WP_Post Object ( [ID] => 15455 [post_author] => 115 [post_date] => 2012-07-07 09:29:11 [post_date_gmt] => 2012-07-07 07:29:11 [post_content] => El Instituto Nacional de Estadística, publicó ayer la evolución del Índice de Producción Industrial (IPI). La industria española continúa su desplome al caer en los cinco primeros meses del año en tasa interanual, y corregido el efecto calendario, un 6,4%. Por destino económico de los bienes, esta tasa es más negativa en el sector de bienes de equipo donde la caída es del 11,7%. Como es sabido los bienes de equipo es uno de los sectores que más tecnología incorporan y, por tanto, en los que se debe poner más el foco si queremos transitar hacia un nuevo modelo productivo basado en las exportaciones de productos de alto valor añadido. Desindustrialización Analizando el IPI desde una perspectiva más amplia, cinco años, se demuestra que la industria en su conjunto, está siendo incapaz de enfrentarse a la crisis más grave de nuestra reciente historia. El parón de la actividad industrial es alarmante y no tiene precedentes históricos. Efectivamente, el IPI que alcanzó su máximo histórico en marzo de 2007, con un valor de 118,8, cayó, con alzas y bajas, hasta mayo de 2012, hasta un nivel de 80. Esto significa una caída del 32,7%. La supervivencia de nuestra industria, que representa hoy el 17% del PIB (34% en 1970), dependerá de la capacidad que tenga para generar innovación propia y ser así competitiva. Afortunadamente y al contrario de lo que ocurre con el IPI, los datos relativos a la balanza tecnológica y a otros indicadores de ciencia y tecnología, muestran que España mejora su nivel tecnológico. Otro factor de supervivencia son las exportaciones. Desgraciadamente y esperemos que de forma coyuntural, nuestras exportaciones están cayendo como consecuencia de los problemas económicos de Europa y el enfriamiento del resto del Mundo. Una muestra de esta pérdida de impulso de la economía del Planeta Tierra es que la producción industrial de la zona euro también se está contrayendo, incluso en Alemania, donde se está enfriando tanto la producción de bienes industriales como las exportaciones. El BCE se queda corto De ahí que en Europa hagan falta medidas más contundentes para salir de la crisis. No es de recibo que el Banco Central Europeo (BCE) se limitara a reducir el jueves los tipos de interés en sólo 0,25%, dejándolos en el 0,75%. Una medida insuficiente ya que debería haber venido acompañada de compra deuda, en el mercado secundario. En una situación de recesión no se puede permitir que economías grandes que están haciendo las reformas estructurales, como es el caso de España e Italia, tengan que pagar intereses prohibitivos para poder financiarse. (Ver los dos posts anteriores a este). Es casi seguro, además, que al igual que España la Eurozona esté registrando crecimientos negativos en el segundo y tercer trimestre de este año. Los índices de clima económico, de confianza y de gestores de compras siguen a la baja de manera que parece que la recuperación se retrasará hasta el 2013 para, eso sí, acelerarse conforme nos adentremos en el 2014. Ya se puede adelantar, por tanto, que la Eurozona está en recesión. Y en este contexto, el riesgo de tensiones inflacionistas en el conjunto de la Eurozona, a corto plazo, es muy limitado por lo que parece probable que la inflación se sitúe al final del año por debajo del 2%. Por eso el BCE, además de comprar deuda, debería haber bajado más los tipos, tal como han hecho otros bancos centrales, para depreciar también más el euro y ganar en competitividad lo que mejoraría el panorama para los fabricantes españoles y también del resto de los países de la Eurozona. Lo que a su vez aumentaría el empleo. Aumenta el paro En este sentido los datos conocidos esta semana de paro registrado en España del mes de junio han sido buenos: un descenso de 98.853 desempleados; el mayor descenso en un mes de junio de la última década. Si sumamos a este dato los de abril y mayo obtenemos una reducción de desempleo registrado para el segundo trimestre de 135.000 personas. Sin embargo, cuando se quita el efecto estacional la situación es bastante peor y mucho más acorde con el crecimiento negativo