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    [post_content] => Por sexto trimestre consecutivo, el PIB se contrajo en el 4T12 y, además, lo hizo a un ritmo desconocido desde los momentos más duros de la actual crisis (-0,8% trimestral, medio punto más que en julio-septiembre).

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El derrumbe de la demanda interna (detrajo 2 pp al crecimiento del PIB, el doble que en el trimestre anterior y el peor registro desde el inicio de 2009) no pudo ser compensado por la excelente aportación de la externa (1,2 pp vs 0,8 pp). En consecuencia, en los últimos cinco años la economía española suma ya 14 trimestres en números rojos, de forma que el PIB acumula un retroceso desde máximos del 6,5%, hasta niveles de comienzos de 2006.

Aunque el dato estaba plenamente descontado por analistas y mercados, en su composición hay señales que nos deben preocupar. Por ejemplo, que frente al fuerte empeoramiento del gasto de las familias (-1,9%) y, sobre todo, de la inversión productiva (-5,4%), destaca el escaso ajuste del gasto público (-0,3%), algo que llama la atención teniendo en cuenta la corrección de las cuentas públicas que se habría producido en la última parte del año para alcanzar el déficit público anunciado por el gobierno esta semana (6,7% del PIB sin ayudas a la banca).

El consumo aceleró su retroceso medio punto hasta el 1,5%, fruto del fuerte empeoramiento del gasto de las familias (-1,9% vs -0,5% en el 3T12), un resultado consistente con el efecto compensación tras el adelanto de compras, sobre todo de bienes duraderos, al trimestre anterior. A esto se añade la continua destrucción de empleo y, en consecuencia, de sus rentas salariales (la remuneración total de asalariados cayó casi un 4% trimestral).

Por su parte, el gasto de las AA.PP. se redujo apenas tres décimas (-2,5% anterior), lo que apuntaría a que el proceso de consolidación fiscal se estaría apoyando, básicamente, en el ajuste de la inversión; de hecho, el nivel actual del gasto público sigue estando por encima (un 1,7%) del previo al estallido de la crisis.

En cuanto a la demanda externa, su mejor aportación al crecimiento trimestral (1,2 puntos) se debió al desplome de las importaciones (-4,8%) y no al empuje de las exportaciones (-0,9%), en un contexto europeo también recesivo. Por tanto, también nuestras exportaciones han ido de más a menos durante el año, aunque el saldo anual es netamente positivo.

Por el lado de la oferta, la agricultura sigue siendo el único sector que crece (+0,9%). En cambio, los servicios retroceden con intensidad (-0,9%), arrastrados por el comercio, el transporte y la hostelería, en línea con el deterioro antes comentado del consumo. Por su parte, se prolonga el largo ajuste en la construcción, si bien modera sensiblemente su ritmo de descenso respecto a los trimestres anteriores (-0,6%, cuatro veces menos que en el 3T12). Por último, la industria, lastrada por la debilidad de la demanda, tanto interna como externa, estabiliza su caída en el 1%.

Finalmente, como aspecto especialmente negativo destaca, como es habitual en la actual coyuntura, la destrucción de empleo: un 4,7% interanual (805.300 empleos perdidos en el último año). Si a esto se añaden la caída de los salarios (la remuneración por asalariado retrocede un extraordinario 3%) y una tasa de ahorro de los hogares en mínimos históricos, la recuperación del consumo se presenta muy complicada. Para el que prefiera el vaso lleno, si a la caída de la remuneración por asalariado se le une el aumento de la productividad por trabajador, el coste laboral unitario se redujo un 5,8% en tasa interanual en el cuarto trimestre. Así que prosigue la devaluación interna que nos está permitiendo recuperar competitividad, aunque a corto plazo lastrará el consumo de las familias, que no olvidemos representa cerca de un 60% del PIB.
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28
Feb

Intensa caída de la actividad en España en el último trimestre de 2012

Escrito el 28 febrero 2013 por José Ramón Diez Guijarro en Economía española

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111

El derrumbe de la demanda interna (detrajo 2 pp al crecimiento del PIB, el doble que en el trimestre anterior y el peor registro desde el inicio de 2009) no pudo ser compensado por la excelente aportación de la externa (1,2 pp vs 0,8 pp). En consecuencia, en los últimos cinco años la economía española suma ya 14 trimestres en números rojos, de forma que el PIB acumula un retroceso desde máximos del 6,5%, hasta niveles de comienzos de 2006.

Aunque el dato estaba plenamente descontado por analistas y mercados, en su composición hay señales que nos deben preocupar. Por ejemplo, que frente al fuerte empeoramiento del gasto de las familias (-1,9%) y, sobre todo, de la inversión productiva (-5,4%), destaca el escaso ajuste del gasto público (-0,3%), algo que llama la atención teniendo en cuenta la corrección de las cuentas públicas que se habría producido en la última parte del año para alcanzar el déficit público anunciado por el gobierno esta semana (6,7% del PIB sin ayudas a la banca).

El consumo aceleró su retroceso medio punto hasta el 1,5%, fruto del fuerte empeoramiento del gasto de las familias (-1,9% vs -0,5% en el 3T12), un resultado consistente con el efecto compensación tras el adelanto de compras, sobre todo de bienes duraderos, al trimestre anterior. A esto se añade la continua destrucción de empleo y, en consecuencia, de sus rentas salariales (la remuneración total de asalariados cayó casi un 4% trimestral).

