Adecco informó que en 2012, más de 82.000 trabajadores españoles emigraron a otros países; esta cifra representa un incremento del 5,5% respecto a 2011. Ello se debe a que como es sabido en España llevamos cinco años con un problema muy grave de desempleo. Desde que comenzó la crisis el número de parados ha aumentado en 4,4 millones: de 1,6 millones en 2007 a 6 millones. Desgraciadamente, este drama continuará y se agravará si no se ponen en marcha políticas activas de empleo, entre otras las que faciliten la emigración.
Tendrán que pasar varios años hasta que la economía pueda absorber las elevadas cantidades de desempleo. El motivo parece claro: la economía española se está transformando para ser más competitiva, lo que significa que está abandonando sectores intensivos en mano de obra y dirigiendo su producción a otros más sofisticados que necesitan sobretodo capital y tecnología.
Efectivamente, la única actividad que crece y genera algo de empleo son las exportaciones de bienes y servicios. Exportación que está compitiendo en un mercado mundial muy exigente, en calidad y complejidad. Eso quiere decir, que la mano de obra que se está contratando y que se va a contratar en España deberá tener un elevado nivel de formación. De ahí que en los sectores emergentes, que son sobre todo las exportaciones de productos cada vez más sofisticados y servicios no turísticos, va a ser por ahora muy difícil dar trabajo a los millones de desempleados que pueblan España, muchos de los cuales proceden del colapso del sector de la construcción y de los servicios de bajo valor añadido.
El 75% de los jóvenes desempleados proceden de esos sectores de baja cualificación. El otro 25% han terminado una carrera universitaria o el bachillerato. Es bien sabido que muchos graduados, recién salidos de la universidad, tienen dificultades para encontrar un empleo. Por lo general, los empresarios prefieren contratar a personas con experiencia y desgraciadamente las regulaciones laborales no facilitan que los jóvenes adquieran esa experiencia. Por estos motivos, entre otros, el paro juvenil en España supera el 55%. Se une a ello la dificultad derivada de la contracción crediticia, que impide a los jóvenes poner en marcha nuevas aventuras empresariales.
Como consecuencia de todo lo anterior, desde el año 2011 España ha dejado de ser un país predominantemente de inmigración para convertirse en uno de emigración. Miles de españoles, se están yendo y seguirán yendo al extranjero en busca de las oportunidades de trabajo que no pueden encontrar en España. Esta tendencia emigratoria acaba de empezar y aunque en los próximos años continuará y aumentará, se trata de un proceso demasiado lento como para resolver el problema del paro que sufre la economía española y por eso las Administraciones públicas deberían actuar.
Un poco de historia
La emigración no es un fenómeno nuevo. España siempre ha sido un país de emigrantes. La historia muestra que cuando la situación económica de España se deterioraba y había oportunidades de trabajo fuera, los españoles emigraron.
Así, a comienzos del siglo XX cientos de miles de españoles, siguiendo la senda de otros ciudadanos europeos (italianos, portugueses, alemanes, polacos, irlandeses, etc.), eligieron emigrar hacia América. Fue una emigración completamente distinta a la de la época colonial anterior. Los españoles lo hicieron casi exclusivamente a los países de América Latina y en muy escasa medida a Estados Unidos. Los lazos coloniales, la tradición y el idioma común influyeron claramente en la emigración española, pero lo realmente decisivo, como también para el resto de la emigración europea, fueron las posibilidades de encontrar mejores condiciones económicas: puestos de trabajo y mayores salarios en los países de destino.
España volvió a experimentar este mismo proceso a mediados del siglo XX. En la década de los años 50 y 60 del siglo pasado muchos españoles se fueron al extranjero buscando un puesto de trabajo. Efectivamente, a raíz del Plan de Estabilización de 1959 y la consecuente mecanización y apertura de la economía española al exterior, muchos españoles perdieron su empleo y tuvieron que emigrar a Europa. Desde 1960 y hasta 1974 las salidas fueron de casi 2 millones de personas. La conjunción de un excedente de mano de obra en España y una fuerte demanda de trabajadores no cualificados en el centro de Europa dio como resultado un elevado volumen de emigración. La oportunidad de encontrar empleo, o de obtenerlo mejor remunerado en el mismo continente, la relativa facilidad del regreso y el apoyo del Instituto Nacional de Emigración fueron, además, determinantes de este proceso.
