la Comisión Europea, el mercado de valores respaldados por préstamos a pymes. El pasado jueves, el BCE anunció que “continuará investigando cómo catalizar las recientes iniciativas de la autoridades europeas para mejorar las condiciones de financiación a las pymes, en particular en lo que respecta a la posible aceptación como activos de garantía del eurosistema de tramos mezzanine de bonos de titulización respaldados por préstamos a pyme y garantizados de acuerdo con las políticas establecidas sobre garantías.” A la vista de lo que está en juego, muy particularmente en el caso de España, serían deseables por parte de las autoridades europeas medidas más audaces para restaurar a corto plazo la financiación bancaria hacia las pymes, al tiempo que se desarrolla a medio plazo su mayor acceso a canales de financiación no bancarios.

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