Por su parte, el gasto de las AA.PP. se redujo apenas tres décimas (-2,5% anterior), lo que apuntaría a que el proceso de consolidación fiscal se estaría apoyando, básicamente, en el ajuste de la inversión; de hecho, el nivel actual del gasto público sigue estando por encima (un 1,7%) del previo al estallido de la crisis.

En cuanto a la demanda externa, su mejor aportación al crecimiento trimestral (1,2 puntos) se debió al desplome de las importaciones (-4,8%) y no al empuje de las exportaciones (-0,9%), en un contexto europeo también recesivo. Por tanto, también nuestras exportaciones han ido de más a menos durante el año, aunque el saldo anual es netamente positivo.

Por el lado de la oferta, la agricultura sigue siendo el único sector que crece (+0,9%). En cambio, los servicios retroceden con intensidad (-0,9%), arrastrados por el comercio, el transporte y la hostelería, en línea con el deterioro antes comentado del consumo. Por su parte, se prolonga el largo ajuste en la construcción, si bien modera sensiblemente su ritmo de descenso respecto a los trimestres anteriores (-0,6%, cuatro veces menos que en el 3T12). Por último, la industria, lastrada por la debilidad de la demanda, tanto interna como externa, estabiliza su caída en el 1%.

Finalmente, como aspecto especialmente negativo destaca, como es habitual en la actual coyuntura, la destrucción de empleo: un 4,7% interanual (805.300 empleos perdidos en el último año). Si a esto se añaden la caída de los salarios (la remuneración por asalariado retrocede un extraordinario 3%) y una tasa de ahorro de los hogares en mínimos históricos, la recuperación del consumo se presenta muy complicada. Para el que prefiera el vaso lleno, si a la caída de la remuneración por asalariado se le une el aumento de la productividad por trabajador, el coste laboral unitario se redujo un 5,8% en tasa interanual en el cuarto trimestre. Así que prosigue la devaluación interna que nos está permitiendo recuperar competitividad, aunque a corto plazo lastrará el consumo de las familias, que no olvidemos representa cerca de un 60% del PIB.
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El derrumbe de la demanda interna (detrajo 2 pp al crecimiento del PIB, el doble que en el trimestre anterior y el peor registro desde el inicio de 2009) no pudo ser compensado por la excelente aportación de la externa (1,2 pp vs 0,8 pp). En consecuencia, en los últimos cinco años la economía española suma ya 14 trimestres en números rojos, de forma que el PIB acumula un retroceso desde máximos del 6,5%, hasta niveles de comienzos de 2006.

Aunque el dato estaba plenamente descontado por analistas y mercados, en su composición hay señales que nos deben preocupar. Por ejemplo, que frente al fuerte empeoramiento del gasto de las familias (-1,9%) y, sobre todo, de la inversión productiva (-5,4%), destaca el escaso ajuste del gasto público (-0,3%), algo que llama la atención teniendo en cuenta la corrección de las cuentas públicas que se habría producido en la última parte del año para alcanzar el déficit público anunciado por el gobierno esta semana (6,7% del PIB sin ayudas a la banca).

El consumo aceleró su retroceso medio punto hasta el 1,5%, fruto del fuerte empeoramiento del gasto de las familias (-1,9% vs -0,5% en el 3T12), un resultado consistente con el efecto compensación tras el adelanto de compras, sobre todo de bienes duraderos, al trimestre anterior. A esto se añade la continua destrucción de empleo y, en consecuencia, de sus rentas salariales (la remuneración total de asalariados cayó casi un 4% trimestral).

Por su parte, el gasto de las AA.PP. se redujo apenas tres décimas (-2,5% anterior), lo que apuntaría a que el proceso de consolidación fiscal se estaría apoyando, básicamente, en el ajuste de la inversión; de hecho, el nivel actual del gasto público sigue estando por encima (un 1,7%) del previo al estallido de la crisis.

En cuanto a la demanda externa, su mejor aportación al crecimiento trimestral (1,2 puntos) se debió al desplome de las importaciones (-4,8%) y no al empuje de las exportaciones (-0,9%), en un contexto europeo también recesivo. Por tanto, también nuestras exportaciones han ido de más a menos durante el año, aunque el saldo anual es netamente positivo.

Por el lado de la oferta, la agricultura sigue siendo el único sector que crece (+0,9%). En cambio, los servicios retroceden con intensidad (-0,9%), arrastrados por el comercio, el transporte y la hostelería, en línea con el deterioro antes comentado del consumo. Por su parte, se prolonga el largo ajuste en la construcción, si bien modera sensiblemente su ritmo de descenso respecto a los trimestres anteriores (-0,6%, cuatro veces menos que en el 3T12). Por último, la industria, lastrada por la debilidad de la demanda, tanto interna como externa, estabiliza su caída en el 1%.

Finalmente, como aspecto especialmente negativo destaca, como es habitual en la actual coyuntura, la destrucción de empleo: un 4,7% interanual (805.300 empleos perdidos en el último año). Si a esto se añaden la caída de los salarios (la remuneración por asalariado retrocede un extraordinario 3%) y una tasa de ahorro de los hogares en mínimos históricos, la recuperación del consumo se presenta muy complicada. Para el que prefiera el vaso lleno, si a la caída de la remuneración por asalariado se le une el aumento de la productividad por trabajador, el coste laboral unitario se redujo un 5,8% en tasa interanual en el cuarto trimestre. Así que prosigue la devaluación interna que nos está permitiendo recuperar competitividad, aunque a corto plazo lastrará el consumo de las familias, que no olvidemos representa cerca de un 60% del PIB.

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