La fuga de los inversores de Italia y España amenaza a ambos países con un colapso financiero. Los mercados de deuda de la Eurozona están fragmentados ya que los tipos de interés de los bonos públicos y privados están evolucionando a ritmos diferentes dependiendo de la situación geográfica del emisor, es decir, del país desde el que se emita la deuda. Los países de la periferia, como Italia y España, pagan mucho (ver gráfico) y los países del Norte casi no pagan . Lo que refleja una gran fragmentación en los mercados financieros de la eurozona que, entre otras cosas, impide la transmisión de los tipos de interés muy bajos del Banco Central Europeo (BCE) a la economía real.
Los mercados empiezan a descontar que a pesar de las declaraciones en defensa del euro este se puede romper. Una prueba es que Alemania no es partidaria de una amplia y rotunda intervención del Banco Central Europeo (BCE) en los mercados de deuda pública. Y, como consecuencia, la semana pasada, el presidente del BCE, Mario Draghi, decepcionó a los mercados al no tomar medidas contundentes e inmediatas. Aunque aseguró que la entidad podría comprar pronto bonos de los países periféricos si cumplen ciertas condiciones establecidas por las autoridades europeas.
Sin embargo, los mercados no se acaban de creer que los que gobiernan Europa actuarán para defender la actual configuración del euro. Una prueba son los elevados costes de endeudamiento de España e Italia a 10 años (ver gráfico) que demuestran que la demanda de deuda española e italiana se está agotando (ver gráfico). El BCE podría relajar esta tensión en el corto plazo pero ¿quien soluciona los roblemas de Europa en el largo plazo?
Gráfico: Evolución de los tipos de interés de España e Italia a 10 años. España paga hoy el 6,87% e Italia en 5,90%.
La necesaria unión política
Por desgracia, desde que comenzara la crisis, seguimos sin tener una propuesta de trabajo que nos permite afrontar el futuro con cierta confianza. Y lo que es peor, cada vez parece más evidente que la falta de liderazgo político en Europa está teniendo catastróficas consecuencias. Parece que todavía los que nos gobiernan no se han enterado que no es posible una unión monetaria sin una unión política.
¿Y por qué hemos llegado hasta aquí sin asumir que es necesario avanzar en la unión política?
Es posible que haya más de una respuesta a este interrogante. Quizás porque tras la firma de Maastricht y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento el debate sobre la unión política pasó a un segundo plano o bien porque la posterior fase expansiva de la economía europea camufló los riesgos a los que nos enfrentaríamos en el futuro. En cualquier caso, ahora volvemos a retomar el debate sobre la cuestión principal, si bien muchos de los dirigentes europeos intentan disfrazarlo con otra retórica, bien sea la de “austeridad” o bien la de “crecimiento”, para sus respectivos electorados.
Así, en el actual proceso de integración europea, se puede decir que la feliz “infancia” quedó atrás en el tiempo y que ahora llevamos unos cuántos años de difícil “adolescencia”, debatiéndonos entre lo que somos y lo que nos gustaría ser. La “madurez”, y Dios quiera que venga pronto, se producirá cuando asumamos las consecuencias de nuestros actos, que en este proceso se denomina “integración política” con todas las consecuencias aunque de momento se empiece con la fiscal o la bancaria.
Desgraciadamente hoy el euro es una moneda sin Estado y esto es un lujo que ya no nos podemos permitir.
A medio plazo ¿Se avanzará hacia los Estados Unidos de Europa?
Mientras tanto y a corto plazo sólo el BCE tiene el poder necesario para tranquilizar a los mercados. Preguntas: ¿A qué espera el BCE para comprar deuda? ¿La noche antes de la desintegración del euro, el BCE hará todo lo que sea necesario para salvarlo? ¿De verdad tenemos que llegar a la víspera?
Fuente: Este artículo se basa, en alguna medida, en otro publicado por José Luis Jiménez G-F (Profesor del IE Business School) titulado Quo Vadis Euro?
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