Las economías latinoamericanas llevan 10 años (2003-2012) creciendo de media anual por encima del 4%. Desde la década de 1960 es el periodo de más rápido crecimiento económico. Este mayor crecimiento, con respecto al pasado, se debió entre otros motivos a tres factores:
1) las exportaciones de los productos primarios, cuyos precios se elevaron considerablemente, especialmente alimentos, petróleo y metales,
2) la buena política económica aplicada: la consecución de los equilibrios fiscal y exterior han protegido a los países contra las turbulencias financieras del mundo que se produjeron después de 2007 y
3) la fuerte entrada de divisas procedente de las remesas de los emigrantes, la inversión extranjera y el turismo.
Se espera además, que esta larga y positiva coyuntura continúe durante este año y el que viene. Efectivamente, a pesar de las incertidumbres que aún persisten a nivel mundial, América Latina podría crecer este año en torno al 3,5% y en 2014 al 4% impulsada por las exportaciones pero también por el dinamismo de la demanda interna en varios países. Es muy probable, sin embargo, que este largo ciclo se agote en el futuro cercano, sobre todo si la economía china, que ha impulsado el alza de los precios de las materias primas, entra en una fase de desaceleración más aguda que la que ha tenido hasta ahora.
XXIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en Panamá
Así se constató por un grupo de analistas y expertos en temas iberoamericanos entre los que estaban Enrique Iglesias (Secretario General Iberoamericano), José Antonio Ocampo (Universidad de Columbia, Nueva York), Antonio Romero (Universidad de La Habana, Cuba), Alberto Alemán (Administrador del Canal de Panamá), Adrián Bonilla (Secretario General de la FLACSO) y Javier Quintana (Director de la FIIAPP) que nos reunimos en Panamá la semana pasada para preparar la XXIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Como es sabido se celebrará en Panamá, los días 28 y 29 de octubre de 2013. El tema central de la cumbre de este año será “El papel Político, Económico, Social y Cultural de la Comunidad Iberoamericana en un Nuevo Contexto Mundial”.
Se reduce la pobreza
En la sección dedicada a la Economía, en este Foro preparatorio se señaló que América Latina debía seguir aprovechando el crecimiento para reducir la pobreza y las desigualdades. Este es un tema en el que se ha avanzado bastante durante los 10 últimos años. Así, mientras en el año 2002 la pobreza alcanzaba al 44% de la población, en 2012 solo afectaba al 29%. La indigencia (pobreza extrema) ha disminuido de forma sostenida pasando del 19,5% en 2002 al 11,5% en 2012. La tasa de paro también se redujo del 10% al 6,5%. Estos importantes cambios sociales, de la última década, están íntimamente relacionados con un proceso de aumento de las clases medias (personas con ingresos en el rango que va de 10 a 50 dólares diarios) y que lleva aparejada además una reducción de la desigualdad. En efecto, durante la última década mejoró el índice de Gini en 15 de los 17 países para los cuales tenemos mediciones. Esta mejoría contrasta con la tendencia de los 20 años anteriores, cuando la desigualdad había aumentado en la mayor parte de América Latina.
También se puso de manifiesto que América Latina está siendo próspera porque cuenta con importantes recursos naturales que poseen una fuerte aceptación en los mercados internacionales. Sin embargo, la concentración de las exportaciones en recursos naturales puede generar algunos problemas. Efectivamente, es bien sabido que las economías con abundantes recursos naturales suelen tener severas limitaciones institucionales, como son mayores niveles de corrupción y de desequilibrios macroeconómicos. Efectivamente, cuando los precios de las materias primas son altos los gobiernos, como tienen muchos ingresos y muy fácil acceso al mercado financiero, aprovechan la situación de bonanza para embarcarse en proyectos que generan abundante gasto público, muchas veces innecesario. En cambio, cuando los precios caen, ocurre lo contrario. Es decir, los países de la Región muestran un proceso de crecimiento económico donde experimentan prolongadas fases de rápido crecimiento seguidas por grandes retrocesos relativos durante otro período también prolongado.
Cambio de modelo productivo
Para evitar esta volatilidad en el crecimiento económico provocada por la elevada concentración de las exportaciones en materias primas, los países de la Región deberían aumentar su nivel de diversificación productiva. Desgraciadamente en Latinoamérica se extraen y exportan los recursos naturales, generalmente con el procesamiento mínimo indispensable. Y aunque a veces se ponen en marcha actividades de transformación de las materias primas ésta es muy liviana por lo que, en general, no se puede afirmar que se comercialicen en el exterior bienes sofisticados o tecnológicamente avanzados. De ahí que la política económica debería enfocarse a la diversificación, incorporando tecnología y valor a la producción y a la exportación. Por eso, en la próxima Cumbre Iberoamericana de Panamá, los Jefes de Estado y de Gobierno tienen la oportunidad de discutir este problema y buscar soluciones. En resumen, los economistas iberoamericanos aconsejamos a los gobiernos consolidar la actual bonanza económica, aprovechándola para combatir todavía más la pobreza y la desigualdad y gestionar de tal forma los recursos naturales que posibiliten una diversificación mayor de la producción y de las exportaciones.
Para ello sería necesario dotar a la estructura productiva de más capital humano, tecnología e infraestructuras. El CAF (Banco de Inversión de América Latina) ha estimado que la región debería duplicar su esfuerzo inversor en infraestructuras, lo que significaría pasar de una inversión de algo más del 3% del PIB al 6% del PIB durante los próximos ocho años. Habría que unir a ello las necesarias políticas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas.
En resumen, uno de los temas centrales que planeará sobre la Cumbre de Octubre es cómo las economías de América Latina pueden aprovechar los beneficios económicos y sociales del crecimiento económico, para conseguir ese necesario cambio de modelo. Se trata de que la región dependa menos de las exportaciones de materias primas y se dirija irrevocablemente hacia un modelo distinto que incorpore mayor valor añadido a la producción y a la exportación. En este sentido la emergencia de las clases medias está favoreciendo el desarrollo de nuevas demandas de bienes y servicios que pueden impulsar una producción diferente y más diversificada.
En América Latina hay muchas razones para el optimismo: se reduce la pobreza, aumenta la calidad de los empleos, mejora la educación y los salarios y cada vez hay más y más hogares con estilos de vida y de consumo propios de la clase media. En la última década en materia de desarrollo humano se ha hecho bastante, pero todavía queda mucho por hacer; por ejemplo, aunque se han reducido los niveles de desigualdad, siguen siendo, junto con África Sub-Sahariana, la región del planeta con peor distribución de la renta.
Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. “10 años de crecimiento en América Latina”. EXPANSIÓN. 20 de abril de 2013. Página 39.
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