que sufre la economía española. Así y de acuerdo a las cifras oficiales desestacionalizadas, en el trimestre abril-junio, el paro habría crecido en 174.764 personas, un importante aumento. (Ver el post de 4 de julio de Valentín Bote) El paro va desgraciadamente en aumento. En el último trimestre de este año o en el primero del año que viene España alcanzará los 6 millones de desempleados. Y este desequilibrio del mercado laboral tardará en solucionarse, ya que aunque la economía vuelva a crecer, y lo hará antes o después, el empleo no crecerá al mismo ritmo que la economía, ya que España se dirige hacia un modelo productivo más intensivo en capital y tecnología que en mano de obra. Para facilitar la asignación más eficiente del trabajo es necesario que se avance más en la reforma del mercado de trabajo, simplificando los contratos. Y facilitando también la emigración. En este sentido el Gobierno deberá orientar a nuestros parados hacia caladeros nacionales y extranjeros donde puedan pescar puestos de trabajo. En resumen, la crisis financiera que atraviesa Europa y el enfriamiento de las dos grandes economías del Mundo (China y Estados Unidos) están reduciendo las exportaciones europeas y españolas, lo que está frenando la producción y la inversión de nuestras empresas manufactureras. Un problema que se une a otros no menos graves: el mercado inmobiliario, el desempleo, la falta de crédito y el déficit público. España está dando pasos en la buena dirección: se reduce el déficit público y la deuda de las empresas, se está pagando a los proveedores de los servicios públicos, se reducen los costes laborales, mejora la competitividad de la economía, se crean nuevas empresas (ayer supimos que 47.500 en el primer semestre) y se está recapitalizando la banca. Debemos seguir remando y reduciendo los desequilibrios a pesar de la fuerte presión de los mercados. Mientras tanto el BCE debería ser capaz de solucionar el problema de los elevados costes de financiación que soporta España comprando deuda en el mercado secundario. Fuente: Rafael Pampillón. "La desindustrialización de España". Expansión. 7 de julio de 2012. Página 20. 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El Instituto Nacional de Estadística, publicó ayer la evolución del Índice de Producción Industrial (IPI). La industria española continúa su desplome al caer en los cinco primeros meses del año en tasa interanual, y corregido el efecto calendario, un 6,4%. Por destino económico de los bienes, esta tasa es más negativa en el sector de bienes de equipo donde la caída es del 11,7%. Como es sabido los bienes de equipo es uno de los sectores que más tecnología incorporan y, por tanto, en los que se debe poner más el foco si queremos transitar hacia un nuevo modelo productivo basado en las exportaciones de productos de alto valor añadido.
Desindustrialización
Analizando el IPI desde una perspectiva más amplia, cinco años, se demuestra que la industria en su conjunto, está siendo incapaz de enfrentarse a la crisis más grave de nuestra reciente historia. El parón de la actividad industrial es alarmante y no tiene precedentes históricos. Efectivamente, el IPI que alcanzó su máximo histórico en marzo de 2007, con un valor de 118,8, cayó, con alzas y bajas, hasta mayo de 2012, hasta un nivel de 80. Esto significa una caída del 32,7%.
La supervivencia de nuestra industria, que representa hoy el 17% del PIB (34% en 1970), dependerá de la capacidad que tenga para generar innovación propia y ser así competitiva. Afortunadamente y al contrario de lo que ocurre con el IPI, los datos relativos a la balanza tecnológica y a otros indicadores de ciencia y tecnología, muestran que España mejora su nivel tecnológico.
Otro factor de supervivencia son las exportaciones. Desgraciadamente y esperemos que de forma coyuntural, nuestras exportaciones están cayendo como consecuencia de los problemas económicos de Europa y el enfriamiento del resto del Mundo. Una muestra de esta pérdida de impulso de la economía del Planeta Tierra es que la producción industrial de la zona euro también se está contrayendo, incluso en Alemania, donde se está enfriando tanto la producción de bienes industriales como las exportaciones.