Después, a raíz de la crisis del petróleo, muchos tuvieron que volver. Regresaron de Alemania, Francia y Suiza, países democráticos, con ideas diferentes a las que había en la España de Franco y con más y mejor formación profesional. Además, esos emigrantes enviaron durante muchos años remesas en francos y marcos que, junto con las entradas de turistas y la Inversión Directa Exterior, fueron la principal fuente de financiación para comprar el petróleo y la maquinaria necesaria para el desarrollo económico español.
También ahora, al igual que entonces, el Gobierno debería orientar a nuestros parados hacia otros caladeros extranjeros donde puedan pescar puestos de trabajo. Una política que podría ser impopular e interpretarse como un fracaso de nuestra economía, ya que la emigración puede tener en ocasiones elevados costes: ruptura de la vida familiar, desconocimiento del idioma, inadaptación al clima y a las costumbres del país de acogida, pérdida de capital humano para España sobre todo si se trata de personas muy cualificadas (“fuga de cerebros”), etc. Sin embargo, convendría también conocer y saber explicar las ventajas de emigrar y trabajar fuera, entre otros motivos porque las destrezas de los trabajadores desempleados y subempleados se deterioran con el paso del tiempo.
¿Cuáles son las ventajas de la emigración sobre todo si es temporal?:
a) proveerá de un empleo a la mano de obra desempleada que vive en España lo que aliviaría las tensiones en el mercado de trabajo y evitaría que la tasa de desempleo se situase en niveles todavía más astronómicos;
b) los emigrantes podrían enviar parte de sus ingresos en forma de remesas, lo que permitiría mejorar el nivel de vida de su familia y aumentar la financiación de la economía española;
c) si la emigración es temporal, la inversión en capital humano efectuada en España con dinero público o privado no se pierde, sino que se recupera con creces cuando el trabajador regresa con una mejor cualificación profesional, como consecuencia del trabajo realizado en el extranjero;
d) el tiempo que pasa trabajando en el exterior supone un ahorro para el país, en forma de menores gastos sociales y, en su caso, de prestaciones y subsidios al desempleo;
f) la emigración más cualificada puede constituir un fondo de conocimientos españoles en el exterior que en forma de redes faciliten la entrada de flujos de conocimientos y tecnologías en nuestro país; y
g) los españoles en el exterior pueden facilitar los flujos de comercio y de inversión entre España y los países de acogida.
Políticas de emigración
Por estas razones el Gobierno, junto con políticas de formación profesional y reconversión de oficios, debería tomar también una posición más activa que orientase a nuestros parados a encontrar empleo en el exterior. La emigración espontánea es más lenta que la asistida. Por eso hace falta que nuestras autoridades actúen de forma positiva por un lado dando a conocer las necesidades de mano de obra en países de destino que la necesiten y por otro dando también una asistencia adecuada en el exterior a los emigrantes. La embajada de España en Londres ha puesto en marcha un portal de empleo con el que pretende ayudar a encontrar trabajo a los españoles en el Reino Unido. Es una iniciativa que deberían seguir el resto de nuestras legaciones en el exterior.
Si, como parece, sobran empleados públicos, quizá algunos de ellos podrían emigrar a los consulados y embajadas para dedicarse desde allí a buscar empleos para tantos españoles que lo necesitan. La economía española sólo puede encontrar una salida de la crisis en el conjunto mundial: fortaleciendo sus exportaciones, facilitando la entrada de inversión extranjera y ayudando a los parados a encontrar un trabajo en el exterior.
Fuente: Rafael Pampillón. “Toca volver a emigrar”. Expansión. 18 de febrero de 2013. Páginas 39.
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