El BCE se queda corto
De ahí que en Europa hagan falta medidas más contundentes para salir de la crisis. No es de recibo que el Banco Central Europeo (BCE) se limitara a reducir el jueves los tipos de interés en sólo 0,25%, dejándolos en el 0,75%. Una medida insuficiente ya que debería haber venido acompañada de compra deuda, en el mercado secundario. En una situación de recesión no se puede permitir que economías grandes que están haciendo las reformas estructurales, como es el caso de España e Italia, tengan que pagar intereses prohibitivos para poder financiarse. (Ver los dos posts anteriores a este).
Es casi seguro, además, que al igual que España la Eurozona esté registrando crecimientos negativos en el segundo y tercer trimestre de este año. Los índices de clima económico, de confianza y de gestores de compras siguen a la baja de manera que parece que la recuperación se retrasará hasta el 2013 para, eso sí, acelerarse conforme nos adentremos en el 2014. Ya se puede adelantar, por tanto, que la Eurozona está en recesión. Y en este contexto, el riesgo de tensiones inflacionistas en el conjunto de la Eurozona, a corto plazo, es muy limitado por lo que parece probable que la inflación se sitúe al final del año por debajo del 2%. Por eso el BCE, además de comprar deuda, debería haber bajado más los tipos, tal como han hecho otros bancos centrales, para depreciar también más el euro y ganar en competitividad lo que mejoraría el panorama para los fabricantes españoles y también del resto de los países de la Eurozona. Lo que a su vez aumentaría el empleo.
Aumenta el paro
En este sentido los datos conocidos esta semana de paro registrado en España del mes de junio han sido buenos: un descenso de 98.853 desempleados; el mayor descenso en un mes de junio de la última década. Si sumamos a este dato los de abril y mayo obtenemos una reducción de desempleo registrado para el segundo trimestre de 135.000 personas. Sin embargo, cuando se quita el efecto estacional la situación es bastante peor y mucho más acorde con el crecimiento negativo que sufre la economía española. Así y de acuerdo a las cifras oficiales desestacionalizadas, en el trimestre abril-junio, el paro habría crecido en 174.764 personas, un importante aumento. (Ver el post de 4 de julio de Valentín Bote)
El paro va desgraciadamente en aumento. En el último trimestre de este año o en el primero del año que viene España alcanzará los 6 millones de desempleados. Y este desequilibrio del mercado laboral tardará en solucionarse, ya que aunque la economía vuelva a crecer, y lo hará antes o después, el empleo no crecerá al mismo ritmo que la economía, ya que España se dirige hacia un modelo productivo más intensivo en capital y tecnología que en mano de obra. Para facilitar la asignación más eficiente del trabajo es necesario que se avance más en la reforma del mercado de trabajo, simplificando los contratos. Y facilitando también la emigración. En este sentido el Gobierno deberá orientar a nuestros parados hacia caladeros nacionales y extranjeros donde puedan pescar puestos de trabajo.
En resumen, la crisis financiera que atraviesa Europa y el enfriamiento de las dos grandes economías del Mundo (China y Estados Unidos) están reduciendo las exportaciones europeas y españolas, lo que está frenando la producción y la inversión de nuestras empresas manufactureras. Un problema que se une a otros no menos graves: el mercado inmobiliario, el desempleo, la falta de crédito y el déficit público.
España está dando pasos en la buena dirección: se reduce el déficit público y la deuda de las empresas, se está pagando a los proveedores de los servicios públicos, se reducen los costes laborales, mejora la competitividad de la economía, se crean nuevas empresas (ayer supimos que 47.500 en el primer semestre) y se está recapitalizando la banca. Debemos seguir remando y reduciendo los desequilibrios a pesar de la fuerte presión de los mercados.
Mientras tanto el BCE debería ser capaz de solucionar el problema de los elevados costes de financiación que soporta España comprando deuda en el mercado secundario.
Fuente: Rafael Pampillón. «La desindustrialización de España». Expansión. 7 de julio de 2012. Página 20.
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